Haití: más pobreza por intentar ser libres

Alberto N. Jones

Mapa: huffingtonpost.com

HAVANA TIMES – El primer levantamiento de esclavos exitoso ocurrió en Haití cuando las fuerzas de ocupación francesas son derrotadas y surge una república independiente el primero de enero de 1804. Este país nunca ha recibido el adecuado reconocimiento internacional y homenaje que merece ese logro extraordinario.

Con la intención de no permitir que ese pernicioso hecho se difundiera como un ejemplo a seguir, Francia, con la ayuda de los Estados Unidos y de Europa Occidental,  impuso a Haití el más brutal, represivo, severo y devastador castigo.

Como mismo sucedió con la fracasada rebelión de esclavos liderada por Espartaco mil años antes, que Roma aplastó sin piedad al colgar a la mayoría de los esclavos en la Via Apia, los haitianos han sido castigados con siglos de ahorcamientos a través del analfabetismo, la pobreza, las enfermedades, las divisiones políticas, las invasiones y los dictadores, quienes han robado sus recursos, saquearon a esa nación martirizada y la convirtieron en la más pobre de este hemisferio.

Haití también ha sido acosada por terremotos, inundaciones y huracanes, que han causado casi un millón de muertes. Para agravar aún más esas tragedias existe un codicioso y cruel grupo de ladrones sociales, religiosos y políticos que han traicionado la confianza de millones de personas desconsoladas en todo el mundo, quienes abrieron sus corazones y donaron grandes cantidades de recursos a las víctimas haitianas. La etapa posterior al terremoto de 2010 es un ejemplo vivo de esa inmoralidad.

Convertida en una isla en ruina y desolada con incontables enfermedades, la emigración es la única herramienta de supervivencia para millones de personas, que contribuyen con su trabajo duro, intelecto, ingenio, lealtad y miles de millones de dólares al desarrollo de su país recientemente adoptado, ya sea en los Estados Unidos, Francia o Canadá con muy poca gratitud o reconocimiento.

Cuba es el amigo más confiable y fiel de Haití. A pesar de que la Mayor de las Antillas sufre una grave crisis financiera, ha contribuido más a la salud, a la educación, al deporte, la cultura y a la formación médica haitiana que los Estados Unidos y todos los países del G-8 juntos. Venezuela también ha desempeñado un papel fundamental en la supervivencia haitiana al proporcionar grandes cantidades de petróleo barato y con créditos a largo plazo, lo que ha impedido el colapso financiero de ese pobre estado.

Cuba, sin embargo, contrajo una deuda enorme de agradecimiento con Haití, cuando miles de hombres y mujeres fueron atraídos a nuestra Patria, donde se convirtieron en la columna vertebral de la industria de la caña de azúcar, que exigía interminables horas de trabajo bajo el sol abrasador y con su sudor, sangre, lágrimas, hambruna, enfermedades y muerte, transformaron a Cuba en el país mayor productor de azúcar del mundo, y el café, el cacao, el plátano y el coco se convirtieron en productos que valían millones de dólares.

Sin embargo, los haitianos fueron víctimas de la xenofobia, el racismo, el pragmatismo político y la demagogia, que llevó a una deportación masiva en la década de 1930 y los migrantes trabajadores de la vecina nación fueron prohibidos en Cuba desde 1960 hasta hoy.

El poder de supervivencia de la comunidad haitiana en Cuba es evidente en las ciencias, las artes, la medicina, el deporte y otros. En los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, cinco de los nueve medallistas de oro de Cuba,  pasando por Osleidys Menéndez, Mario Kindelán, Guillermo Rigondeaux, Yan Barthelemy y Yumisleidis Cumbá, junto a otros 50 atletas ganadores de medallas olímpicas de oro, plata y bronce, incluyendo al tres veces campeón olímpico y mundial, el boxeador Felix Savón, todos tienes sus raíces en Haití.

Cultura haitiana en Cuba. Foto: islandluminous.fiu.edu

Chico Cuba fue un líder laborista cañero que fue baleado en Guantánamo en 1944 defendiendo sus derechos, y Emilio Barcena Pier cayó en combate durante la insurrección en 1957, pero ningún haitiano en Cuba se compara con la ejemplar historia de Adrien Sanciricqc, quien era estudiante de Medicina de quinto año en México, cuando escuchó de la masiva emigración de médicos cubanos hacia los Estados Unidos de América a principios de los años 60. Él embaló sus maletas, se matriculó en la Escuela de Medicina en La Habana, y al graduarse fue asignado a trabajar en las montañas de la Sierra Maestra, donde sobresalió y se convirtió en jefe de Epidemiología en esa región.

De regreso a La Habana, fue designado como jefe de Servicios Médicos en la primera Reunión Tricontinental que contó con la presencia de decenas de jefes de estado. Más tarde viajó a África con Che Guevara como su médico y traductor personal. Desgarrado por los horrendos abusos y crímenes del régimen de Duvalier, se metió furtivamente en el país, comenzó a organizar grupos en contra del gobierno, y a los 32 años es asesinado por fuerzas gubernamentales en medio de un tiroteo.

PROPUESTA

Haití, Maisí y Baracoa están separados por menos de 80 Km de aguas oceánicas, y se encuentran en ruinas por causa del huracán Matthew. Cuba se recuperará, mientras que Haití será saqueada una vez más por los mismos autores y los brotes de enfermedades transmisibles se ciernen sobre el horizonte. Ha llegado el momento de que Cuba se mantenga firme, haga lo que ha hecho tantas veces antes y enseñe al mundo el sentido pleno de la solidaridad, considerando seriamente quitar la obsoleta y mutuamente perjudicial congelación de la migración haitiana, cuando ambos países se necesitan más.

Una población cada vez más envejecida, millones de hectáreas de tierra sin cultivar, una población educada que se niega a trabajar en los campos, una severa contracción de la producción de alimentos y el potencial de restablecer los envidiables niveles de producción exportable que el país alguna vez gozó, son solo algunas de las irrefutables evidencias para apoyar este proyecto viable.

Dada la oportunidad, los inmigrantes haitianos podrían transformar a Cuba en el principal productor agrícola de la región. Su trabajo les permitiría construir casas resistentes a los huracanes para sus familias en Haití, ayudar a Cuba pagar la educación de los niños y otros gastos sociales y recuperar tiempo perdido por las deportaciones de ochenta años atrás.

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