La derrota electoral del chavismo: ¿debacle o reacomodo?

Osmel Ramírez Alvarez

Maduro despues de las elecciones legislativas del 6D. Foto: telesurtv.net

HAVANA TIMES — No hay un tema más candente y preocupante dentro de Cuba que los resultados adversos del chavismo en las recientes elecciones parlamentarias. A los cubanos nos llegaba, por Telesur y la televisión oficial, la certeza de que eran mayoría aplastante. Con gran asombro y preocupación se recibió la noticia. Sin embargo, para mí en particular, no fue una sorpresa.

¿Cómo podría esperar algo así? –desde hace algún tiempo, indagando entre el personal de salud que regresa de las misiones, he palpado el declive del chavismo en el pueblo y el realce de otras fuerzas opositoras, especialmente Primero Justicia, el partido de Capriles. Y era de esperar. La situación en ese hermano país es crítica en lo económico y explosiva en lo político.

El gobierno culpa a la oposición por la “guerra económica”, que no deja de ser una realidad, pero los venezolanos no son tontos y saben que el manejo de los grandes recursos financieros de una década y media de precios exorbitantes en el petróleo no se invirtieron adecuadamente en la anunciada meta de diversificar la economía. No tienen dudas de que los chavistas han desacertado en lo económico y han tenido un período de gobierno bien extenso como para mostrar un resultado tangible. El pueblo sacó su cuenta y dio su voto de castigo.

Por otro lado en Venezuela impera un gran sentido cívico. Se pudo constatar en aquel referéndum anterior en que Chávez pidió que se aprobase una reforma constitucional para validar el socialismo. Los venezolanos, que lo apoyaban en más del 60 %, dijeron que no. Eso da un mensaje muy claro: es un pueblo cauteloso y está usando su derecho al voto para defender sus intereses.

En otra ocasión, cuando Chávez se agravó mortalmente y no pudo jurar su cargo el 10 de enero como exige la constitución, quedó en el pueblo venezolano la duda, y en la oposición el argumento, de si el chavismo tenía demasiado poder y estaba pasando por encima de la carta magna. Resultado de ello fue el cerrado margen de victoria con que ganó Maduro la presidencia de la república.

Todo este cóctel nos ha traído hasta aquí: -una aplastante victoria de la oposición en las parlamentarias. Pero, ¿Cómo queda el chavismo después de esto?; ¿será el fin de la revolución neosocialista?; ¿acaso fueron traicionados por su pueblo, como piensan muchos cubanos de la isla?

Por supuesto que no. Ahora está latente la derrota, pero luego estará claro que la revolución bolivariana necesitaba este revés para reestructurar sus bases, ajustar su programa y volver fortalecida con un proyecto más realista.

Maduro y Chávez. Foto: telesurtv.net

El ideal Chavista de invertir recursos en saldar la deuda social es loable, pero no puede convertirse en una trampa que atrape la gestión del chavismo por miedo a perder apoyo popular, aún en tiempos de crisis; ni puede acarrear gastos que el país no pueda sostener sin mutilar su propio desarrollo.

Otro punto importante es la polarización política de la sociedad. Un proyecto social que causa tales divisiones en un país, aun persiguiendo un fin justo, no puede ser viable. El apoyo mayoritario del pueblo hasta hoy es símbolo de que tienen mucho de lo que se quiere, pero este inmenso revés es un gran llamado para que revisen su propuesta.

Y es que aun perdiendo la presidencia en un eventual referendo revocatorio en los próximos meses, no sería el fin, todo lo contrario, sería la oportunidad de volver luego con un proyecto-país verdaderamente incluyente, que satisfaga a todos los sectores sociales.

El chavismo no solo revolucionó Venezuela, sino a toda la región, y su impacto ha tenido alcance mundial en muchos frentes. Hugo Chávez fue un líder de talla mayor y hasta sus adversarios sienten respeto por su legado. La obra social de la revolución bolivariana es innegable y sus resultados aún están por cosecharse.

Para ser socialistas y construir un mundo mejor no hay que odiar a los capitalistas. En una sociedad todos los actores sociales son importantes: los obreros, los campesinos, los empresarios, los profesionales, los políticos, y así por demás. Si un modelo social amenaza a alguno de esos sectores, este se defenderá y convocará en su lucha a todo el que pueda. Es puro instinto de supervivencia.

La revolución bolivariana amenazó desde sus inicios al sector empresarial, que es minoritario, pero muy poderoso. Subestimaron su capacidad de convocatoria y terminaron volviendo a ser mayoría política. La comprensión de que en una sociedad hay espacio para todos y de que el nuevo socialismo no debe socavar los legítimos intereses de ningún grupo social, ni siquiera de los capitalistas, es elemental.

La sociedad más justa necesita de todos y solo ha de destruir la “dictadura del capital”, no al capital en sí. Al empoderar a la mayoría social no debe potenciar ningún tipo de dictadura, ni del proletariado, ni de un partido, solo construir una sociedad mejor con todos y para todos. Estos principios básicos son la clave.

América necesita una revolución bolivariana victoriosa, tanto como Venezuela. Esta derrota no es la debacle del chavismo, es la necesaria oportunidad de reacomodo. La praxis revolucionaria es importante, pero solo es una herramienta, jamás un vehículo: se necesita saber hacia dónde vamos y cuál es el camino, tanto como aquello que queremos conquistar. Esa será la mejor lección de este revés.

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