El General Maceo y el Racismo Persistente en Cuba

Por Alberto N Jones

Havana Times, 21 diciembre – El 7 de diciembre de 1896, el General Antonio Maceo, el hijo más grande de África que ha vivido en Cuba, cayó en una escaramuza en Punta Brava, La Habana, luego de ascender de simple soldado hasta alcanzar el rango de segundo oficial al mando del Ejército Libertador Cubano.

Tras conducir exitosamente al Ejército Libertador en sus batallas más decisivas y cruciales durante la Guerra de los 10 Años, la Protesta de Baraguá y la Guerra Necesaria en 1895, durante la cuál enfrentó y derrotó en el campo de batalla a todos y cada uno de los más valientes, consumados y condecorados Generales de Ejército Españoles, lo que le hizo merecedor del honorable sobrenombre de el Titán de Bronce.

Su destacado liderazgo fue puesto a prueba una y otra vez en las más diversas circunstancias, en las que tuvo la oportunidad de demostrar su amor por el país, su patriotismo, fidelidad y valor, por lo que José Martí, Héroe Nacional de Cuba, proclamó que Maceo tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo.

Si alguna vez existió modelo que influyera en el comportamiento, las esperanzas y las aspiraciones de los jóvenes cubanos, especialmente los de ascendencia africana, fue la familia Maceo en general y el General Maceo en particular, quién fue como un faro guiándonos a puerto seguro.

Es por eso que resulta extremadamente doloroso para cientos de miles de Afrocubanos ver como 114 años después del trágico suceso de su muerte, muchos de los valores esenciales por los que vivió, luchó y murió, permanecen incumplidos y fuera del alcance de la mayoría de sus hijos.

Ley de vida

Nadie en su sano juicio puede negar los extraordinarios avances logrados por los afrocubanos en el campo de la educación en la última mitad de siglo. Sin embargo, la diferencia desde el punto de vista socio-económico entre nosotros y otros grupos étnicos ha persistido y aumentado en muchos casos.

El esfuerzo y la determinación de muchas personas en posiciones de poder dentro del gobierno o con responsabilidades administrativas, han hecho todo para segregar y relegar a los afrocubanos a los empleos menos deseables, cuartuchos pobres como viviendas y estancamiento, negándoles ascensos y/o posiciones de alta visibilidad, todo lo cuál ha sido claramente identificado, expuesto repetidamente y denunciado con limitado o ningún éxito. El racismo es hoy una ley de vida en Cuba.

Que esta monstruosidad ocurra en la tierra del General Antonio Maceo, Quintín Banderas, Mariana Grajales, Juan Almeida, Jesús Menéndez, Guillermón Moncada, Juan Gualberto Gómez y miles de otros afrocubanos ejemplares, es una afrenta a nuestra historia y nuestros valores morales.

Este serio fracaso debido a la negligencia o la indiferencia, condujo a un documento falso titulado “La Declaración de Apoyo de los Afroamericanos por la Lucha de los Derechos Civiles en Cuba”, que golpeó el ciberespacio el primero de diciembre del 2009 como una bomba atómica fingiendo abordar esta repugnante realidad.

En realidad, su único propósito era lanzar a los intelectuales, estudiosos, líderes religiosos y ciudadanos comunes del mundo negro unos contra otros, obligando a muchos a tomar partido en este espinoso asunto, debilitando nuestra tenue unidad y convirtiendo a todos en perdedores.

Este documento divisivo, sectario y oportunista causó un daño irreparable a nuestra lucha por ganarnos nuestro legítimo lugar y dignidad social en nuestro país, que fue fundado bajo el principio Martiano “Con Todos y Para el Bien de Todos”.

Así mismo, a los responsables de corregir y erradicar esta repugnante manifestación social de nuestra sociedad, debe recordárseles que al ignorar esta herida enconada, no arrancar la cabeza de esta víbora o fingir que esta corrosiva secreción mental se desvanecerá, se están metiendo en una trampa y les espera una desagradable sorpresa cuando esta malignidad haga metástasis y se salga de control a lo largo de toda la Isla.