Como en la pintura de Abela

Janis Hernandez

HAVANA TIMES — La naturaleza fue próvida con nuestra isla, serranías pletóricas de historia, génesis de nuestro real folclor y fuente de inspiración para las artes, sobre todo la pintura.

Cuba posee cuantiosas superficies que clasifican como campo o campiñas, grandes extensiones de tierra (hasta hace muy poco bastante subutilizadas) dedicadas al cultivo agrícola o a la crianza de ganados.

El campesinado, esos hombres y mujeres que viven en las areas rurales y trabajan las labranzas, tienen características muy singulares en cuanto a su manera de conducirse, tonos del habla y costumbres. Campechanos, como suele llamarseles, los guajiros son muy hospitalarios, solícitos y afables. Grandes conversadores, contadores de cuentos y leyendas locales. Esos para los que cualquier distancia,…esta ahí, al cantío de un gallo.

Siempre dispuestos a brindar el buchito de café matutino, colado al carretero o empinao, hecho del grano puro recogido de los cafetales, puesto en los anchos secaderos y luego tostado y apisonado en morteros de madera a la sombra de un arbol.

Animales, arroyos, sabanas, montañas y gente humilde, conforman ese gracioso mundo, donde los tonos de verde sorprenden, donde una tonada o una controversia acompaña siempre al trago de aguardiente al amparo de un arpegio de guitarra.

Sin embargo, hoy esas gentes buenas de pieles curtidas por el sol, llevan en sus espaldas la dura responsabilidad de sostener el mayor porciento de la base alimentaria del país. Los agromercados estatales o arrendados han variado y crecido sus ofertas desde el momento en punto que se dieron  “determinada libertades” de comercialización de sus productos a nuestros agricultores.

Pero los precios siguen siendo excesivos para la mayoría, cuyos salarios apenas le da para hortalizas. Los campesinos pagan su transportación, venden la mercancía a intermediarios, que obviamente suben el precio inicial porque deben de pagar los productos y el local, a los que el Estado les tiene colocado subidos impuestos.

Las carnes, viandas, frutas y vegetales que llegan a nuestras mesas, transitan por un largo camino de compra y venta a montos irrisorios. Por ejemplo, el campesino compra a las Empresas los útiles de trabajo: azadas, machetes, alambres de cercar, guantes, fertilizantes, monturas, etc.

Una vez recogidas las siembras, alquilar el transporte (el que casi ninguno tiene propio). Luego pagan sus impuestos por concepto de venta y no siempre pueden fijar ellos mismos sus precios, pues ya estan establecidos por las entidades.

Cuando se trata de negocios con particulares, también esta fijada la tarifa maxima de facturación, así estos últimos no se permiten dejar de sacar grandes dividendos a sus inversiones. El hecho es que al final nosotros, los consumidores, pagamos las consecuencias de tanto y tanto bregar.

Muchos tienen expresiones peyorativas para los campesinos, a los que se les echan todas las culpas de las carestías. Los llanos labriegos no le resultan tan simpaticos a quien tiene que alimentar a sus familias y los rostros de quienes trabajan y viven en el campo cubano no parecen ya tan graciosos como en la alegoría de guajiros en una pintura de Abela*.

*Eduardo Abela, pintor y caricaturista cubano. Creador del personaje El Bobo. Autor de la obra Guajiros, paradigmatica de la pintura cubana.

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