Cuba: descolonizar el sujeto para reconstruir la ciudadanía y el Estado

Yasser Farrés Delgado

HAVANA TIMES — Algunos comentarios a mi entrada anterior así como otras entradas y sus correspondientes comentarios, me sugieren que es pertinente ahondar sobre la utilidad del concepto “colonialidad” para formular una nueva sociedad cubana más justa e incluyente. Por ello compartiré algunas ideas que, insisto, se sustentan en un extenso debate que tiene lugar en América Latina y otras partes, que está ampliamente documentado.[1]

Colonialidad y sujeto moderno

Comienzo por indicar algo que quizás sólo interesaría desde un punto de vista académico pero es realmente útil para saber de qué estamos hablando: el concepto “colonialidad” ha dado lugar a los Estudios Poscoloniales y a la Crítica Decolonial. Estás dos “áreas de conocimiento” –por llamarlas de algún modo— están relacionadas entre aunque existen diferencias importantes, que no podré explicar aquí. La semejanza principal a destacar es que promueven la descolonialidad[2] frente a la colonialidad global que estamos experimentando.

La colonialidad es el conjunto de patrones de poder de larga duración que emergió con el colonialismo pero afecta a todas las esferas de la vida humana en el sistema-mundo actual. La decolonialidad, en cambio, sería el escenario deseable donde se rompe la “matriz de poder colonial” en favor de la diversidad en todas las esferas sociales.

Es importante destacar que la colonialidad se articula a partir de la estrecha relación entre la “colonialidad del ser”, la “colonialidad del saber” y la “colonialidad del poder”. Dicho de otro modo: los patrones de poder en las diversas áreas de la vida moderna derivan de la visión hegemónica impuesta respecto a la concepción del Ser, la validez del Saber, y el ejercicio del Poder. Siendo así, la descolonialidad sólo será posible mediante la ruptura de las visiones hegemónicas respecto al Ser, el Saber y el Poder.

¿Cómo se llega a esa ruptura? Primero, reconociendo la visión hegemónica impuesta por el “sujeto moderno” –o sujeto occidental— que se atribuyó a sí mismo la supuesta cualidad de ser universal. Después, repensándonos como personas y evaluando las relaciones que establecemos con las demás.

Nuestras aspiraciones personales están marcadas, de un modo u otro, por la presencia del modelo moderno del “Yo” (Ser) que se considera superior a “El Otro”, se atribuye la capacidad de producir verdades universales (Saber), y por tanto, cree que tiene la autoridad para decidir por todas las demás personas (ejercer el Poder). Tal hegemonía afecta a las relaciones interpersonales en todas las escalas: desde la configuración de la familia hasta la del Estado. Así ha ocurrido a lo largo de toda la historia del sistema-mundo y de la historia nacional cubana.

Colonialidad y ciudadanía

En la entrada anterior indiqué que la matriz colonial de poder establecida por el sujeto“conquistador” (hombre, blanco, occidental, capitalista, militar, cristiano, patriarcal y heterosexual) ha persistido en el “Hombre Nuevo”. Ahora propongo reflexionar sobre cómo también persistió en el ideal de “ciudadano” durante la República y si sobrevive en el modelo de “ciudadano” que algunas personas proponen para “la transición democrática”.

En la vida real, el concepto “ciudadano” ha reproducido la matriz colonial de poder instaurada en 1492 con el sistema-mundo moderno/colonial. El Emile de Jean-Jacques Rousseau —que representa por antonomasia al “ciudadano ilustrado”— está moldeado a imagen y semejanza de los intereses del hombre blanco, occidental, capitalista, militar, cristiano, patriarcal y heterosexual.

En efecto, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), documento fundamental de la Revolución Francesa, no consideró a las mujeres blancas occidentales, y mucho menos a los hombres y mujeres no occidentales. No es casual que la Revolución Haitiana comenzara ese mismo año, no que Olympe de Gouges escribiera la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en 1791.

Incluso el concepto “ciudadana” reprodujo relaciones coloniales. En el siglo XIX, las mujeres negras estadounidenses ya criticaban el proyecto emancipatorio de las feministas blancas porque no se sentían representadas. Esa lucha continua en el Feminismo Negro del siglo siguiente. De hecho, la actual diversidad de feminismos ha demostrado los límites del Feminismo Ilustrado, cuyos principios persisten en las Feministas de la Igualdad.

En el caso cubano, el modelo de “ciudadano” reprodujo la colonialidad tanto en la República en Armas como la República. La discriminación de clase, raza, género, sexualidad, religión, etc., se confirmaría de muchas formas en la práctica cotidiana.

Descolonizar el sujeto, la ciudadanía y el Estado

La Crítica Decolonial pone al descubierto que ningún proyecto social será realmente emancipador si no erradica todas las facetas de la matriz colonial de poder al unísono. Nos permite hacer las preguntas incómodas a “los demócratas”: respecto a la diversidad sexual y la diversidad religiosa, el derecho de la a decidir sobre nuestros cuerpos (vestirse, aborto, eutanasia…), el derecho al matrimonio (sin distinción de sexo), el derecho a la adopción (sin distinción de sexo o estado civil quienes piden la custodia), el derecho al trabajo (sin discriminación de género, orientación sexual, raza, creencia, etc.).

Al mismo tiempo, la Crítica Decolonial nos reta a asumir vindicaciones transversales. Es por ello que debemos organizar “besadas” no sólo por los derechos al matrimonio, la adopción, etc., sino también (al unísono) por los derechos la libre asociación, la libertad de expresión, el libre acceso a la información, la libertad de trabajo, la libre movilidad, a una vivienda digna, al acceso a un medioambiente ecológicamente sano, al empoderamiento social…

La Crítica Decolonial también podría hacer que los oficialistas reflexionen.

Así de radicalmente emancipadora es la Opción Decolonial.
—–
[1] Para una introducción mínima a estos temas recomiendo leer, en este orden:

  1. Dussel, Enrique (2008). “Meditaciones anticartesianas
  2. Grosfoguel, Ramón (2008) “Hacia un pluriversalismo transmoderno y decolonial

[2] En castellano se utiliza indistintamente los prefijos de- y des- para construir estos conceptos. Así, algunas personas utilizan decolonial o descolonial, etc. El objetivo es ir más allá del estricto significado político-económico que tiene palabras como descolonización o descolonizador.

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