Desaparecerá el verde de Cuba

Por Esther Zoza

HAVANA TIMES – El césped sede el paso a la avalancha de internautas. Se abren nuevos caminos y proliferan cafeterías y distintos comercios. Los nautas de las redes de comunicación toman los parques como plataforma y se suman a la modernidad, alejando, a ratos, a sus habituales ocupantes: los ancianos, los niños, las aves y los perros.

Papeles, botellas de refresco y cerveza opacan el verdor del entorno. Los navegantes se dispersan buscando la sombra. En las horas de mayor afluencia comparten los bancos y las raíces de los árboles, que en ocasiones sirven de asiento.

El bullicio se hace general. El paseante o el vecino que lo atraviesa, rumbo a su casa, es expuesto a un sinfín de situaciones.

Por supuesto, las aves, los ancianos, los padres de los niños y los dueños de los perros se desplazan, buscan un horario impreciso, en que los internautas decidan tomar un reposo en sus trasmisiones.

Los nuevos caminos que se abren donde una vez reinó el verde, pues el césped ha sido invadido por los nautas que no han encontrado sitio en los bancos. El parque tiene ahora un nuevo rostro, para tristeza de muchos.

Pero… no solo ellos han tomado por asalto algunos parques de la ciudad: los vendedores de tarjetas, los que alquilan el tiempo de comunicación y el celular, incluso los que ofrecen un mínimo técnico a los nuevos marinos de las redes, también los vendedores de café, los dueños del carrito del pan con perro caliente o croquetas, el fosforero presto a resolver cualquier vicisitud que presente algún fumador; todos ellos forman parte del nuevo rostro del parque.

A este desolador paisaje se le suma otro: nuevos parques surgen alrededor de la ciudad. Parques sin árboles, sin hierbas, emergentes, con caminos y bancos de cementos, donde los nautas se derriten bajo el sol del trópico, pero se comunican. Parques en las esquinas o frente a los basureros y las aguas albañales.  Parques creados con el firme propósito de contribuir a la comunicación, y para que los internautas continúen desparramados por quicios y aceras.