La memoria en Cuba según se mire

Maykel Paneque

HAVANA TIMES — Hace unos días leí en el periódico Juventud Rebelde la nota Obama a Hiroshima: una paz sin disculpa. Señalaba que, aunque Obama se convertirá en el primer presidente estadounidense en ejercicio en llegar a la ciudad japonesa de Hiroshima, “no ofrecerá una disculpa por el empleo de una bomba atómica sobre dicha urbe y otra sobre la de Nagasaki, por órdenes del entonces mandatario Harry Truman”.

El comentario recordaba, entre otras observaciones, que hace 71 años “la bomba del 6 de agosto de 1945 mató a unas 140 mil personas en Hiroshima y la del 9 de agosto a unas 80 mil”, y precisaba: “la gran mayoría de las muertes fueron civiles, en cambio, el mundo no ha escuchado todavía una disculpa formal de la Casa Blanca”.

Es sorprendente la capacidad que tiene la prensa oficial cubana para memorizar conmemoraciones de un hecho y ocultar otros. Sin ir más lejos, el pasado 19 de noviembre se celebraba el 50 aniversario del primer llamado de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), una “modalidad” del Servicio Militar Obligatorio que derivó, desde sus inicios, en campos de concentración y trabajo forzado.

Ni el Juventud Rebelde ni el Granma ni el Trabajadores, por citar algunos diarios oficiales, se hicieron eco de este experimento del horror. No recordaron que más de 25 mil jóvenes, y otros no tanto, sufrieron un régimen de cautiverio con perros entrenados para vigilarlos, guardias armados y cercas de hasta 20 pelos de alambre púas electrificadas a partir de las 10 de la noche.

Como si de amnesia colectiva se tratara, los periodistas, jefes de redacciones y directores de esos periódicos oficiales no recuerdan, parece, las jornadas laborales que duraban a veces hasta 14 y 16 horas, y a quienes nutrieron esos campos intrincados de la provincia de Camagüey: homosexuales, integrantes de disímiles credos religiosos y todos aquellos considerados “desafectos” que, por no encajar con la imagen del “hombre nuevo” instituida por el Gobierno para apostar por el avance del proceso revolucionario, eran susceptibles de ser reeducados y convertidos en hombres de bien.

La pasión por olvidar -sería mejor decir negar- ha intentado ignorar el saldo estimado del horror que dejaron las UMAP: 72 muertes por torturas y ejecuciones, 180 suicidios y más de 500 personas enviadas a hospitales psiquiátricos. El gobierno cubano y, por supuesto, los medios de divulgación oficiales, se han desentendido de estas cifras y han pretendido correr un manto de silencio sobre ese Apocalipsis del sufrimiento y el dolor. Hasta ahora ni han corroborado los números ni los han desmentido, tampoco han emplazado a ninguno de los sobrevivientes a que ofrezca pruebas de haber pasado por este oprobio. Hay un viejo refrán que dice: quien calla otorga.

Los contados reportajes que publicaron Granma, El Mundo y Verde Olivo en el año 1966 fueron laudatorios, destinados a distorsionar la imagen de unos laboratorios de la especulación y el sin sentido que probaron experimentos clínicos, sin fundamento científico alguno, como electroshocks y shocks insulínicos, en el caso de los homosexuales, para intentar cambiar su preferencia sexual.

Claro que el Gobierno cubano tiene todo el derecho de atribuir las cifras y confesiones de reclusos al rumor, el imaginario exacerbado y el análisis fuera de contexto de un hecho que ocurrió entre el 19 de noviembre de 1965 y el 30 de junio de 1968. Tiene el derecho de decir que Cuba estaba aislada, que necesitaba mano de obra para dar bocanadas de aire a una economía con respiración artificial. Pero también le asiste el derecho a comunicar en qué se basó su criterio de selección, por qué si la Revolución era con todos y para el bien de todos, eran considerados “lacras sociales” homosexuales, religiosos y un amplio espectro que denominaba “desafectos” a posibles desertores, vagos, chulos, entre otros.

También tiene derecho -el deber moral- de publicar y explicar cómo se nutrieron esos campos de concentración: con las citaciones de nombres y apellidos obtenidos por las grandes redadas ejecutadas en sitios concurridos, informes de los Comité de Defensa de la Revolución y Sindicatos de Trabajadores. También de los archivos clasificados por la Operación Depuración ejercida en universidades y centro de estudios, operaciones todas de saneamiento que, además de servir de antecedentes para poner en marcha la Operación UMAP, inocularon el terror y también la desconfianza en un proyecto emancipatorio donde hubiera cabida para todos.

Hemos mirado una vez más hacia afuera, como tantas veces, y nos hemos hecho eco, indignados, de que Obama no ofrezca disculpas por las bombas a Hiroshima y Nagasaki cuando visite a Japón, a finales de mayo, para asistir a la cumbre del G-7.

¿Cuándo le tocará a la prensa oficial indignarse por un silencio de medio siglo sobre lo que aconteció en la UMAP? ¿Cuándo se pedirá perdón a las víctimas por haberlos deportado a ese infierno, y admitir, de paso,  las secuelas que llegan a nuestros días y lo rebasan? ¿Habrá que esperar 71 años para que Juventud Rebelde se haga eco? A nosotros, los cubanos todos, debería dolernos esa estaca en el ojo -la UMAP- si intentáramos ver vigas en el ajeno, entiéndase hacer recordatorios y exigir disculpas formales.

Articulos recientes:

  • Foto del dia
  • Noticias

Estación de Pra Loup, Provence, Francia – Foto del día

Xavier Anaise de Francia tomó nuestra foto del día: "Estación de montaña Pra Loup" en…

  • Cuba
  • Diarios
  • Eduardo N. Cordovi

La Habana de nuestro tiempo

No que los humanos tengan que inmolarse o sacrificarse, para que las ideologías prevalezcan a…

  • Mundo
  • Noticias

Miles de personas se manifiestan en diferentes ciudades de Australia para exigir el fin de la “epidemia” de la violencia contra las mujeres y más noticias internacionales

Presentamos las noticias internacionales en breve recopilada por Democracy Now el lunes 29 de abril de 2024.

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.