Por Vicente Ricalo
Su madre era licenciada en Economía y su padre profesor universitario. Su primer cumpleaños, el único que pudieron celebrarle, fue “especial”, sin la connotación del nuevo matiz que imponía a la palabra la fase, el período que el país estaba comenzando a vivir.
Sus padres compraron juguetes para todos los niños invitados, para lo cual tuvieron que ir a varios carnavales de pueblos vecinos: San Luis, Palma, Contramaestre y Guamá; pusieron, además, alrededor de cuarenta pesos en menudo en la piñata, contrataron a un mago, y por supuesto que ahí estaba el monarca de todos los cumpleaños: el cake, uno grande azul, como correspondía a un macho varón masculino.
Los adultos también fueron satisfechos, desfilaron varias botellas de ron a granel que el padre de Diego comprara en varias tandas de colas sabatinas en disímiles cafeterías de la ciudad de Santiago de Cuba.
La primera vez que se repartió el ron en el cumpleaños, todos lo tomaron con cola, es decir, se pusieron de pie y en espera, desesperados por si acaso era aquella la única botella, pero luego el padre de Diego, con igual nombre, sacó un cubo lleno de aquel ron sin marca, mas sí con una gran marca personal por parte de todos los presentes en la sala, para que se sirvieran a voluntad, y gritó que había el que no se iban a tomar.
Para las mujeres había creme de vie, menta y vino de arroz. En resumen, fue un gran cumpleaños, en el que casi nadie se quejó y del cual quedó una memoria gráfica estampada en cuarenta fotos.
Nadie sabía que los padres del pequeño se habían hecho de sendas alcancías desde el momento mismo en que se supo de su concepción, y que se abrieron para la fiesta, pero que de todos modos habría que hacerlo, porque ya no aguantaban más. También ayudó el hecho de que Diego padre había trabajado como edecán en los Juegos Panamericanos 91, y su labor con varios participantes foráneos le había reportado algunas propinas.
Sin embargo, aquellos días pasados en una instalación de la cita deportiva estival fueron de agonía para él y sus compañeros: el almuerzo era un momento obligado para compartir la atención entre el manjar mismo y la familia: ¿Qué estarían comiendo en casa mientras ellos degustaban unos garbanzos exquisitos, pollo, carne de puerco, ensaladas, refrescos, helados?
Una vecina llamada Caridad había roto dos pianos de juguete, cuatro banquetas y una puerta que pensaban poner en el frente de la casa. Con todo, ellos no decían nada “inflamable” delante de los niños.
Dieguito era un niño bastante inquieto, demasiado. En la escuela siempre hubo quejas de él en tal sentido, pero compensaba con su inteligencia, con su amor por la lectura (una especie en extinción en los niños de su generación), con su manera de ser tierna, que encantaba a las maestras.
Además, era muy bonito, fue siempre el más disputado en la escuela y en el barrio, y no tardó en hacerse famoso. A los ocho años el padre lo inscribió en una academia de kung fu y a los 10 comenzó a estudiar percusión en la Escuela Vocacional de Artes José María Heredia y Heredia, de la ciudad de Santiago de Cuba.
Dieguito era muy bueno en ambas actividades, sus manos y pies eran grandes, estaba dotado de una gran flexibilidad y era muy rítmico. Sin embargo, sus problemas de disciplina nunca terminaron.
Por otra parte, ya con catorce años era un inveterado Casanova, y comenzó a ser cautivado por el baile. Fue así que terminó el nivel elemental de percusión y no quiso asistir más a la escuela de música, a la vez que renunció a seguir practicando kung fu. Terminado el noveno grado, comenzó a estudiar Computación, carrera técnica que terminó en cuatro años.
No obstante, Diego Armando había crecido mucho intelectualmente, pues leía libros, así como citas célebres que el padre tenía recogidas en varias libretas. Su autor favorito era Martí, pero había leído un añejo ejemplar del Decamerón que el padre guardaba como testigo de las reiteradas erecciones y masturbaciones escondidas de su niñez.
También leyó Las aventuras de Sherlock Holmes y algunos otros libros policiacos, Corazón, de De Amicis ; El alquimista, de Paulo Coelho, y apuntes que tenía su papá sobre Unamuno y Emerson, algunos de los cuales tuvo que pedir al padre que se los explicara.
Su desarrollo intelectual había ayudado a los padres a aceptar su abandono de la música, pero les preocupaba el hecho de que varias veces llegaba a la casa comentando que todas sus amistades hablaban de su afán de no quedarse en Cuba, unos porque tenían algún familiar en Estados Unidos, otros porque tenían alguno en Europa que les gestionarían una “pepa” y otros porque se gestionarían ellos mismos una pepa, “jineteando”.
Dieguito, dentro del grupo de amigos, era el único que pensaba diferente. Decía que no dejaría su país ni su familia, que para él las mujeres más lindas del mundo estaban en Cuba, y que su dinero se lo buscaría él mismo bailando, cantando y modelando y así ayudaría a su familia, y que “todo tiempo futuro tiene que ser mejor”.
Se metió de lleno en el baile. Llegó hasta una semestral de Bailar Casino, en La Habana, compitiendo por parejas. Pero aquí aconteció algo que lo trastornó y que cambiaría el rumbo de su vida: el jurado del programa lo eliminó, injustamente, en la primera ronda. El público todo, incluidos los parciales de los competidores de otras provincias, pero sobre todo las jóvenes féminas gritaron cosas feas a los miembros del jurado y le decían a Dieguito que no se quitara el número y que continuara bailando. Este salió de la competencia y del famoso Salón Rosado de la Tropical con torrentes de lágrimas.
De regreso a Santiago, el desilusionado joven comenzó a oír por doquier los comentarios de la gente: “Fue una injusticia. Eliminaron al que mejor bailaba. Una vez más somos víctimas del verdugo regionalismo de la gente de La Habana”.
Cuando se encontró con sus amigos, se enfrascaron en un diálogo en el cual Dieguito fue un receptor pasivo:
Epílogo: Han pasado muchos años de esta historia. Dieguito se casó en Cuba con una mexicana que conoció en la realidad virtual, y actualmente vive en el DF de los Estados Unidos Mexicanos.
“No nos pagaron el salario completo ni nos dieron pasaporte [ruso]. Estamos ilegales. Nos estafaron,…
Presentamos las noticias internacionales en breve recopilada por Democracy Now el lunes 6 de mayo de 2024.
“¿Alguien sabe cuántas personas realmente producen valor en Cuba, y a cuánto vago por cabeza…
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