“Un error no debe conducir a otro error”

Fernando Ravsberg*

Frente a miles de cubanos y en un acto transmitido por la TV para todo el país, el músico Roberto Carcassés expuso un pliego de peticiones. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES — Las recientes reclamaciones del músico Roberto Carcassés, en un acto por la libertad de los agentes cubanos presos en EE.UU., provocaron un tsunami político. En los círculos intelectuales de la isla no se habla de otra cosa, tal y como si el hecho tuviera una importancia capital.

La repercusión estuvo dada porque muchos cubanos escucharon en directo por televisión un pliego de reivindicaciones en el que mezclaba la libertad de expresión con la de fumar marihuana y la elección directa del presidente con el automóvil que no le quieren vender.

En las redes sociales algunos colegas jóvenes me escribieron indignados contra el músico criticón. También leí los post de los blogueros profesionales “pidiendo sangre”, pero no me sorprendieron porque siempre quieren aparentar ser más marxistas que Marx.

En el anticastrismo externo renacieron las esperanzas. Aseguran que “Carcassés es la punta del iceberg”, que “el pueblo está perdiendo el miedo”, y vuelven a soñar con el levantamiento popular que la disidencia interna ha sido incapaz de promover.

Los cubanos de a pie con los que hablé se dividen entre quienes lo ven como un oportunista que se “robó el show de los 5”, los que lo consideran un valiente que “se lo jugó todo”, los que piensan que “ejerció su derecho en un lugar equivocado” y a la mayoría les aburre el tema.

Silvio Rodríguez lo invitó a acompañarlo en sus conciertos por los barrios cubanos cuando supo que se le había prohibido volver a subir a un escenario

Lo cierto es que las cosas no habrían trascendido del territorio de lo anecdótico si no hubieran surgido de inmediato los sancionadores, dispuestos a cortarle la carrera profesional por tiempo indefinido, obligándolo a emigrar con su música a otra parte.

Fue entonces que las alarmas se dispararon, algunos blogs cubanos de izquierda como La Joven Cuba, advirtieron sobre el costo político de semejante medida pero nadie los escuchó hasta que entró al ruedo Silvio Rodríguez, una voz más difícil de silenciar.

El cantautor invitó al músico castigado a participar en sus próximos dos conciertos barriales y de esa manera puso a los sancionadores ante la disyuntiva de prohibir también sus presentaciones como única vía de lograr que su mandato se cumpla.

Lo paradójico es que Silvio cree que su colega “cometió una gran torpeza”. Dice que hubiera preferido que lo dijera en otro concierto porque “la lucha por la libertad de Los Cinco es una bandera sagrada del pueblo de Cuba, muy por encima de otras consideraciones”.

Pero interviene cuando “a la torpeza de mi compañero la siguió otra por parte de la institución que rige el trabajo de los profesionales de la música en Cuba”. Lo hace “por repudio a prácticas de este tipo en otros tiempos, por rechazo a la idea de que volvieran a instaurarse”.

Silvio sufrió esas prácticas en carne propia, cuando era un joven rebelde. Aprendió que “un error no debe conducir a otro” y comprende que resulta verdaderamente “espantoso que la causa de Los Cinco pueda usarse como pretexto para un acto de represión”.

La sanción no me sorprendió, conozco a cantantes obligados al silencio durante 2 años por expresar sus opiniones y a un periodista de la TV local que fue separado de los medios por 12 meses debido “al contenido ideológico” de uno de sus reportajes.

La protesta de Carcassés irritó a algunos porque la hizo en medio de un acto por la libertad de los 5 agentes cubanos presos en los EEUU. Foto: Raquel Pérez

Desde los 70, el sector ideológico del Partido se ha proyectado como punta de lanza de la intolerancia, contra los religiosos y los homosexuales, ejerciendo un férreo control sobre la prensa y atacando cualquier expresión artística o intelectual que no transite por los caminos debidamente autorizados.

Desde luego no es la primera vez que sucede algo así, lo nuevo es que esta historia tuvo un final feliz. Las autoridades recapacitaron, apostaron por el diálogo e informaron que “las conversaciones fueron tan positivas que han decidido dejar sin efecto la sanción”.

Pensar que la presión funcionó sería solo parte de la verdad porque también puede estar influyendo la renovación de cuadros dirigentes al frente del Departamento Ideológico del Partido Comunista, algo que podría traer cambios trascendentales en ese sector.

Dice en su carta Silvio Rodríguez que “un error no puede conducir a otro error” y yo le acoto que cuando, a pesar de eso, alguien se vuelve a equivocar, la rectificación no es un gesto de debilidad ni de fortaleza, es un acto elemental de justicia.
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 (*) Publicado originalmente por BBC Mundo.

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