Futuro negro y con pespuntes grises

Por Peregrino Pérez

Foto: Rene Bastiaanssen

HAVANA TIMES – Esta semana me encontré con un par de amigos y las conversaciones que sostuve con ellos me dejó con un sabor muy agrío en el paladar.

Uno de ellos con alrededor de 60 años, un hombre honesto trabajador, líder en su comunidad, miembro del PCC, etc.

El otro, joven con altos valores cívicos y éticos, cursó estudios en el preuniversitario militar, popularmente conocido como “Camilitos”, además sus estudios universitarios los realizó en una academia militar y formó parte de las filas de la UJC.

Ambos me expresaron su pesar por la situación cubana actual, no sólo por las carencias diarias sino por la falta de perspectiva. Su identificación con la izquierda y la Revolución no nublan su juicio a la hora de evaluar el contexto que nos toca vivir, más bien sobrevivir.

Se ha instalado en la mente de la mayoría de los cubanos que los problemas que padecemos son insalvables, especialmente por la falta de gestión seria por parte del gobierno.

Bajar el precio de las mercancías en el agro no es suficiente, allí apenas se puede comprar un parte de la dieta básica. La mayoría de los productos (ropa, aseo personal, equipos electrodomésticos y alimentos) es necesario comprarlos en las tiendas estatales donde los precios son excesivamente caros.

El salario debería multiplicarse por diez. Desgraciadamente esa no es la prioridad de los decisores, ponen más énfasis en disminuir los ingresos de los cuentapropistas. Hacernos a todos iguales, igualmente pobres.

He leído con atención los textos de Repatriado, especialmente en el que expresa que es injusto que quienes mostramos nuestras inconformidades se nos califique de apátridas, gusanos, etc.

No se trata de sólo ver las manchas del sistema, sino que las luces cada vez son más tenues. Criticar y exponer los problemas que nos afectan es fundamental para concientizar la necesidad de solucionarlos lo antes posible. La Cuba real y profunda no tiene nada que ver con la que se muestra en los medios oficiales.

Avenida 54 de Cienfuegos. Foto: Mazel Pernel /soulofamerica.com

Los que toman las decisiones en Cuba están sembrados en sus puestos hace décadas. Estas elecciones son puro teatro. Hasta que el voto directo y democrático no sea posible, nuestros gobernantes no se verán obligados en tomar medidas significativas que mejoren la calidad de vida del pueblo.

Mientras tanto, éstos seguirán enfocando sus esfuerzos en el control social, consolidando su poder. Mucho se ha dicho de hacer más horizontal la toma de decisiones, pero del “dicho al hecho, va un buen trecho”.

Con la llegada al poder de Raúl Castro, algunos pensamos que su pragmatismo económico sería un impulso a la economía del país en la dirección de China y Vietnam. Finalmente, los salarios dejarían de ser estipendios.

Diez años después nos sentimos una vez más engañados. El desencanto es el sentimiento que prima en la mayoría de los cubanos, especialmente en aquellos con altos valores como los amigos con quienes me encontré.

Cuba se ha convertido en un país de “luchadores”, donde la gente honesta ya no tiene espacio. Hablar de la pirámide invertida produce cansancio y pesar. Esta anomalía se ha convertido en algo natural.

La falta de proyección ha empujado a muchos cubanos a exiliarse. No importa que hayan cerrado la ley de “pies secos y pies mojados”. Siempre habrá algún destino a donde irse. Antes Ecuador, ahora Chile y Uruguay. Un lugar a donde escapar de esta realidad absurda y gris.

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