El Papa Francisco y el sacrosanto mercado

Fernando Ravsberg*

Las reformas están abriendo sectores de la economía a las reglas del mercado.

HAVANA TIMES — Desde que llegué a la isla oigo a algunos cubanos decir que la economía no puede funcionar sin dueños a los que les duela, que el gobierno debería soltar las riendas de una vez y dejar que sea el mercado quien modele la vida socioeconómica de la nación.

Parece una reacción lógica en ciudadanos de un Estado que ha pretendido controlar absolutamente todas las actividades económicas del país, desde el turismo o la producción de níquel hasta la venta callejera de fritas o el trabajo de los lustrabotas.

Sin embargo, el Papa Francisco, un señor sin ningún antecedente izquierdista, cuestiona a quienes aseguran que el crecimiento económico solo se puede alcanzar permitiendo que los mercados actúen sin control y pone en duda que eso conduzca a la equidad y la inclusión.

Su Santidad asegura que “Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante”.

La cultura es uno de los sectores que el mercado tiende a recortar o convertirlo en un privilegio de las élites.

Se trata de un mensaje oportuno para aquellos cubanos que, dentro y fuera de la isla, apuestan por dejar en manos del redescubierto mercado la vida de la nación, confiando en que este sea capaz de regular de la mejor manera las actividades de la sociedad en su conjunto.

El Papa Francisco nos recuerda que en el mundo mientras unos pocos ganan inmensas fortunas la mayoría no alcanza el bienestar y que “Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”.

Tras 50 años de estricto intervencionismo estatal, muy pocos dudan de que la economía cubana necesita una mayor espacio de mercado pero este es un proceso que podría hacerse evitando cometer los mismos errores con los que ya tropezaron otros países.

El Papa asegura que “en este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”.

La salud pública es uno de los sectores que habría que proteger de “las reglas del mercado”.

Y entre los sectores más frágiles están también la educación, la salud pública y la cultura. Ninguno de ellos produce beneficios económicos directos, a veces ni siquiera se autofinancian, por lo que el mercado tiende a recortarles sus presupuestos o privatizarlos.

La nación cubana ha logrado dar acceso a todos sus ciudadanos, sin excepción, a estos 3 sectores y es algo a lo que no tienen necesidad de renunciar. Hay mucho que mejorar en la economía pero el reto es lograrlo sin excluir a los que tienen menos recursos o capacidades.

Las reformas en Cuba no están exentas de riesgos por lo que los ciudadanos harían bien en andar atentos a los daños colaterales que puedan provocar a los grupos más vulnerables. Incluso cuando se trata de medidas económicas que resultan populares y necesarias.

La ley de compraventa de automóviles es un buen ejemplo de cómo se puede poner el mercado al servicio de la sociedad. Utilizar los beneficios en la creación de un fondo para la promoción del transporte público es pensar en los más pobres y en el medioambiente.

Lo mismo se podría aplicar a las transacciones con la vivienda, haciendo que todos paguen el impuesto para utilizar el dinero del gravamen en financiar la construcción de apartamentos de alquiler dirigidos a quienes no pueden comprar una casa a precio de mercado.

La recién aprobada ley de compraventa de automóviles es un buen ejemplo de cómo se puede sacar recursos del mercado para proteger a los más pobres y al medioambiente.

Experiencias como la de Escandinavia, donde viví varios años, demuestran que es posible desarrollar un Estado fuerte, que actúe como regulador del mercado y redistribuidor de las riquezas, garantizando a la vez la inclusión social y la eficacia económica.

Es verdad que el Estado no siempre actúa con eficiencia, si lo hiciera la economía cubana estaría mucho mejor pero si el mercado fuera tan justo no condenaría a la miseria a cientos de millones de seres humanos y si tuviera tanta sabiduría evitaría caer en constantes crisis.

El Papa Francisco no rechaza el mercado pero recomienda que este bajo el “control de los Estados, encargados de velar por el bien común” para evitar que se instaure “una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas”.

Sin duda el papel del Estado debe ser “velar por el bien común” y en el caso cubano eso implica que la economía se desarrolle sin destruir el medioambiente, la cultura, la educación o la salud pública ni excluir a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Por mucha eficiencia que las reformas puedan traer a la macroeconomía, la nación habrá retrocedido si para lograrlo tiene que dejar a un solo niño cubano sin escuela, durmiendo en las calles o muerto por una enfermedad curable.
—–
(*) Publicado originalmente por BBC Mundo.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

  • Cancion del Dia
  • Mundo
  • Noticias
  • Segmentos

Mayra Andrade – Canción del día

La artista destacada de hoy es Mayra Andrade de Cabo Verde con la canción Tan…

  • Mundo
  • Noticias

Haití estrena presidencia colegiada de nueve miembros

De los 11,5 millones de habitantes en este país, unos 4,5 millones necesitan ayuda humanitaria…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.