Por Aurelio Pedroso (Progreso Semanal)
HAVANA TIMES – Pecan nuestros medios de información o propaganda de un mal tan añejo como comprobado en su carácter contraproducente: la sobresaturación.
Reconocido también que la educación, como decía un viejo y experimentado profesor universitario y me honro en mencionarlo, el doctor Agustín Pi, es “un fenómeno represivo y sistemático”, y que ambos elementos garantizaban, entre otros factores, el aprendizaje de las lecciones.
El peligro de que todo esto se convierta en un “boomerang” es encontrar justo el momento de sacarlo de la escena televisiva, radial o escrita.
Quien, por ejemplo, a estas alturas de encierros y cuidados, no haya aprendido a lavarse las manos cual experimentado cirujano antes de entrar al quirófano, es porque ha optado por tenerlas en productivo reservorio de bacterias y otras dañinas alimañas.
Y así como tales recomendaciones, permanecen otras tantas que ya deben irle cediendo espacio a nuevos requerimientos de fases o etapas por venir.
La conferencia de prensa que día por día ofrece con puntualidad de cañonazo matutino el Ministerio de Salud Pública no escapa de este proceso de sobresaturación, incluso para su propio protagonista, que en su rostro y maneras de decir comienza a denotar fatiga o cansancio.
Ha llegado ya el momento de agradecer y reconocer una vez más el papel del doctor Francisco Durán García durante este largo período de cuarentena y otras desgracias, además de travesuras o indisciplinas epidemiológicas y sociales, porque el país está retornando a la tranquilidad clínica, al tiempo que aguardamos con impaciencia esa segunda etapa de enfrentamiento a la crisis internacional y, no menos preocupante, a la local.
Un resumen diario en el informativo estelar de la televisión cubana será más que suficiente y que el doctor se prepare para, en un futuro no lejano, volver a la pantalla, tal y como lo hace el psicólogo Manuel Calviño, para alertarnos y aconsejarnos con la epidemia o enfermedad de turno, que en esta Cuba caribeña nunca faltará.
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