El gobierno cubano y los transportistas: ¿imposición o negociación?

Los cubanos de a pie pagan los platos rotos

Fernando Ravsberg

Taxi colectivo. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Hay una prueba de fuerza entre las autoridades y los transportistas privados de La Habana. El gobierno quiere poner cierto orden y la respuesta es una huelga silenciosa, sin carteles ni declaraciones pero muy efectiva, según se percibe en las calles.

“Estuve esperando 2 horas un carro en (el barrio de) la Víbora sin conseguir uno que me lleve, cada vez que el gobierno saca una resolución contra los boteros (taxi colectivo) terminamos pagando los cubanos que no tenemos carro”, me decía un trabajador irritado.

El gobierno de la capital acaba de establecer itinerarios y precios a los transportistas privados, la mayoría de los cuales conducen automóviles de los años 50, adaptados con motores modernos diésel, el combustible más barato en el mercado negro.

Hace unos meses les habían ordenado bajar los precios. La astuta respuesta de los transportistas fue cortar los trayectos a la mitad y de esa forma seguir cobrando lo mismo. Los afectados fueron los usuarios, obligados cambiar de vehículo en medio del trayecto.

Ahora les imponen precio y ruta para evitar que puedan volver a eludirlo y se insta a los ciudadanos a denunciar a los transportistas que violen esa orden, los cuales pueden ser multados, perder la licencia o incluso se arriesgan a que le decomisen el automóvil.

Desde hace más de medio siglo el Ministerio del Transporte se ha mostrado incapaz de resolver el problema, organizando una red de autobuses mínimamente aceptable. Foto: Raquel Pérez Díaz

La respuesta de los boteros fue lanzar esta huelga, que ha reducido drásticamente el número de vehículos, provocando el malestar de la población. Curiosamente, se oyen más críticas contra el gobierno provincial que contra los propios boteros.

Y en realidad hay cierta sabiduría en la gente porque el gobierno se ha mostrado incapaz de hacer cumplir lo que ordena y las consecuencias la sufre el cubano de a pie (nunca mejor dicho) porque el transporte privado es imprescindible.

Han aparecido por ahí algunos extremistas que, tratando de hacer méritos políticos, convocan a las masas a luchar contra los boteros con la infantil consigna de “Ni un paso atrás”, como si los cuentapropistas que nos transportan fueran la causa del problema.

Olvidan o no tienen en valor de recordar que la crisis se prolonga por más de 50 años, mucho antes de que el Presidente Raúl Castro permitiera el transporte privado. Ni en los mejores tiempos las “guaguas” estuvieron a la altura de las necesidades.

Cuando el gobierno local y el Ministerio de Transporte (Mitrans) abren el “mercado”, lo hacen sin regulaciones de precios de los pasajes, rutas, horarios y abastecimiento de combustible. Normas que existen en muchísimos países de economía “no planificada”.

Quienes trabajan en el transporte privado no pueden importar las piezas de repuesto, además de tener que comprar baterías y gomas a sobreprecio en el mercado negro. Foto: Raquel Pérez Díaz

Pero los fanáticos no son tontos, es más fácil gritar consignas contra los boteros que contra el Mitrans, aunque este organismo sea el que lleva medio siglo haciendo planes, prometiendo éxitos, consumiendo recursos millonarios y fracasando una y otra vez.

Lo más fácil es culpar a los boteros de todos los problemas, convertirlos en los responsables de lo que nos pasa, tal y como la derecha hace hoy con los inmigrantes en Europa o EEUU. La vieja técnica de encontrar un chivo expiatorio y dirigir la furia de las masas contra él.

No pretendo defender a los boteros, cuyos precios pueden parecer abusivos teniendo en cuenta que compran todo el diésel en el mercado negro a U$D 0,40 el litro. Además de que existen entre ellos diferentes categorías, está la patronal y los empleados.

Un patrón puede tener varios automóviles (desde 1 hasta 20) contratando diferentes choferes. El dueño, sentado en su casa, se embolsa más de $ 1000 USD al mes por cada vehículo mientras que el chofer gana unos 250 USD mensuales, trabajando 10 o 12 horas diarias.

Entonces ni siquiera se puede hablar de boteros en general ni tratar a todos por igual. Hay que analizar cuanto les cuesta mantener sus vehículos, con 60 años de vida en el costillar, trabajando 12 horas al día. Cuanto gastan en piezas de repuesto, gomas o baterías.

También en las provincias ha habido problemas entre los gobierno locales y el transporte privado, tanto o más imprescindible que en la capital. Foto: Raquel Pérez Díaz

Me pregunto si hubo reuniones entre los transportistas privados y el gobierno provincial, si existe un mecanismo de coordinación entre las dos partes. ¿Reciben algún apoyo de las autoridades para importar las piezas que necesitan o cambiar los motores?

La legalización de nuevas formas de propiedad sobre los medios de producción y servicio deberían acompañarse de nuevas formas de relación. Con los trabajadores autónomos, el diálogo y la negociación podrían dar mejores resultados que la imposición.

Aconseja el Rey al Principito exigir “de cada uno lo que cada uno puede dar. La autoridad se fundamenta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia porque mis órdenes son razonables”.

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