Estrellas que apagamos

Verónica Vega

HAVANA TIMES — Aunque no veo mucha televisión, creo que de la cultura de la India lo que más se promueve aquí son los productos de Bollywood que repiten una y otra vez la misma fórmula: canciones pegajosas, una belleza ultra estandarizada y todo tipo de clichés figurativos en un vértigo visual alucinante.

Cuánto me gustaría que las ofertas indias fueran películas como una que me ha dejado pensando durante días: “Taare Zaamen Par”, título que traducen como: “Estrellas en la tierra”.

El filme cuenta la historia de un niño que está repitiendo el tercer grado y aún tiene serios problemas de aprendizaje. Criado en el seno de un hogar armónico, hijo menor de una familia de la clase media, mimado por su madre, su inadaptación al mundo parece ser su único conflicto.

Las puntuales canciones donde no hay bailes sensuales ni bellezas exóticas, expresan los pensamientos del protagonista o insertan reflexiones profundas y cáusticas. Es un filme para pensar y para compartir; debería ponerse en las escuelas y tiene mucho que enseñar a las familias.

La historia de Ishaan, que no está precisamente basada en hechos reales, nos muestra a un niño tan tangible que cualquiera de los acusados de “raros” podemos tomar como personal.

Me recordó mi agonía en los primeros años de la primaria, cómo me orinaba en mi asiento sólo porque una niña más fuerte no me dejaba nunca pasar al baño. Las cosas que me robaban: juguetes, lápices, prendas… Las que yo misma regalaba (no por generosidad sino a cambio de ser aceptada), acarreándome regaños al volver a casa. Coacciones, humillaciones…

Uno de los temas más bellos de la banda sonora (“Maa”, premiado por letra e interpretación), dio forma a un pensamiento instintivo, remotísimo: esa aspiración a que la madre sea un aliado tácito, omnipresente, alguien capaz de percibir no tanto lo que mostramos sino lo que nos esforzamos en ocultar.

Los abismos que se abren ante la mirada de un niño cuya sensibilidad no es detectada a tiempo o es ignorada, ¿quién puede valuar cuántos desgarros implica y cuánto se sacrifica en la “adaptación” a un férreo canon de educación o a las brutales leyes de la supervivencia y la competencia? Esas “curas de caballo” pueden llevarse lo mejor de un ser humano.

Creo que hay países donde la pedagogía se toma muy en serio y se estimulan y apoyan proyectos experimentales que intentan respetar al individuo desarrollando entes auténticos, indóciles, cuestionadores. Pero temo que incluso en esas tentativas se pierde parte de esta red delicada y compleja que forman la percepción interior y los sentimientos.

Más que un sistema se necesita algo vivo, que sea capaz de mutar no sólo con las circunstancias sino con ese microcosmos único, intransferible, que es un individuo.

Usando la misma metáfora que sugiere el título de la película, no puedo dejar de preguntarme cuántas estrellas-niños se estarán apagando ahora mismo (¿y en Cuba?!), en la lucha por adaptarse a este desquiciado mundo.

Películas como “Taare Zaamen Par” demuestran que el arte, tal como previó Schopenhauer, “es un estado de contemplación desinteresada, donde las cosas se muestran en su pureza más profunda. Nos habla en el idioma de la intuición, no de la reflexión… Es una vía para escapar del estado de infelicidad propio del hombre”.

Articulos recientes:

  • Mundo
  • Nicaragua
  • Reportajes
  • Segmentos

José Mulino, delfín de Martinelli, gana en Panamá

Mulino reemplazó al expresidente Ricardo Martinelli, que está asilado en la Embajada de Nicaragua tras…

  • Cuba
  • Cultura
  • Entrevistas

Congregations: El metal es el partido musical opositor

Por supuesto, que nos discrimina, nadie quiere oír lo que está mal, todo el mundo…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

Desespero por no poder controlar la caída del peso cubano

Acusan al medio independiente "El Toque" de poder más que sus políticas económicas para frenar…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.