Foto en La Habana por Petra Hacavska Les puedo asegurar que la vida en Cuba no es tan barata como para poder comer, vestirse y pagar la electricidad con la cuarta parte de un dólar al día. ¡Y hay optimistas que suponen que les sobra dinero para vacacionar en hoteles de 5 estrellas!
Hay quienes aseguraron que las cantidades que envían son muy superiores a las de sus vecinos y que eso demuestra el éxito de la comunidad cubana de emigrados. En realidad yo tengo la impresión de que son mucho menos desprendidos que el resto.
Comparemos otra vez con El Salvador, un país con la mitad de habitantes. Solo en enero del 2010 se recibieron US$236 millones, lo que significa que esa comunidad envía anualmente a sus familias casi 3 veces más que los cubanos.
En los hogares más humildes de Cuba las remesas pueden llegar a duplicar los ingresos familiares, pero esta proporción no se produce porque les envían mucho dinero sino por los bajísimos salarios que paga el Estado a sus empleados.
En algunas familias esta ayuda es clave para llegar a fin de mes y pasarían hambre si no se la enviaran. En otros casos significa ese dinero extra imprescindible para comprar la tele, la lavadora, reparar la casa o celebrar los “15” de la niña.
También están quienes no necesitan remesas, los que se pagan ellos mismos sus gastos, vacaciones incluidas. Leer los post titulados “Pobrecitos los cubanos” puede ayudar a entender quiénes son estos turistas nacionales y de dónde viene su dinero.
Es solo cuando llegan a manos del Estado que esos 28 centavitos se convierten en US$1.000 millones, dinero en efectivo que termina en las arcas nacionales gracias al impuesto del 240% con que son gravados los productos que se venden en moneda dura.
Poniéndolo en contexto hay que decir que las remesas representan un ingreso semejante al del turismo. Sin embargo, el millón de emigrados apenas envía la cuarta parte de lo que se obtiene por el trabajo en el extranjero de los 50.000 cooperantes cubanos.
Durante la crisis económica de los años 90 el ingreso de las remesas fue un asunto de vida o muerte para el gobierno y también para la población. Hoy su importancia se ha reducido pero sigue siendo una fuente significativa de divisas para la economía.
Tratando de ahogar a Cuba, políticos de EE.UU. y grupos del exilio han intentado limitar las remesas pero fue una lucha inútil. Hasta una radical anticastristas como Celia Cruz le hizo llegar dinero a los suyos durante toda su vida, según me confesó su hermana.
Pero ni siquiera los montos que la cantante enviaba eran suficientes para pagar hoteles de 5 estrellas. Así que quienes envían remesas pueden dormir tranquilos, nadie en Cuba derrocha el dinero que tanto sacrificio les ha costado ganar.
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Publicado con la autorización de BBC Mundo.