Cuba y la pequeña burguesía

Por Grady Ross Daugherty

Foto: Caridad

HAVANA TIMES – El Partido Comunista de Cuba (PCC) se encuentra en el proceso de “actualización” del modelo socialista cubano. Le deseo lo mejor, porque mucho depende del éxito que puedan tener.

Dentro de este contexto se debe analizar una pregunta importante: ¿con relación a la actualización del modelo, cuál es el papel apropiado de la pequeña clase empresarial, la pequeña burguesía?

La visión de 1800 se basaba en la creencia de que grandes fabricantes, cadenas de tiendas, etcétera, estaban barriendo hasta casi extinguir a los pequeños fabricantes, comerciantes, artesanos y campesinos.

Se creía que esta desaparición hizo que estos elementos fueran no sólo conservadores, sino reaccionarios, es decir, no querían que la sociedad avanzara hacia el post-capitalismo, sino que volviera, o “reaccionara”, a una etapa pre-monopolista del capitalismo (ver El Manifiesto Comunista).

Por lo que la comunidad de las pequeñas empresas no fue vista como una aliada del proletariado, o como entusiasta co-participante de cualquier proyecto social pos capitalista.

Sin embargo, esta opinión, y la actitud desesperanzadora que la acompañaba, han demostrado estar basadas en una premisa falsa. La pequeña burguesía ni se estaba, ni se está extinguiendo.

Es cierto que estaba y sigue cambiando constantemente, con respecto a sus métodos de actividad productiva, pero es evidente que no estaba, y no se está en camino a su extinción. ¿Será por esto que esta clase no es necesariamente reaccionaria?

¿Podría ser revolucionaria, en su conjunto, si fuera valorada y dirigida correctamente por la vanguardia y su programa estratégico de transformación?

La pequeña burguesía es un segmento de la sociedad que se adapta con gran facilidad, altamente productiva, muy inteligente y capaz. Entre sus filas están muchas de las personas más cultas y más conscientes políticamente de la sociedad. Entonces, sin dudas, es sumamente importante entender su papel dentro de una dinámica socialista guiada correctamente.

La visión tradicional de la sociedad socialista es que esta ha sido un proyecto económico, social y político del proletariado industrial. Se concibió que el proletariado, a través de su estado político, y bajo el liderazgo de su partido de vanguardia, poseyera y administrara todos los instrumentos de producción, incluyendo la tierra.

A través de este arreglo, se podría construir un “puente” post-capitalista. Entonces una economía dinámica y una nueva cultura, podrían permitir a la sociedad “cruzar” a una condición social libre de clases.

En Cuba, al parecer, los vendedores, campesinos, pequeños fabricantes, dueños de restaurantes, pequeños propietarios, y otros, fueron agrupados como una clase reaccionaria.

No se puede mover una varita mágica para hacerlos desaparecer, sin embargo, el socialismo, como proyecto de construcción del proletariado, tuvo que ponerse en práctica. El dilema se resolvió con la nacionalización de la mayoría de las negocios individuales, muy grande, grande, mediana, pequeña y diminuta.

Se esperaba que el pequeño burgués, que había sido expropiado, perdiera, con el tiempo, su vieja mentalidad, y llegara a apreciar los espléndidos beneficios de los sueldos y salarios del Estado. Cuba entonces estaría en el camino hacia una sociedad completamente justa, sin clases.

Desafortunadamente, los resultados no han sido como se esperaba, ha sido todo lo contrario. Peligrosas grietas han aparecido en la cohesión social. Han surgido imprevistos problemas sociales, exacerbados por el criminal bloqueo de EE.UU.

Ahora la vanguardia está tratando de hacer los cambios apropiados para el régimen. Es hora de que todos reexaminemos todo lo que creíamos que conocíamos.

¿Es cierto que el puente del post-capitalismo es, o debería ser, ante todo, un proyecto del proletariado industrial?

¿Sería posible que los pequeños agricultores y ganaderos, dueños de restaurantes, tiendas, pequeños comerciantes, peluqueros y estilistas, pequeños fabricantes y otros sean introducidos como socios respetados y con pleno derecho?

El principal obstáculo para esto parece ser puramente subjetivo, y es la idea de que la pequeña burguesía es explotadora y reaccionaria.

El sentido común diría, sin embargo, que esta idea está lejos de ser exacta. Es más razonable creer que esta clase es productiva y progresista, y también una necesidad fundamental para la exitosa construcción socialista.

Algunos podemos exclamar, “¡Rehabilitación de la pequeña burguesía!”, porque esto requeriría la reintroducción de los derechos privados de la propiedad productiva”, y sería correcto.

En Cuba, una pequeña burguesía práctica y dinámica requeriría, en realidad, derechos privados de la propiedad productiva (como los tendrían los trabajadores-dueños de las exitosas cooperativas Mondragón, el modelo español con co-propiedad parcial accionario del estado.

Pero, ellos podrían exclamar “esperen”. “Estos derechos significarían la restauración del capitalismo!”, y aquí está el quid de la cuestión, un error histórico y catastrófico en la teoría. Derechos de propiedad privada no significa capitalismo necesariamente.

Un modo de producción capitalista existe cuando (1) una importante empresa es propiedad, principalmente, de inversores capitalistas ausentes, y no de aquellos que la dirigen y la trabajan, y (2) el poder del Estado está en manos de la parte o las partes de esta clase explotadora.

Por el contrario, un modo de producción socialista existe, sin duda, cuando (1) una empresa significativa es propiedad, sobre todo, de aquellos que la dirigen y trabajan, y (2) el poder del Estado está en manos del partido (o partidos) dirigente de los trabajadores cooperativos y la pequeña burguesía productiva.

Los dos modos de producción necesitan de los derechos de propiedad privada productiva para poder funcionar. La diferencia radica en quién, en realidad, es el dueño de la propiedad productiva en cuestión.

Y así, tal vez llegamos a una proposición sorprendente. El socialismo se hace disfuncional sin una pequeña burguesía productiva y patriótica, y esa clase es imposible sin derechos legales de propiedad privada productiva.

A ningún revolucionario inteligente, sin embargo, le debe sorprender esto. Se supone que la ausencia de estos derechos es una característica del lejano y futuro destino hacia el que la sociedad está evolucionando a través del puente socialista, no del puente en sí mismo.

Forzar la ausencia de la propiedad privada en la sociedad, antes de tiempo, durante el período de transformación, es el colmo de la locura. Esto ha sido demostrado en un país tras otro.

Sin embargo, aquellos de nosotros que creemos que la sociedad puede llegar, algún día, al punto en que todos los males de la sociedad clasista, junto con las propias clases sociales, hayan evolucionado, podemos estar tranquilos.

La restauración de los derechos de propiedad privada y su utilización habilidosa por parte de la vanguardia no significa detener el avance hacia un futuro sin clases.

Esto significaría que este avance ha sido re-conceptualizado como un proceso económico, social y cultural que se desarrolla como un todo entre el proletariado cooperativo y la pequeña burguesía patriótica.

Esta re-conceptualización lo cambiaría todo

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