La próxima Revolución cubana – Un llamado a la diplomacia cultural

Por Keya Guimarães

Foto: Cesar Vilá

HAVANA TIMES – Seis años después de la Crisis de los misiles en Cuba, Hollywood respondió con la Noche de los muertos vivientes, una inmediata sensación del cine estadounidense. Audiencias récord llenaron teatros oscuros para exorcizar el miedo a una invasión comunista, a través de una Apocalipsis zombi.

Cinco décadas después, muchos en el Congreso todavía están atormentados por un uniformado clon de la Guerra Fría, listo para infectar nuestra política y arremeter contra nuestra sociedad.

Sin embargo, como te dirá cualquier exorcista, compromiso y no medidas de contención es la única manera de lograr que el fantasma salga. Las políticas recientes del presidente Barack Obama para normalizar las relaciones con Cuba son solo un primer paso. Evitemos el inmovilismo del Congreso, al levantar el embargo con la programación insignia de la diplomacia cultural. Mostremos lo que es posible hacer, de manera que la arquitectura política de la próxima Revolución cubana no se derrumbe como las decadentes fachadas de La Habana, y con ella, la promesa de renovación cultural y económica.

El liderazgo del Departamento de Estado puede construir sobre el acercamiento, y producir programas que demuestren los beneficios bilaterales de la nueva Cuba. La diplomacia cultural significa el compromiso consciente y coherente entre diplomáticos estadounidenses y cubanos, entre empresarios y ciudadanos. La asociación, no el paternalismo, la acción colectiva, no la coacción, son las claves del éxito de la diplomacia cultural.

La bendición de Cuba es la alfabetización universal y una larga vida; su maldición ha sido el hecho de no haber aprovechado ese capital humano extraordinario. Incluso, con una mínima inversión, los estadounidenses podrán ayudar a sacar máximos dividendos.

Por otra parte, el aislamiento continuo alimenta la inseguridad. En una región cada vez más caracterizada por la inestabilidad, Los Estados Unidos no pueden permitirse un estado fallido a 90 millas de Miami.

La diplomacia cultural dinámica podría capacitar a los inversores, innovadores y exportadores estadounidenses; también daría a la juventud cubana una razón para quedarse en la Isla y confiar en el futuro. Los primeros pasos hacia la normalización nos han llevado a una decisiva encrucijada, atribuyendo gran urgencia a una política decidida. Si el Congreso no actúa, deben hacerlo los diplomáticos.

Por lo tanto, a continuación mostramos como se ve la próxima Revolución cubana y la diplomacia cultural de Estados Unidos:

  • Los nuevos puertos cubanos se convierten en un centro de transporte marítimo mercantil en el Caribe. Expertos estadounidenses de la rama industrial apoyan su diseño y desarrollo, garantizando la seguridad, la eficiencia y la observación progresiva del impacto medio ambiental.
  • Las granjas de la Isla generan sustento sostenible, desarrollan iniciativas agrícolas pioneras, y apoyan el espíritu empresarial. Iniciativas de la agricultura estadounidense ayudan a expandir el 25 por ciento de las tierras cultivables actualmente laboradas.
  • La experiencia médica cubana crea una próspera industria de la biotecnología; la innovación y la inversión estadounidense fomenta una asociación bilateral que beneficia tanto a la economía cubana, como el avance de la ciencia médica.
  • Los artistas y deportistas de la Isla comparten las pasiones de sus homólogos estadounidenses. Los intercambios, desde el béisbol hasta el skate, desde la poesía hasta el jazz, desde las bellas artes hasta el diseño de juegos, dan vida a ambos.

Pero ¿cómo podemos confiar en ellos? En la Isla tienen dos opciones y los cubanos lo saben bien: entran al mercado mundial o continúan decayendo. Los derechos humanos avanzarán como respuesta al compromiso internacional, porque los gobiernos cambian cuando la gente cambia, y la gente cambia cuando comienza el diálogo.

Foto: Carlos Vilá

Actualmente Cuba afirma tener solo un cinco por ciento de acceso a Internet. La inversión de los Estados Unidos en la infraestructura de la comunicación promovería la libertad de expresión, la democracia, y conectaría a los cubanos entre sí y con el mundo.

A medida que Cuba despierta en el mercado mundial golpeando la puerta, el equilibrio de la soberanía cultural y la inversión internacional no tiene por qué ser una pesadilla. La sostenibilidad medio ambiental y la soberanía cultural es un desafío central en rápido desarrollo, por lo que los diplomáticos estadounidenses deben apoyar activamente una transición gradual y consciente.

Es momento de dejar el miedo y la desconfianza al cine culto, y erigir una mejor política a través de la diplomacia impulsada por la ciudadanía. Desde los atletas hasta los artistas, desde los agricultores hasta los médicos, Cuba y los Estados Unidos comparten el mismo bien más valioso: nuestra gente.

Si el Congreso estadounidense todavía es perseguido por el miedo, los diplomáticos de ese país deberían liderar esta transformación histórica, y permitir que surjan soluciones desde las dos orillas. La próxima Revolución cubana ya está aquí: solo un paso más y estaremos en el camino hacia la paz y la prosperidad, aprovechando el indomable potencial de ambos pueblos.
—–
Keya Guimarães es una estudiante de posgrado en la Universidad George Washington, Escuela Elliott de Asuntos Internacionales.

 

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