Matrimonio homosexual, un paso en falso

Por Repatriado

HAVANA TIMES – La comunidad LGTBI se ha empeñado en sumarse a una arcaica institución, de la que, por cierto, jamás estuvieron excluidos, prefirieron eso en vez de ser vanguardia de la lucha por la verdadera libertad del amor, cayendo así en una trampa muy parecida a la gula, una gran malcriadez o peor aún, una muestra de inseguridad y baja autoestima grupal.

¿Estaban los LGTBI excluidos del matrimonio? Para nada, todas las personas teníamos el mismo derecho y las mismas limitaciones dentro del marco definitorio de lo que se entendía y aún mucha gente entiende como matrimonio.

Ese derecho, como todos, está mediado por un consenso social y dependen de lo que la sociedad en su mayoría conciba, ejemplificando, no es lo mismo el derecho de propiedad en la Inglaterra victoriana que en la cultura sioux, ambas sociedades tenían a un consenso diferente sobre ese derecho y la opinión mayoritaria lo definía.

El derecho al matrimonio hoy no se le niega a ninguna persona, sea LGTBI o no, ¿que no lo hayan querido ejercer del modo establecido? Perfecto, ¿Qué deseen cambiar la ley y ajustarla a una concepción socialmente minoritaria desde la base de que eso no daña a la mayoría? Me parece muy bien y demándese así, ¿hay que cambiar la ley porque es injusta y discriminatoria? No, no es ni injusta ni discriminatoria, sencillamente es y se ha de cambiar si hay consenso al respecto. ¿Hay consenso al respecto?

Ahora me pregunto, ¿está de acuerdo la comunidad LGTBI con que se mantenga la prohibición contra el matrimonio polígamo, incestuoso o zoofílico? Espero que no, pues entonces estaremos ante una tremenda hipocresía, ya que si la comunidad LGTBI está negando la conceptualización tradicional de matrimonio como la unión legal entre hombre y mujer, ¿cuál sería el argumento para no ir más allá y aprobar uniones consensuales que no perjudican a ninguna de las partes ni al resto de la sociedad, que es la base de su argumentación? Freud estaría encantado.

Me irrita el enfoque reivindicativo que sobre esto mantiene la comunidad LGTBI, me irrita que se equipare la inexistencia de un derecho a la negación de este, lo que quieren es la creación de un derecho nuevo, no que se restituya una situación discriminatoria, déjese esto claro.

Hoy todas las personas sin distinción de orientación sexual podemos instituirnos en matrimonio siempre y cuando cumplamos con las normas que al respecto la sociedad ha establecido, por lo tanto no hay una discriminación, la cual existe cuando se le dice a un LGTBI que no puede trabajar en un lugar o acceder a una beca estudiantil por ser LGTBI, eso sí es discriminación pues es una desventaja injusta y vejatoria con respecto a un heterosexual, pero en el caso del matrimonio la ley es igual para todos, no hay tal discriminación.

A mi entender el objetivo va más allá de lo realmente práctico o justo, centrándose en el pulso a la sociedad, en la bravuconada afirmativa típica de sobrecompensación de inseguridades. ¿Es la cuestión de fondo adquirir las ventajas legales de la institución llamada matrimonio?

Obviamente no, pues para ello ya son posibles formulaciones legales que abarcan todos los aspectos jurídicos que implica estar casados, como las Parejas o Uniones de Hecho, con la excepción del sustantivo matrimonio que se reserva para la unión legal de sexos distintos que opte por esta formalidad.

Lo que se desea realmente es el cambio del significado socialmente aceptado del término matrimonio. Esta demanda de una minoría debe ser justamente atendida y dialogada con la mayoría, pero no mediante la manipulación emocional, aparentando que se les está violando un derecho, que están en desventaja o que la formulación socialmente aceptada les discrimina, todo falso e ideologizado.

Muy beneficioso hubiese sido que la comunidad LGTBI, en vez de luchar por ser parte de la injustificada y patriarcal estatalización del amor y la familia, hubiese luchado por derrocarla demandando que el Estado no metiera sus narices en la organización de estas más allá de la protección infantil.

Mucho bien nos hubiesen hecho a todos la comunidad LGTBI si hubiese impulsado una cultura de desprecio a esa formalización de la intimidad y hubiesen hecho una moda de la unión libre entre personas, las cuales podrían firmar un contrato entre partes ante un notario si así lo desean, incluyendo los puntos que deseen cumplir, tanto derechos, obligaciones como testamentos y repartición de propiedades sin que nadie les diga cómo deben de llevar su relación o sus propiedades.

En Cuba esta demanda, que es absolutamente inocua en clave política, será utilizada por el Gobierno para disfrazarse de moderno, de progresista y atento a las demandas de las minorías, sustituyéndose con esto un debate fundamental sobre derechos y valores básicos para tener una sociedad democrática para todos.

¿Estarán felices los LGTBI cubanos cuando puedan casarse entre ellos, pero no tengan libertad de elegir al presidente del Gobierno, hacer arte sin limitaciones políticas u organizarse independientemente?

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