Una persona conocida de las redes sociales, con la cual simpaticé al entrar en contacto con su historia y ella conmigo al saber sobre la mía y nuestros puntos de vista coincidentes acerca de la dictadura cubana, hoy me escribió para decirme que me borraría de su lista de amigos, porque no quiere que en su muro aparezcan historias de amigos suyos que aprecian al expresidente Barack Obama.
Me entristeció por partida doble, primero porque ella me conoció personalmente en la Casa Bacaradí nada menos, presentando un libro con un amigo íntimo, expreso político cubano, con el afecto de muchos luchadores por la libertad de Cuba, y conversamos, se llevó mi libro, y hasta donde yo creía, ingenuo eterno al fin y al cabo, habíamos simpatizado personalmente.
Pero más aún lo lamento, porque pensé que incluso estábamos en un mismo barco en contra de cualquier intolerancia, en aquel instante representado en la Revolución cubana; está pasándome últimamente con mucha personas, descubro que no están a favor de la democracia y del civismo, y en contra del autoritarismo y el pensamiento monolítico como decían, sino que son exactamente iguales, idénticos a los que disfrazaron su intransigencia con la palabra “comunista” en la Isla hace ya sesenta años, albergan el mismo tipo de odio, solo que desde la acera opuesta, sin darse cuenta que hacer eso precisamente perpetúa el juego.
Desde que asumió el actual mandatario de EE.UU. he tenido la desdicha de constatar que este no es un caso aislado, que Fidel Castro inoculó el odio entre cubanos, o la necesidad de construirse en torno y en base al odio al prójimo, en la imposibilidad de la convivencia, en la perpetuación de la intolerancia y en la guerra a la concordia.
Pero sí quiero apuntar una cosa, desde muy temprana edad tuve inconvenientes con la familia y con las autoridades cubanas que me atendían, por mi inclinación a admirar aspectos progresistas de los EE.UU., Inglaterra y Francia, como el rock, el hipismo, los blue jeans, la libertad individual, el arte, el jazz, el blues, el derecho de expresión, la convivencia; desde los dieciséis años llevaba una mancha en el Expediente Escolar Acumulativo: “Diversionismo Ideológico”, por esa devoción a la Libertad , y me sorprende que son esos precisamente los valores que esos individuos, a la sazón convertidos en una masa informe, detestan de los Estados Unidos de América.
El cubano se ha mostrado inmune a la democracia, ya sea en diez, veinte, treinta incluso medio siglo viviendo en su sistema.
¿Nueva?… mejor dicho a retornar a nuestro sempiterno círculo vicioso.
PD: Lo más fácil para mí sería pedirle a todo aquel que se sienta identificado con esa persona que me borre de sus contactos, y de ese modo yo podría construirme también basándome en el antagonismo, pero en su lugar les pido que intenten reponerse a sus propios prejuicios, como yo hago cada día con los míos, que son extensos y antiguos, pero ni infinitos, ni eternos.
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