Respuesta al Falso Obama por su próxima visita a Cuba

Por Osmel Ramírez Álvarez

(A mi bien intencionado señor Elio Delgado, en respuesta a su misiva)

Falso Señor Obama:

Vendedora de chiviricos. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Agradezco en verdad su deseo de tomar el lugar de un hombre tan ocupado como el presidente Obama y ofrecer una posible versión, a su juicio, de lo que sería su respuesta. Su actitud me complace, se lo aseguro, y respeto mucho los criterios expuestos.

Le llamo así, Falso Obama, porque cualquiera nota inmediatamente que las ideas y posiciones no se parecen en nada a las del verdadero. En todo caso serían las de una adaptación fidelista del inquilino de la Casa Blanca.

Al parecer no leyó con profundidad mi carta. No soy un cubano pro-estadounidense; no soy un apologista del capitalismo neoliberal; no me gusta tampoco el sistema político estadounidense, con parlamento bicameral y votos electorales. Podría seguir enumerando disconformidades, pero creo que es suficiente.

Soy martiano e igual que mi Maestro aprecio los valores y la grandeza de ese gran país. También como él, reconozco sus miserias y sé bien del peligro que representa cada una de ellas para nuestros pueblos.

En mi artículo-carta hablé de los EUA como potencia y de sus intereses. Lo hice con respeto, como acostumbro. Como muchos, sueño con un mundo mejor, sin potencias, sin hegemonismos, sin injusticias. Pero la realidad es otra y hay que ajustarse.

Lejos estoy de creer que la democracia estadounidense es perfecta, pero no tengo dudas de que es una democracia. De que está prostituida por el dinero y funciona como plutocracia, todos lo saben. No aspiro a que se implante ese modelo en mi país, me gustaría uno renovado, más efectivo aún.

Debes releer mi carta, mi Falso Obama, porque en ningún momento le pido al presidente que nos ayude a implantar el capitalismo. Ya aquí hay capitalismo de estado y el pueblo tiene lo peor de ese sistema, remontado a sus orígenes mercantilistas: bajos salarios y las vidrieras exponiendo productos inalcanzables. Uno más libre, claro que nos conviene.

Pero es que ni siquiera hablo de capitalismo. Lo que pido es presión para un referéndum. Evidentemente, a una versión fidelista de Obama como la que fabricaste, le ruborizaría la idea de consultar la voluntad del pueblo.

Para ellos, democracia es llevar a miles de personas anotadas en listas, para que con banderitas en las manos den vítores a una proclama. O votaciones controladas por los CDR, donde van hasta tu casa a presionar para que asistas. La gente, aun a solas en la urna, teme que la boleta esté marcada y descubran un voto adverso.

Sobre la democracia, curiosamente usas el mismo argumento que los dirigentes cubanos para justificar su gobierno sin el voto popular: “hay varias formas de entender la democracia y disímiles modelos”. Es cierto, se difiere en algunos aspectos y no hay una sola forma de democracia. Pero en Cuba no hay un modelo diferente, aquí sencillamente no hay democracia.

El pueblo solo aprueba bajo la coacción de los mecanismos de control social. No elige los candidatos importantes, la comisión de candidatura es un chivo expiatorio y el voto es una formalidad bien controlada.

Mencionar la aprobación de la Constitución en el 76 es un “coge-bobo”, como se dice aquí. De Cuba se fue al menos un cuarto de la población, que era la más preparada, poderosa y divergente: quedaron principalmente los humildes, beneficiados por la Revolución, que junto a sus descendientes fueron adoctrinados en el pensamiento único y exacerbado su nacionalismo por la confrontación propia de la guerra fría.

Unido a la esperanza que representaba la Revolución para entonces, sin otra opción que valorar, ni otras voces que escuchar, era evidente que se aprobase todo lo que se pidiese. El adoctrinamiento incluyó la anulación del sentimiento cívico y la confianza ciega en la sabiduría del gran líder y su vanguardia. Sobran los argumentos.

Sobre el referéndum para aprobar el carácter irreversible del socialismo, pondré mi propio ejemplo. Voté “sí” por inercia, como casi todo el mundo. No votar equivalía a marcarse, a ser tildado de apátrida y a cerrarse las puertas innecesariamente.

Ignorábamos las causas, más allá del discurso manipulador sobre unos lacayos asalariados del imperio, que querían aprovecharse de nuestras leyes para destruir la Revolución con un proyecto que profanaba el nombre de un patriota del pasado.

Nadie le vio relevancia a la votación, ni hubo divulgación. Tampoco vimos nunca el Proyecto Varela, ni llegamos a escuchar jamás a sus promotores. Luego, cuando crecí intelectualmente, examiné la Constitución y vi gran contradicción en ese punto, porque el pueblo como soberano puede cambiar la ley de leyes completa, con socialismo y todo.

Entonces Falso Obama, reexamine mi carta y aprenda a ser objetivo con nuestro propio país. Hágalo también, de paso, con su posición política, porque gente que justifique lo mal hecho, que piense que el fin justifica los medios y que la libertad se logra diezmando la propia libertad, es la que tiene el país estancado. ¿Es eso lo que defiende usted?

Fui claro en la carta, no odio la Revolución, ni a sus dirigentes. Les perdí la fe cuando descubrí que les interesa más mantenerse en el poder que el bienestar del pueblo y que no están dispuestos a sacrificar sus privilegios por una Cuba mejor.

Soy socialista, lo digo sin romanticismo ideológico. Creo en la verdadera democracia y en la economía de mercado sin laissez faire. No explicaré aquí los detalles, pero sepa que la mayoría de mis lectores no comparten mi ideología, pero sí mi ética, mi sinceridad y mi desvelo por Cuba. Ya con eso tenemos una conexión interesante y productiva.

Para despedirme de usted, Falso Obama, debo ser más franco aún, no le queda bien, desde su ideología, ponerse en el lugar que se puso. Le prometo que pronto le haré un artículo-carta también a Raúl Castro y así tendrá la oportunidad de sustituirle en la respuesta que él no me dará. Se sentirá más cómodo.

Agradeciendo su comprensión.

Osmel Ramírez Alvarez

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