Elite Partidista y economía centralizada?

Por Repatriado

Ya terminamos, ahora vamos a empezar. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – A finales de 2017, los más de 600 diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano unicameral legislativo, aprobaron por unanimidad, como es su costumbre, la Ley No. 125 del Presupuesto del Estado para el año 2018.

Dicha ley recoge los tiempos y las etapas en que de forma centralizada y planificada el Estado va a distribuir inversiones y gastos para el año siguiente, así como cuanto espera obtener de ingresos por dichos gastos e inversiones.

El esquema es el siguiente:

Antes del 10 de enero del 2018, el Ministerio de Finanzas y Precios distribuye y notifica las cuantías de ingresos y gastos a los organismos, Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE) y a los Consejos de Administración de los Órganos Locales del Poder Popular.

Antes del 30 de enero, esos organismos superiores notifican el “Plan de la Economía y el Presupuesto” a sus entidades subordinadas, que son las que lo administran.

Antes del 15 de febrero, cada entidad subordinada desglosa y programa el Presupuesto por concepto de ingresos, gastos y su ejecución mensual para el resto del año. Esa programación toma como base que lo que se proyecta sean los niveles de actividad, tanto en la producción de bienes, como en la prestación de servicios para los próximos 12 meses.

No hay que ser Mises o Hayek para comprender cuán imposible es prever cómo va a comportarse la complejísima economía de una nación durante todo un año, y eso sería considerando que el país fuese una autarquía total y no una economía como la cubana, cuyo único rasgo de modernidad es el estar enormemente imbricada con los flujos y reflujos del mercado mundial.

Este centralismo totalmente obsoleto y probadamente disfuncional es lo último a lo que se aferra el Partido-Gobierno para mantener alguna justificación para seguir diciendo que Cuba es un país socialista dirigido por un partido comunista.

Un mickey en La Habana. Foto:. Juan Suárez

De más está decir que esto no es ni socialismo ni comunismo, sino simple y crudo capitalismo monopolista de estado, donde una élite conglomerada en una jerarquía partidista posee todos los medios de producción y contrata, mediante el muy capitalista sistema de salarios, al resto de la población, adueñándose de lo que Marx llamaría plusvalía.

Por supuesto que con parte de esa plusvalía pagan los costos de educación y salud, cultura y pensiones, defensa y represión, pero es que de otra manera no podrían mantener la potestad de administrar el fruto del trabajo de cada cubano sin rendir cuentas a nadie y, para colmo, esperando le agradezcamos su infinita bondad.

El problema es que una economía centralizada solo funciona si lo que diriges es una nación de autómatas que respondan a cada input exactamente con el output requerido, y como eso no lo han logrado, su modelo económico no ha funcionado medianamente bien jamás, con lo que la élite ha tenido que vivir una doble batalla.

Hacia el interior tratando de programar el cerebro de los ciudadanos, limpiarlos lo más posible de cualquier sentimiento individual y colectivizar las ideas para facilitar su manipulación. Después de años de agobiante propaganda el hombre nuevo que esperaban ha llegado, pero lejos de ser un ser socializado es el ente más individualista que jamás pisó esta tierra desde que los autóctonos aborígenes Tainos languidecían fumando los mejores puros del mundo.

Hacia el exterior la guerra ha consistido en mantener la falsa de plaza sitiada, última esperanza de la progresía mundial, adalid de la solidaridad proletaria, defensor de las causas de los pobres y bla bla bla para con ello hacer caja sirviendo primero como testaferro soviético en este hemisferio y luego como regente de su infantiloide engendro venezolano.

Wow. Foto: Juan Suárez

Hoy ambos frentes están perdidos y ahora la élite espera desentenderse del desastre, Raúl dejando 10 años de esperanzas destrozadas y un país en la peor encrucijada de su historia, y los recientemente condecorados Héroes del Trabajo Machado Ventura, Ramiro Valdez y Guillermo García, todos miembros de la gerontocracia gobernante y próximos ya no al retiro, sino a la momificación, acumulando medallitas.

Me pregunto cuánto costará una medalla de Héroe del Trabajo de la República de Cuba cuando estén a la venta en un futuro puesto de venta de suvenires revolucionario, tal como pasó en la Rusia de los 90.

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