Disidencia, Trump, hambre y el Gobierno de Cuba

Por Fernando Ravsberg

Rosa María Payá, Jorge Luis García (alias Antúnez) y Antonio Rodiles aplauden de pie las medidas de Trump contra Cuba.

HAVANA TIMES — Las Damas de Blanco y otros grupos disidentes publicaron una carta contra la Unión Europea por llegar a un acuerdo con Cuba normalizando las relaciones bilaterales. Pretenden así empujar a Bruselas para que restablezca las presiones económicas contra la Isla.

Un miembro del sitio La Joven Cuba escribió: “Si alguna vez me sintiera cansado; si notara que ya no son tantas las razones para defender a la Revolución, me sentaría a ver vídeos de la contrarrevolución. Son una escuela, despejan cualquiera duda y cargan las pilas para seguir adelante” (1).

Lo publico porque comprendí perfectamente la reacción de muchos cubanos al percibir que esos grupos proponen volver a cercarlos, cuando los anticastristas de Miami y los “disidentes” de Cuba critican a Europa y aplauden la política de Trump contra la nación cubana.

Las medidas de Washington demuestran con claridad quienes son los “enemigos”, lo cual beneficia políticamente a la Revolución. Sin embargo, perjudican a la nación, cuya economía –la macro y la familiar- sufrirá por la reducción de las relaciones con EE.UU.

Daba lástima ver a esos “salvadores del pueblo cubano” aplaudiendo a Trump y cantando el himno de los EE.UU. con la mano en el corazón. Solo fue comparable al disidente que “desfiló”a la carrera por la Plaza de la Revolución enarbolando la bandera estadounidense.

Acusan a Kennedy de traición, pero lo cierto es que los invasores de Playa Girón se rindieron en masa ante los milicianos de Cuba.

El Gobierno cubano siempre los acusa de “mercenarios al servicio del Imperio”, pero hay que reconocer que los opositores se lo ponen muy fácil. Incluso se podría decir que el equipo de propaganda oficial aprovecha poco las imágenes que le regalan los disidentes.

El anticastrismo no parece enfrentar problemas generacionales, jóvenes como Rosa María Payá o Antonio Rodiles siguen la misma estrategia de los años 60: presionar a EE.UU. para que derroque a la Revolución. No fue casual que se sentaran con los invasores de Playa Girón.

Entre los disidentes presentes el 16 de junio se destaca Jorge Luis García (alias Antúnez), el cual aplaudió, pero no quedó satisfecho.Los cambios realizados por Trump le parecieron,tibios, así que escribió una carta a la Casa Blanca pidiendo mano más dura.

Antúnez exige que se mantenga el embargo económico, y extiende un cheque en blanco a Washington para que utilice contra la Isla “cualquier otra medida de presión”, estableciendo una “política frente a La Habana sin la más mínima concesión” (2).

El anticastrismo de Miami y la oposición interna siempre apostaron a que sería Washington el que derrocaría al Gobierno de Cuba.

Quiere que Cuba regrese a la lista de “países que promueven el terrorismo”, de la que “nunca debió ser sacada” y se declara contrario al intercambio cultural entre las dos naciones. Al lado de Antúnez, Donald Trump parece un político tímido y moderado.

Proponer al líder de la mayor potencia militar y económica del mundo que utilice cualquier medida de presión contra tu propio país no es nada nuevo, encaja perfectamente dentro de una estrategia vigente desde el mismo triunfo de los barbudos.

La oposición siempre apostó a que EE.UU., de una u otra forma, destruiría la Revolución Cubana y posteriormente les entregaría a ellos la nación como regalo de buena vecindad. Ese razonamiento los llevó a ser derrotados una y otra vez desde 1959.

Todavía hoy acusan de traición al presidente Kennedy por no ordenar al Pentágono atacar a Cuba, cuando los “heroicos” miembros de la brigada 2506 se habían rendido masivamente en Bahía de Cochinos (3), a menos de 72 horas de iniciada la invasión.

Estos combatientes anticomunistas son muy injustos, porque fueron ellos quienes hicieron fracasar la operación militar al no resistir el tiempo necesario. Son además malagradecidos dado que JFK los rescató, cambiándoselos a Fidel Castro por compotas para niños.

Ningún cubano le perdonará a la disidencia promover el cerco económico contra Cuba.

Con semejantes socios no es extraño que la disidencia esté aislada, todos los cubanos saben que el costo de esa estrategia de “presiones” lo pagan los más pobres, los más débiles, los más vulnerables, convertidos en “daños colaterales” de estos juegos del hambre.

Lo que piden las Damas de Blanco y Antúnez, lo que aplauden Rosa María Payá o Rodiles es el regreso a la política de hostigamiento contra el cubano de a pie, puesta en blanco y negro el 6 de abril de 1960 por el subsecretario de Estado, Lester D. Mallory.

La directiva ordenaba instrumentar una línea de acción “habilidosa y discreta” que prive“a Cuba de dinero y suministros, para reducir sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.

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