El aceite que nos desangra

Por Amrit

El precio de un litro de aceite es más que el 10% de un salario mensual. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 7 abr — Cada vez que me veo obligada a confrontar la menguada ración de aceite (a pesar de que lo vierto en un pomo (botella plástica) cuya tapa de cuenta gotas me permite administrarlo rigurosamente), me acuerdo de un incidente que viví hace años con un turista de Curazao, amigo de mi familia.

Estábamos en el apartamento que él rentaba en la Villa Panamericana. Nuestro amigo pretendía cocinar un guiso de vegetales y luego de echarle aceite, decidió que se había excedido en la cantidad, así que inclinó la cazuela sobre el caño del fregadero para botar lo que sobraba…

Todos los que estábamos presentes, (cubanos, por supuesto), nos levantamos del asiento al unísono, avanzando hacia él para impedir tal sacrilegio y gritando: ¡¡Noooo!!

El extranjero se quedó inmóvil por la sorpresa y, entendiendo de pronto, musitó: “Oh, perdón…”

A pesar de que luego todos nos reímos por la espontanea y tan bien sincronizada reacción, (muy simbólica), hoy, cuando recuerdo esto, la sonrisa se me congela y me pregunto cuanto de nuestra angustia vale realmente este “precioso líquido” cuyo precio sube caprichosamente en el mercado, con la complicidad de nuestro silencio o desaprobadores murmullos.

El pomo de aceite que se podía comprar con menos de 2 CUC ha ido aumentando hasta los 2. 40… La bolsita de aceite que era la solución cuando uno sólo disponía de 1 CUC, hace menos de un mes costaba 1.15 y hace unos días tuve que pagarla ¡a 1.20!

Muchos, en un alarde de indolencia (o hipocresía), podrán decir: “¿Qué más da? Son sólo cinco centavos…” Y fingir que no notan cómo un mero ingrediente de cocina, lenta y silenciosamente, va ocupando más y más espacio en nuestro bolsillo, en nuestro esfuerzo físico o mental de trabajo, en nuestra diaria dosis de incertidumbre.

¿Cuál sería el precio justo del aceite en las tiendas cubanas?

He oído rumores de que en ciertas tiendas donde sólo compran miembros del MININT, el aceite lo venden en pesos cubanos y a un precio más que razonable. No me gusta ser imprecisa y por eso no doy detalles, pero quisiera saber si es cierto.

Un ex-vecino y amigo que trabajó en una oficina perteneciente al sistema empresarial de las FAR me contó que a él le daban dos pomos de aceite mensuales, además de otras “pequeñas franquicias” que hacían muy indulgente su criterio sobre la situación general del país.

Un buen día, una crítica honesta que hizo a un jefe lo colocó en una posición tan frágil, que se vio obligado a pedir la baja de la empresa.

Las cartas de protesta dirigidas, “más arriba,” resultaron inútiles. Los colegas, que lo felicitaban en la calle, en una reunión decisiva se sintieron obligados a no estar de su parte, (¿por los pomos de aceite mensuales, por las pequeñas franquicias…?)

Desempleado y decepcionado, su visión de Cuba se volvió tan crítica que terminó emigrando a Estados Unidos.

Hoy, no puedo menos que evocar su confesión de que cuando a él le sobraba el aceite, no pensaba en lo que representaba este líquido en la cocina común, casi el veinte por ciento de un salario estándar, suponiendo que sólo se compre un pomo de aceite al mes, y contando con la exigua ración de la libreta de abastecimiento, que tanto amenaza con desaparecer.

Este mismo amigo comentó una vez a mi esposo que para el estado cubano el costo real de poner en la tienda un pomo de aceite, es de unos 70 centavos CUC. Indignado, mi esposo pidió una explicación sobre ese punto al delegado del Poder Popular, en la asamblea de rendición de cuentas. El delegado, quien le reprochó no haberle formulado esa pregunta “aparte,” alegó no estar informado y que le daría respuesta en la siguiente reunión.

Pero la siguiente reunión se interrumpió cuando el delegado, abrumado ante las demandas que hacía justamente mi ex-vecino, (el que ahora vive en Miami), terminó gritándole, totalmente fuera de sí: “¡Estas haciendo contrarrevolución!”

La gente procedió a calmar al delegado y la asamblea se disolvió. Mi esposo se quedó sin su respuesta. Un tiempo después este delegado falleció en un accidente.

El delegado que lo reemplazó ha estado muy atribulado con el reclamo de varios vecinos que exigen respuesta por asuntos, al parecer más graves. Respuestas que todavía no llegan…

Así que la pregunta sobre algo tan pedestre como el aceite de cocina, (no importa cuanto acabe por llevarse de nuestra energía), no ha hecho siquiera eco en mis vecinos y esta doblemente condenada a la duda.

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