La necesaria refundación del Partido Único (1)

Vicente Morín Aguado

El Ministerio del Azucar. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — La necesidad de un partido incluyente en Cuba alcanzó nueva dimensión con los acuerdos del Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), cuyo resultado principal fueron los “Lineamientos”, aprobados después de tomar en cuenta miles de opiniones populares. Por vez primera la dirección de la Revolución aceptó un programa de trabajo lejos de la improvisación, considerándolo de obligado cumplimiento.

Se trata de un inevitable paso de avance hacia la concepción de una organización incluyente, masiva y participativa, cuyo primer acto trascendente ocurrió en 1991, durante el Cuarto Congreso celebrado en Santiago de Cuba, al aceptar la inclusión de los religiosos en las filas del PCC.

Recordando aquel año, es evidente que el cambio inesperado en la geografía política mundial determinó una grave amenaza para la existencia misma del socialismo en nuestro país.

La actual segunda figura de la máxima organización política cubana, José Ramón Machado Ventura dijo entonces: en las actuales circunstancias históricas y políticas de la Revolución, esta medida es necesaria, justa y se corresponde con el concepto del Partido de la nación cubana, expuesto y ampliamente apoyado en el proceso de discusión del “Llamamiento al Congreso.”

Subrayo que, de hecho y de derecho, el Partido Comunista de Cuba dejó de ser marxista leninista.

Es importante recordar un enunciado de aquel Cuarto Congreso: “en las actuales circunstancias históricas,” justificando así las concesiones hechas al cambiar algunos párrafos de la Plataforma Programática y los Estatutos, aprobados durante el cónclave fundacional de 1975. Eran tiempos muy diferentes; del triunfalismo expresado dieciséis años atrás pasábamos al reto de sobrevivir, evitando el  “efecto dominó”, que parecía alcanzarnos luego de poner a ras de tabla todas las fichas rojas del Este europeo.

Estudiante de secudaria básica. Foto: Juan Suárez

La situación internacional, junto a las crecientes dificultades internas, principalmente en la economía, están expresadas en el  lenguaje del evento, que agregó otras modificaciones a los documentos rectores de la organización:

– Se eliminaron los enunciados expresando fidelidad y alianza con un sistema socialista en franca desaparición.

– La idea estalinista del triunfo inevitable del socialismo, amparado en la infalibilidad de la doctrina marxista-leninista, cuya meta futura es avanzar hacia la sociedad sin clases (comunista) fue sustituida por la  fusión  del ideario radical de José Martí y de una tradición singular de lucha nacional liberadora y social con la necesidad histórica del socialismo como única alternativa al subdesarrollo y a la dominación neocolonial.

– Fue enunciado un principio cuya aplicación aún espera por una clara decisión política, consistente en la plena autonomía de los poderes estatales respecto al partido en su condición de “dirigente”, plasmándose finalmente una fórmula salomónica que aceptaba la pretendida autonomía de las instancias estatales “sin menoscabo del papel dirigente del Partido.”

De todo lo anteriormente escrito, vale precisar como antecedentes a la posible refundación del partido único lo siguiente:

– Al aceptar a los religiosos se abrió el camino hacia una organización no doctrinaria, ajena al principio de ser marxistas-leninistas, considerando esta filosofía un canon en la mente de los miembros del PCC.

– El socialismo no se plantea como resultado de una fórmula científica, es ahora la alternativa ante la nueva realidad.

– Por primera vez queda cuestionado el principio de un partido por encima del estado, asunto evidentemente contradictorio ante los principios constitucionales, pues la soberanía emana del pueblo en su totalidad, no puede ser atributo de una organización política, máxime cuando los ciudadanos ejercen su derecho al voto, libremente, de forma secreta y directa, para elegir a sus representantes en los órganos de poder. La mayor parte de los ciudadanos no son ni tienen por qué ser miembros del Partido Único, además, de acuerdo a la ley electoral vigente, el Partido no postula.

Hasta hoy permanece el contrasentido entre, de una parte la soberanía popular, propia de un sistema político debidamente institucionalizado, y de la otra el Partido Único con su núcleo dirigente, una minoría selectiva situada por encima del estado.

(Continuará)

Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu

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