La libertad, derecho fundamental pero peligroso

Por Osmel Ramírez Álvarez

Foto: Dan Tidwell

HAVANA TIMES – “Libertad es el derecho que toda persona tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía”. Hermoso concepto martiano, pero peligroso en el contexto cubano actual.

Desde temprana edad sentí que en mi país faltaba un poco de libertad, aun siendo fidelista como todo el que me rodeaba. ¿Cómo no amar el espíritu de la Revolución que resaltaba siempre, y por todos los medios, lo privilegiados que somos los cubanos por “ser libres”? La salud y la educación gratuitas, más el habernos librado del tutelaje estadoundiense eran y siguen siendo los argumentos.

Ello, unido a un video de África que siempre ponían en la TV, donde unos niños famélicos se amamantaban de las madres casi muertas, rodeados de moscas, todos con las costillas visibles, nos convencía del carácter hostil e injusto del mundo exterior capitalista y del privilegio de ser cubanos y vivir al amparo de la Revolución y de Fidel. Lo creíamos, porque se nos inculcó solo esa visión desde la escuela y en todo lo que nos rodeaba.

Mi padre, un revolucionario antiyanqui casi roza lo fanático, me inspiraba a seguir sus pasos. De él heredé mi afición por la política y por estar informado. Pero no entendía muchas cosas.

Por ejemplo: el por qué era un estigma tener familia en EUA, cosa que preguntaban en los formularios y resultaba una limitante, mientras escuchaba decir, en medio de la ignorancia sobre estos temas, que Fidel y Raúl tenían una hermana en Miami, y el hijo de Fidel casi toda su familia. ¡Y a ellos no les perjudicaba como a los demás! Me costaba verlos como a dioses, a pesar de que lucían como tal, porque siempre supe que eran de Birán, un sitio muy cercano a donde vivo, en las inmediaciones de las mismas montañas que adornan mi horizonte.

Me preguntaba: ¿si la Revolución dignificaba al cubano, por qué un simple obrero del mundo capitalista venía de turista al nuestro, se alojaba en un hotel hermoso y tenía preferencia en una cola de Cadeca o en una Shopping, mientras en dicho hotel no se nos permitía alojar ni aunque el extranjero quisiera pagar la cuenta, vedada igualmente a nuestros míseros salarios? Y en dicha shopping, (recuerden al principio), debíamos mostrar los dólares para poder pasar, al igual que los negros libertos con su carta de manutención en siglos atrás para demostrar que no eran esclavos.

He visto a tantos jóvenes cubanos, hermosos y viriles, que se ven despojados del interés de sus novias por cualquier abuelito jubilado en la Florida o en Europa, sin que medie el amor, o aceptan ser sus chulos. Pobres chicas, por lo que pasan, por lo que hacen y por lo que les falta. Los valores morales se esfuman frente a la diferencia abismal entre precios y salario. Incluso un cubano-americano amparado por la seguridad social en EUA, tiene un sustento 20 veces mayor que un joven trabajador de la Isla. ¿Por eso se luchó tanto? –me preguntaba.

Foto: Dan Tidwell

Luego traté de entender el sistema político que tenemos. Fidel repetía siempre que “es el más democrático del mundo”, donde “es el pueblo el que postula y elije” y no hay batallas entre partidos, cosa que “dividiría a nuestra sociedad”. Nunca me tragué esa píldora del todo, pero titubeaba por desconocimiento. Fui formado para creer en ellos, no para dudar, ni discernir. Tampoco sabía lo qué era ser un ciudadano, ni tenía una pisca de cultura cívica, como sigue pasando a casi todos a mi alrededor. ¡Cuántos problemas me ha traído descubrir lo que es realmente la democracia y sentirme un ciudadano!

Leer a Martí fue lo que me abrió los ojos. Su ética, su sentido cívico, su patriotismo, su inconformidad con las injusticias. Es difícil leerlo y comprenderlo sin embeber su rebeldía y su deseo de participar en la cosa pública. Martí te impregna el deseo de ser útil a tu país.

Escuchaba de la guerra civil a inicio de la Revolución, entre los seguidores del comunismo y los que querían restaurar la república previa al golpe de Batista, pero se nos contó como “una lucha contra bandidos”. Se hablaba de cubanos emigrados por no simpatizar con nuestra “maravillosa obra” o no encontrar espacio en la nueva sociedad, pero se les tildaba de “gusanos” y se prohibía el contacto con ellos.Comprender mi país y superar prejuicios fue una tarea larga y difícil.

Gracias a la revolución tecnológica que trajo el VCD, el DVD, el disco, la memoria USB, Internet y el “paquete semanal” conocimos más sobre nuestra comunidad en el exterior y sobre los opositores, antes invisibles por completo. Al igual que la mayoría que conozco, nunca me sentí identificado con la oposición, porque en lo poco que se ve de ellos hablan un lenguaje ajeno al cubano de Cuba. Luego comprendí el por qué: la exclusión social que les sigue al “pasar la raya” los separa un poco del pueblo que los rodea y los vincula más al del exterior, en el que encuentran apoyo.

Hoy sé que jamás hubiese podido comprender lo que les sucede por disentir, hasta que estuve preso y he enfrentado la experiencia de ser un periodista alternativo en mi país. Descubres una Cuba invisible, que la gente desconoce y te sientes reprimido en espacios vitales.

Entiendo que con ellos es peor, a pesar de que estamos en un momento, incluso, privilegiado, donde los métodos represivos son más refinados que en décadas pasadas y al país le importa un poco más mantener un nivel de“apariencias” en sus rejuegos diplomáticos y comerciales. Pero ¡cuánto sufrieron nuestros compatriotas disidentes o a contracorriente en la cultura, el deporte, el sexo o en la política! – ¡Y cuánto sufrimos todavía!

La libertad es lo más importante que tiene un ser humano, después de la vida. La Revolución solo reconoce la libertad de seguirla fiel o hipócritamente, ¡pero hay que seguirla! Si no te gusta tienes que emigrar, sufrir vejaciones e injusticias, o ser un paria en tu propia tierra. +

Foto: Dan Tidwell

Desde que se cometió el abuso conmigo y con mi amigo José Antonio Herrera, al ser despojados de nuestros bienes en un registro el 10 de noviembre pasado, ninguno de los dos podemos sentirnos  verdaderamente “hombres libres”.

Sin embargo, cuando menos libertad sentimos es al chocar con nuestras leyes, con la Fiscalía y con el actuar del Ministerio del Interior. Vernos tan desprotegidos, sin herramientas legales o reales para combatir la injusticia y el abuso de poder; sin la posibilidad de defender mi derecho a ser honrado, que es, según Martí, mi derecho a pensar diferente y mi libertad misma. O el derecho de José Antonio a ser mi amigo y no ser castigado por el Minint, en mezquino proceder.

Veo a un joven, que como su generación no simpatizaba con la política, entender mejor el por qué muchos nos arriesgamos defendiendo el decoro perdido en la mayoría de nuestro pueblo. Veo a mi padre fidelista sentir dudas de conocer realmente el sistema que ha defendido por 59 años. Veo a mi madre asustada y en zozobra diaria como las madres en tiempos de Batista. Veo a mi niña de 8 años preguntarme: ¿por qué los policías son tan malos?

Veo que la “Revolución” es muy torpe combatiendo la honradez y la libertad, porque con ello solo se manchan mucho más ante el pueblo y reconocen el mérito de los que queremos una Cuba mejor. Martí es nuestro mejor fiscal y su legado cívico, la ley que nos ampara. Un día conquistaremos toda la libertad y la justicia.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

  • Cancion del Dia
  • Mundo
  • Noticias
  • Segmentos

Mayra Andrade – Canción del día

La artista destacada de hoy es Mayra Andrade de Cabo Verde con la canción Tan…

  • Mundo
  • Noticias

Haití estrena presidencia colegiada de nueve miembros

De los 11,5 millones de habitantes en este país, unos 4,5 millones necesitan ayuda humanitaria…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.