Familias diferentes en Cuba

Por Antonio Recio

Maribel junto a sus amigas (primera de la derecha).

HAVANA TIMES – Mi vecina Maribel tiene apenas  8 años, pero es una niña triste, aunque los encuentros con su sicóloga la han ayudado bastante. Al principio no supo por qué los padres de sus compañeros de aula no quisieron que se reunieran en su casa a estudiar.

Cuando decidieron hacerlo, en casa de su compañera Mónica, de todos modos se sintió incómoda, “pues ellos no querían acercarse a mí, como si tuviera algo malo. Después supe que  no les gustaba que yo viviera con dos mamás. Lo mismo le pasa a mi abuela y a mi papá, pero yo no me siento mal con eso. Lo que me hace llorar es que todo el mundo me hecha a un lado y hablan mal de mis mamás”.

Estoy seguro que como ella, muchos niños no entienden por qué sus entornos pueden ser tan crueles, que deben ignorar las mofas o rechazos, presenciar discusiones, superar incomprensiones,  con apenas una década vivida. Sin embargo, muchos aprenden a respetar lo diferente y a vivir a gusto con ello, pero en verdad esos son niños fuertes, porque la realidad circundante es bien hostil.

El caso de mi vecinita Maribel me llevó a reunirme con mi buena amiga Dayrelis Mendoza, estudiante recién graduada de la Facultad de Psicología de la Universidad Central de las Villas (UCVL),  quien labora, además, en el policlínico docente Martha Abreu, en Santa Clara.

Nuestra sociedad aún inundada de prejuicios propicia un entorno hostil para esas criaturas. Por eso es importante el adecuado manejo familiar de la homosexualidad, insiste Dayrelis, “ante todo es fundamental que no perciban los problemas en su entorno familiar con esa decisión por parte de mamá o papá. Además la opinión de los abuelos es vital, pues en la mayoría de los casos son una figura de autoridad y cariño a la que el menor respeta mucho”.

“Mientras en otros países hasta se enseñan en las escuelas los diferentes tipos de familia y se defiende, en primer lugar, la necesidad de que prime el amor, en el nuestro prevalecen los referentes heterosexistas y los niños cuyas familias son etiquetadas como incorrectas experimentan mucha tristeza”,  me explicaba Mendoza.

Muchas personas creen que por el hecho de criarse en un seno homoparental serán homosexuales

Dayrelis Mendoza: “Es un error pensar así: la orientación sexual no se imita ni se hereda. Las estadísticas de diversos estudios no demuestran diferencias entre niños que crecieron con parejas heterosexuales o con parejas homosexuales. Sí  puedo afirmarte que  los segundos  muestran mayor tolerancia y respetan más la diversidad porque han luchado contra la hostilidad del exterior.”

Con respecto a gestualidades masculinizadas o afeminadas

Dayrelis Mendoza: “Es muy diversa la manera en que cada quien expresa su sexualidad. El niño asume comportamientos por imitación en dependencia de lo que ve en su medio. Puede darse el caso de que imite a esos padres, pero el mismo resultado se ve en la crianza por una tía, una madre, una abuela u otras mujeres. Las etiquetas sociales llegan casi siempre más rápido que la definitiva orientación sexual.

Entonces, ¿se puede definir esas uniones como familia?

Dayrelis Mendoza: Bueno, para mí el concepto de familia es el grupo de personas que comparten un proyecto vital común, con sus responsabilidades, roles y afectos. Puede ser un tío y un sobrino, dos hermanos, una abuela y su nieto, la madre soltera con su hijo… Hay que desconstruir el concepto rígido, el esquema de mamá, papá y nené. ¿Qué pasa cuando un niño vive solo con su madre porque su padre falleció o no está porque los abandonó, o la niña que vive sola con su padre porque su madre no se ocupa de ella? Lo que sí es necesario es que esas personas estén realmente comprometidas con el rol parental, que implica intuir, educar, amar, querer, prepararte para la vida.

En cuba a día de hoy, como en el mundo,  las comunidades LGBTIQ van dejando de ser una “minoría sexual” y se hace necesaria la implantación de leyes que protejan de derechos e igualdad de oportunidades tanto a hombres como mujeres con identidad sexual diferente a las normas heterocentristas.

Ya existen familias donde los padres son homosexuales, y no por eso sus niños son menos felices, pues la única razón por la que muchos de esos pequeños no sonríen es porque a la sociedad cubana aún le falta bastante camino hacia la tolerancia a lo diferente.

Solo espero que mañana niños y niñas como Maribel puedan crecer en un país que ampare su núcleo familiar, por muy diferente que sea, y que al caminar no sea motivo de burla o lástima por sus compañeros.

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