¿Líderes naturales o cuadros profesionales?

Por Fernando Ravsberg*

Foto: Raquel Pérez Díaz

HAVANA TIMES — Viendo los congresos de las organizaciones populares cubanas recordé una experiencia de la escuela Lenin (1). Tenía que ver con el liderazgo, los líderes naturales y los dirigentes puestos en base a listas únicas, previamente elaboradas por “los factores” (2).

Carlos Lage (hijo), quien era estudiante en esa época, se percató de que la mayoría de los líderes juveniles de opinión estaban fuera de la dirección de las organizaciones, entiéndase la Juventud Comunista o la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media.

Pensó e impulsó un plan para influir políticamente sobre estos jóvenes partiendo de que sus voces eran las más escuchadas por el alumnado. Los bautizaron como “los líderes informales” pero mucho más exacto hubiera sido llamarlos “líderes naturales”.

La experiencia fue interesante y tuvo resultados notables. Le faltó continuidad porque el proyecto debía ser impulsado con el apoyo de los mismos dirigentes cuya representatividad resultaba cuestionada por la existencia de los verdaderos líderes del estudiantado.

Liderazgo o jefatura

La gran diferencia entre un jefe y un líder es que al primero solo le hace falta un cargo para mandar, mientras que el poder del segundo reside en ser seguido de forma voluntaria. A un jefe lo nombran desde arriba, un líder nace y se forja entre la gente.

Seguramente, Lula no hubiera logrado el gran respaldo popular con que cuenta si fuera un “cuadro” nombrado por un partido para dirigir los sindicatos brasileños. Por el contrario, los trabajadores comenzaron a seguirlo y eso lo convierte en líder nacional.

Me viene esto a la cabeza cuando veo a “cuadros” dirigiendo una provincia y luego aparecen, de la noche a la mañana, al frente de una organización popular. ¿Tan mal andan entre las “masas” que el Partido debe enviar sus “cuadros profesionales” a dirigirlas?

Es difícil de creer que una nación como la cubana carezca de líderes, más bien pareciera que a veces se prescinde de ellos porque resultan personas “difíciles”, son demasiado “independientes” y por ende poco dado a obedecer las “ordenes de arriba”.

Me cuentan mis colegas que para la elección de la dirección de la Unión de Periodistas había una lista de nombres previamente elaborada y que costó agrios debates cambiarla y elegir a Moltó. Los ejemplos abundan porque se trata de una política general.

La pregunta es si en el nuevo modelo las “organizaciones de masas” seguirán siendo herramientas para influir y dirigir al pueblo o si se transformarán en estructuras democráticas, de forma que todos los cubanos tengan un espacio de participación.

Pros y contras de los líderes naturales

Solo los líderes naturales de la juventud cubana pueden lograr que las nuevas generaciones se interesen por los problemas de la nación. Foto: Raquel Pérez Díaz

El “problema” de los líderes naturales es que les cuesta ajustarse a la disciplina partidaria, rechazan la incondicionalidad, son desobedientes, no están interesados en cargos y, para que trabajen en una dirección, hay que convencerlos de que se toman en cuenta los intereses de su gente.

Son temidos porque no se les puede callar, son irreverentes, críticos, imprevisibles y tienen un carisma que opaca a los “políticos profesionales”. Les molesta que estos líderes tengan, de forma natural, lo que a ellos les cuesta tanto cargo y propaganda conseguir.

La gran “ventaja” es que estos líderes son más escuchados porque sus seguidores los consideran uno de ellos y creen que son personas confiables, incluso cuando después ocupan cargos políticos, como fue el caso de Lula al alcanzar la presidencia de Brasil.

La escuela Lenin llevó a sus “líderes informales” a los hospitales y les mostró los esfuerzos que se hacían para atender a todos, conversaron con directivos del transporte, de la construcción de viviendas, organizaron cinedebates y debates políticos con dirigentes cubanos.

El efecto se hizo sentir, estos muchachos transmitían a los demás todo lo que iban descubriendo. Lo hacían conversando en los pasillos y en su idioma, entre bromas, charlas de música, deporte o sexo. Sin necesidad de actos aburridos ni teques (3) políticos.

Enviar “cuadros” para dirigir la sociedad civil en vez de dejar que elijan a sus propios líderes ha creado un espejismo de unanimidad. Foto: Raquel Pérez Díaz

Enviar “cuadros” para dirigir la sociedad civil parece el camino más “rápido” para influirla pero en Cuba se ha convertido en un espejismo de actividad formal, de círculos de estudio sin debate, de reuniones vacías de contenido y de congresos unánimes.

Permitir que elijan a sus líderes fortaleciera la credibilidad de las organizaciones y daría sentido de pertenencia a sus miembros. Pero, tal vez, lo más importante sea que podría establecerse un canal de expresión real de los diferentes sectores de la nación hacia los que la gobiernan.

Si después los “cuadros” políticos no logran conquistar a los líderes naturales de la gente, el problema no debería buscarse en la sociedad civil ni en las organizaciones de masas sino en las políticas del partido o en la selección, formación y capacidad de sus miembros.
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NOTAS:

  1. Escuela Vladimir Ilich Lenin, centro vocacional preuniversitario con mayores exigencias académicas que el resto de las escuelas.
  2. Los factores son los que deciden todo en todas partes en Cuba. Pueden incluir al Partido, la Seguridad del Estado, la Administración local y hasta los sindicatos.
  3. Teque es un discurso político gastado y aburrido de tanto repetirlo.

(*) Visita la página de Fernando Ravsberg.

 

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