En presencia de la grandeza

Por Michael Ritchie

El Memorial Martí en la Plaza de la Revolución.

HAVANA TIMES – Yo no oculto, tampoco pido disculpas por la admiración que siento por la Revolución Cubana de Fidel Castro. La última victoria de un puñado de rebels heroicos -muchos desarmados en un primer momento- sobre el ejército del dictador Fulgencio Batista, que tenía unos 37 mil soldados, al igual que tanques y aviones de combate Mig, no puede ser llamado nada menos que admirable.

A través del eco en la Sierra Maestra hoy en día aún se pueden escuchar nombres como Raúl Castro, Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Frank País y Vilma Espín, entre muchos otros igual de valientes.

Un testimonio de su victoria, y de la memoria del héroe nacional cubano, José Martí, se encuentra en el centro de La Habana, en el Vedado – la Plaza de la Revolución.

Como estudiante de toda la vida de la Revolución, la Plaza fue el sitio que más deseaba visitar en La Habana. No fue hasta mi segunda visita, que coincidió con el Día Internacional de los Trabajadores, (Primero de Mayo), que por fin llegué a la Plaza de la Revolución. El único problema, ¡otras 600 mil personas llegaron al mismo tiempo!

Era, después de todo, el Primero de Mayo- y yo realmente había ido para ver eso, igualmente la Plaza. Pero mi taxi solo pudo llegar un poco más debajo de la Avenida Paseo antes de encontrar el camino bloqueado por jóvenes guardias revolucionarios uniformados. Así que tuve que caminar, por lo menos, una milla antes de llegar cerca de la verdadera Plaza. Entrar era imposible. Ambos lados de la calle de ocho carriles estaban llenos de personas que desfilaban. Podía ver la icónica torre de mármol de 358 pies y de color blanco grisáceo, pero eso era todo.

Aún así, como el Paseo estaba  rodeado de enormes altavoces, pude escuchar una serie de emotivos oradores, incluyendo al presidente Raúl Castro. Y tomé algunas buenas fotos.

José Mart´´i

Mi experiencia religiosa / revolucionaria tendría que esperar hasta mi próxima visita, que se produjo en julio.

Un sol de fuego se elevaba sobre la Plaza de la Revolución y una gigante estatua de mármol gris-blanco de José Martí,  que mide 60 pies, se quedaba mirando de manera pensativa a lo que es básicamente un estacionamiento gigante. La miré fijamente durante mucho tiempo y recordé las palabras de su poema sobre la constante lucha por la independencia de Cuba:

Cultivo una Rosa Blanca (I Have a White Rose to Tend)
Cultivo una rosa blanca

En julio como en enero;
Para el amigo sincero
Que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
El  corazón con que vivo,
Cardo ni oruga cultivo:
Cultivo una rosa blanca

No es de extrañar que a menudo se refieran a Martí como el Apóstol de la Revolución Cubana. Él visitó Key West (donde resido ahora) en varias ocasiones y ofreció  discursos con la esperanza de recaudar dinero para la lucha de la independencia de Cuba contra España.

Uno de sus discursos lo realizó desde el balcón de una residencia local, que más tarde fue nombrada en su honor: La Terraza de Martí. En años posteriores, en un acto de herejía típico de Key West, fue  convirtido en un restaurante / hotel llamado La-Te-Da, que ahora presenta espectáculos de arrastre.

Ernest Che Guevara

De vuelta a la Plaza. Al otro lado de la estatua de José Martí y su elevado gigantesco monumento destacan dos imponentes edificios de oficinas gubernamentales, el Ministerio del Interior (Minint) y el de Comunicaciones.

Adornando la fachada del edificio de comunicaciones se encuentra una enorme escultura de acero de un buen amigo y hombre de confianza de Fidel Castro, Camilo Cienfuegos. Por debajo de su busto gigante, esculpida con la propia escritura de Camilo, están  las palabras: “Vas bien, Fidel” (You’re doing fine, Fidel). Esas palabras fueron pronunciadas en respuesta a una pregunta que le hiciera el Comandante en Jefe  con relación a  un discurso de victoria que estaba pronunciando en 1959. Vas bien, Fidel.

La edificación del Ministerio del Interior acoge otra escultura de acero, tal vez una de las más famosas del mundo, la del guerrillero argentino y héroe cubano Ernesto Che Guevara. Durante su visita a La Habana, el presidente estadounidense Barack Obama incluso posó para tener una foto tomada en frente de la escultura del Che. No voy a comentar sobre si el Che habría aprobado eso o no.
Debajo de la imagen del Che están las palabras “Hasta la Victoria Siempre” (Toward victory always).

También, en el edificio del Minint está la oficina de Guevara, que se mantiene hasta hoy como mismo estaba cuando él lo dejó. Sin embargo, al público no se le permite la entrada.

Camilo Cienfuegos

Hay una gran historia relacionada con Che Guevara, que supuestamente se produjo en una reunión realizada por Fidel poco tiempo después de su marcha victoriosa hacia La Habana. Fue una reunión de organización, para establecer el nuevo gobierno socialista de Cuba. ¿Quién dirigiría el Departamento del Interior, el judicial, etcétera? Rodeado de sus principales comandantes, les fue entregando las tareas uno a uno. Cuando surgió la cuestión de los bancos, Fidel se levantó y le dijo al grupo reunido: “Necesitamos un economista. ¿Hay aquí algún economista?”

En respuesta, el Che agitó su mano con entusiasmo.

“Está bien, Che, tú estás a cargo del banco,” le dijo Fidel.

Después de la reunión, un Che curioso se acercó a Fidel y le preguntó, “¿Por qué me designaste para dirigir  el banco?”.

“Pedí un economista”, respondió Fidel.

“Oh,” dijo el Che, ¡”Pensé que habías dicho comunista!”.

Por lo tanto, el Che se convirtió en el jefe del nuevo sistema bancario de Cuba.

Espero que la historia sea verdadera, porque se parece tanto al Che. Debería preguntar al colaborador de  Havana Times Elio Delgado-Legon, él es un verdadero revolucionario y debe saberlo. (Siempre disfruto leyendo su columna.)

En la plaza puedes recorrer el centro de visitantes e ir a la parte superior del memorial por dos CUC (2.30 usd). (El día que estuve allí estaba cerrado, debido a la presencia de algunos dignatarios españoles que estaban de visita.) Si paseas hacia la parte trasera de la torre, un profesor te silvará y te advertirá  que no se permite vagar por allí. Solo secretos militares de vuelta allí, supongo.

En la Plaza de la Revolución hay una sensación de estar en presencia de la grandeza. También hay  gran cantidad de soldados uniformados que custodian las instalaciones militares adyacentes al lugar. Uno está consciente de ser observado. Para mí, eso fue reconfortante

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