El embargo contra Cuba, un enfermo terminal

Fernando Ravsberg*

Fabrica cubana. Foto: Raquel Pérez Díaz

HAVANA TIMES — Durante medio siglo la economía cubana ha tenido que jugar el partido con sus deportistas descalzos, el portero manco, la portería contraria más pequeña y el árbitro vendido. Pero, a pesar de todo, los comentaristas deportivos la critican, porque no mete goles.

Primero declararon un embargo económico y comercial que la privó del acceso al mayor y más cercano mercado mundial. Después lo ampliaron a un bloqueo para “desalentar” a los empresarios de terceros países con intenciones de comerciar o invertir en Cuba.

Le prohibieron usar el dólar, a pesar de que en esa moneda se hacen muchas de las transacciones internacionales y, por si algún banquero no lo entendía, empezaron a repartir multas a diestra y siniestra, llegando hasta los ocho mil millones de dólares americanos a un banco francés (1).

La economía cubana tuvo que recurrir a la tecnología soviética, mucho más atrasada y alta consumidora de energía. Una moto Ural gasta más gasolina que un automóvil y mejor no hablemos de los camiones, buses, cosechadoras o tractores.

Claro que culpar al embargo económico de todos los desastres de Cuba fue también una táctica para ocultar el fracaso de tantos planes utópicos que desgastaron aún más la base económica de la nación. Esos problemas no tuvieron ayuda externa, fueron ciento por ciento cubanos.

La OFAC dedicó más personal a garantizar el embargo contra Cuba, que a perseguir las finanzas internacionales de Al Qaeda.

Ejemplos no faltan: la destrucción de árboles frutales en La Habana para sembrar café, la ofensiva revolucionaria del 68 nacionalizando el pequeño comercio, la zafra del 70, la creación masiva de granjas agrícolas estatales y el abismo entre Economía y Educación.

Tampoco fue culpa del bloqueo la centralización de todas las decisiones económicas ni que se creara una burocracia tan grande como inepta y corrupta. La culpa de este modelo económico no la tienen los enemigos, sino los amigos a los que se copiaron. (Circles, en todo caso los culpables fueron los copiadores, porque los amigos no pidieron que los copiaran, no crees?

La inversión en Educación fue la económicamente más rentable. Formaron más de un millón de profesionales y hoy son ellos el principal ingreso de divisas de la nación, médicos, profesores universitarios, deportistas, ingenieros, arquitectos y científicos (2).

Hacer hoy una evaluación justa de la economía cubana es difícil. Unos argumentan que la crisis económica muestra la incapacidad del comunismo de generar riquezas. Otros creen que la nación solo pudo sobrevivir al bloqueo de la mayor potencia mundial gracias al socialismo.

Lo que resulta muy sospechoso es que quienes dicen que el embargo es una excusa del Gobierno cubano, insisten en mantenerlo vigente, incluso contra la voluntad expresa del Presidente de los EE.UU. ¿Es que no quieren desenmascarar a sus enemigos?

En ese sentido el lado oficial cubano parece más coherente. En una entrevista con la diplomática Johana Tablada, su respuesta fue inmediata, “la mejor forma de comprobar donde está la verdad es levantando el bloqueo y que la vida diga el resto” (3).

La apertura de las embajadas es un paso más en la erosión del embargo.

Ciertamente, la verdad solo podrá verse cuando Cuba deje de sufrir represalias económicas externas y pueda desarrollarse en las mismas condiciones que el resto de los países del mundo, incluyendo el uso de todas las monedas y de créditos de organismos internacionales.

Tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, terminar con el bloqueo económico parece ser la próxima estación. El lobby antiembargo ha crecido y cuenta con aliados tan poderosos, como el Presidente de los EE.UU. y su Secretario de Estado (4).

El empeño del Congreso por mantener el embargo impide a los inversionistas estadounidenses entrar en la Isla. Mientras, la apertura de la Casa Blanca alienta las empresas de terceros países a posicionarse en Cuba, sin temor ya a sus represalias. (5).

Hasta la gente común percibe esta contradicción. Una encuesta nacional del Pew Research Center revela que el 72 por ciento de los estadunidenses quieren poner fin al embargo para permitir “a las empresas estadounidenses realizar negocios en Cuba y a empresas cubanas hacer negocios en EE.UU.” (6).

“Lo más probable es que el embargo no se levante de un golpe. En vez de ello, será erosionado y poco a poco se le irán quitando cláusulas”, adelanta Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un laboratorio de ideas de Washington, especializado en las relaciones de EE.UU. con América Latina

El plan de La Casa Blanca es cambiar de táctica para alcanzar el mismo objetivo (7), pero los republicanos lo han dejado cojo. Gracias al Congreso, la “invasión” de turistas y empresas estadounidenses llegará gota a gota, lo cual permitirá al Gobierno cubano administrar con más facilidad los riesgos.

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