Comienzo y final de una verde mañana

Dr Roberto Mulet*  (Juventud Técnica)

HAVANA TIMES — Hoy quería estar escribiendo mi trabajo para la columna DFísik. Debía ser algo así como “El tiempo para Físicos y Poetas”. También debía atender el trabajo de Licenciatura de mi estudiante de 5to año, algo sobre modelación del Metabolismo Celular en células de mamíferos. Preparaba los varios puntos que debo presentar en mi consejo de dirección y además organizaba una clase metodológica.

Esa era mi mañana cuando me llegó un correo anunciándome que el MINSAP reconocía a la “Medicina Natural y Tradicional como especialidad médica, integradora y holística de los problemas de salud”. Mañana arruinada.

No es un problema personal; la verdad, cuando llegue a un médico y me recete góticas florales, cambiaré de médico; cuando a mis hijas las quieran anestesiar con acupuntura cambiaré de hospital; cuando me propongan la próxima vacuna homeopática, los mandaré lejos. Todo sin rencor ni demasiado esfuerzo intelectual. O sea que, personalmente, la decisión de marras no me quita demasiado el sueño.

Pero como en Cuba, al menos hace algunos años, enseñaban a andar por la vida pensando en alguien más que en uno mismo, me preocupo. Me preocupo por los recursos que se dilapidan. Recursos que podían usarse elevando más el salario de los médicos, o el mío de profesor universitario o comprando más leche en polvo para los niños de ocho años. Da igual, cualquier cosa es mejor. Me preocupo por los pacientes que confían ciegamente en nuestro sistema de salud y que serán víctimas de prácticas seudo-científicas. ¿Cuál será el precio humano que pagaremos?

Pero preocupaciones aparte, siento pena por nuestro sistema de salud, uno de los logros de la Revolución. Por los miles de médicos que desde prácticas científicas salvan millones de vida en Cuba y en el mundo entero. Me apenan los futuros médicos que ya estudian en secundarias y pre-universitarios de dudosa calidad y que difícilmente podrán discernir solos la diferencia entre la medicina validada por la evidencia y el desatino bordeado de palabrería filosófica.

Siento pena por la vergüenza histórica que cae sobre ese consejo de dirección del MINSAP, al fin y al cabo probablemente compañeros buenos y revolucionarios. Siento pena por los pocos colegas que han estado combatiendo durante años tanta insensatez y también por las direcciones de la Academia de Ciencias de Cuba y del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, que, hasta ahora, se han pasado con ficha.

En fin, una mañana llena de preocupaciones y penas.

No quiero aburrir con largas explicaciones sobre la seudo-cientificidad de la mayoría de las prácticas que acaba de aprobar el MINSAP, por demás ya abordadas en Juventud Técnica, en conferencias y en el libro Medicina sin Apellidos. Al menos hoy no vale la pena. Quería solo compartir un estado de ánimo, hacer manifestación catártica de una pregunta que me va abrumando: ¿se sabe en la dirección del MINSAP qué es el método científico? Yo lo dudaba. Acaban de demostrar que no. Y ahora que lo escribo y aprehendo el hecho, mi preocupación y pena se vuelven pánico. ¿Cómo es posible? ¿Quién más no sabe de él?
—–
* Profesor Titular. Facultad de Física. Universidad de La Habana

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