El castigo del pasaporte cubano

Carlos Lazo*  (Progreso Semanal)

HAVANA TIMES — El pasaporte cubano es uno de los documentos más problemáticos con los que tienen que lidiar los cubanos que viven fuera de Cuba. Las quejas entre los emigrados con respecto a este tema, van desde las de índole económica (por lo caro de la confección y renovación del referido documento) hasta las de índole jurídica y practica (por el requerimiento del pasaporte, incluso para aquellos que se han acogido a la ciudadanía de otra nación).

El gobierno cubano, que en los últimos años ha tomado medidas encaminadas a actualizar su política migratoria, debería hacer más asequible y cómoda la adquisición del pasaporte. A su vez también debería eximir del requerimiento del documento a aquellos que, al haber adquirido la nacionalidad de otro país, cuentan con un pasaporte emitido por su nación adoptiva.

Pero incluso, hay falta de consistencia en las regulaciones migratorias en ese último aspecto. Para los nativos de Cuba que tienen ciudadanía de otro país las reglas no son uniformes. Por ejemplo, los cubanos que salieron de Cuba antes del 31 de diciembre de 1970 (y que hoy poseen otra nacionalidad) no se les requiere de un pasaporte cubano para visitar Cuba.

Esta disposición, que ha estado vigente por muchos años, exige, en cambio, que aquellos que salieron de Cuba después del año 1970 estén obligados a utilizar un pasaporte cubano para ingresar a la isla (incluso si cuentan con nacionalidad y pasaporte de otro país).

¿Cuál es la lógica detrás de esas regulaciones? ¿Por qué existe esa línea divisoria entre los que se fueron antes y los que se fueron después del año 70? ¿Por qué a ciertos cubanos se les permite entrar a Cuba con el pasaporte del país donde se han naturalizado y a otros no?

No es fácil encontrar respuestas a estas interrogantes. No están claras las razones burocráticas que vinculan el pasaporte que utilizan los cubanos para visitar Cuba, con la fecha en que estos salieron del país (máxime si esa fecha se remonta a más de cuatro décadas). Quizás la anquilosada regla (que discrimina con qué tipo de pasaporte entran al país los ciudadanos de origen cubano) cumplió una función en el pasado. Lo que sí está claro es de que la referida medida necesita ser revisada por las autoridades cubanas y, de ser necesario, actualizada. En fin, ponerla a tono con los intereses y las necesidades de la nación y de sus emigrados.

Un libro que leí hace tiempo pudiera servir de colofón para concluir este artículo. El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en uno de sus relatos, cuenta la historia de “la guardia del banco”. Galeano relata que en un cuartel, por más de 30 años los soldados montaban guardia día y noche al lado de un banquito. Nadie sabía por qué, pero la guardia se hacía diariamente y a cada hora.
Año tras año, los oficiales transmitían la orden y los soldados la cumplían.

Según el relato, en treinta años nadie dudó nunca, ni preguntó por la razones de aquella vigilia. Si se hacia la guardia al lado del banquito, por algo sería. Un día a alguien se le ocurrió indagar acerca de las razones de aquella custodia que parecía no tener ningún sentido. Después de mucho averiguar se descubrió que tres décadas atrás un oficial había mandado a montar guardia junto al banquito (¡que estaba recién pintado!) para que nadie se sentara sobre la pintura fresca. Después nadie se había tomado el trabajo de cambiar las órdenes.

Sospecho que algo similar a “la guardia del banquito” pudiera estar ocurriendo en el caso de esta regulación. Ese estatuto migratorio arcaico (y a todas luces arbitrario) que limita el uso de pasaportes de otras naciones por parte de personas de origen cubano, debería de ser revisado.

Tal vez en su momento tuvo alguna justificación de la que, después de varias décadas, ya nadie se acuerda. A esta altura aquella orden no parece tener mucho sentido. Por tanto, debería de ser modificada, actualizada, o remozada con una manito de pintura fresca. Eso sí; que lo hagan con una pintura que se seque rápido.
—–
(*) Carlos Lazo es maestro en el área de Seattle, Washington. Durante la presidencia de W Bush se hizo bien conocido como el cubano-estadounidense médico de combate que sirvió con distinción en Irak, pero se le prohibió visitar a sus hijos en Cuba debido a las restricciones sobre los viajes que la administración Bush estaba usando para detener los cubanoamericanos visiten a sus familias en Cuba.

También recomendamos:  Pasaporte cubano para viajar a Cuba: Impedimento innecesario por Carlos Lazo

 

 

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