Cuba después del Papa: ¿Ajustes o Doi Moi?

Fernando Ravsberg*

Gente congregada en La Habana. (Foto: Raquel Pérez)

HAVANA TIMES, 19 abr — “En Cuba no va a haber reforma política”, es sorprendente que esta frase del vicepresidente Marino Murillo haya sido la más publicada de la conferencia de prensa realizada durante la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba el mes pasado.

Me cuesta ver la “noticia” en una posición que el gobierno cubano mantiene desde hace medio siglo. Nunca, ninguna autoridad nacional ha expresado la más remota posibilidad de que en la isla se vaya iniciar una transición política.

Sin embargo, creo que hubo otros momentos de su intervención más destacables como cuando aseguró que esta vez los cambios en la economía son estratégicos y vienen para quedarse, es decir que no habrá marcha atrás.

Un tema importante, que puede dar un poco de seguridad a los que por estos días emprenden la aventura de iniciarse en el trabajo autónomo, que reciben tierras de labranza o que invierten sus ahorros en una casa o un automóvil.

No sería la primera vez que se produce una apertura económica que termina unos años después con un cierre estrepitoso. La mayoría de los cubanos ya lo han vivido directamente y los que eran muy jóvenes conocen las anécdotas por sus padres.

“Yo voy a aprovechar esto mientras dure”, me dice un amigo que abrió una cafetería. Es una filosofía bastante extendida que hace avanzar a la gente con cautela y tratando de mantener siempre una muda de ropa seca, por si acaso.

Es verdad que la apertura de los años 90 se disolvió apenas la economía empezó a mejorar pero no es menos cierto que el propio Fidel Castro advirtió en 1993 que se volvería al modelo estatizado en cuanto hubiera condiciones.

La gran diferencia es que ahora las máximas autoridades del gobierno dicen que los cambios tienen un carácter permanente. Ya no son un mal necesario para salir de la crisis sino el nuevo modelo de economía y sociedad.

Hasta Juan Manuel Santos -presidente colombiano y principal aliado de EE.UU. en Sudamérica- aconseja no ser indiferentes a las reformas en Cuba, “hay que conseguir consensos mínimos para que esos cambios lleguen a buen puerto, por el bien de su gente”.

El empresario cubanoamericano de Miami, Carlos Saladrigas, me decía en una entrevista que el gobierno no tiene otras opciones, “la gran pregunta no es si van a dar marcha atrás sino cuán rápido van a ir hacia adelante”.

Ciertamente lo que más se le critica a Raúl Castro y su equipo es la lentitud. Un economista me explicó que cada medida es precedida de estudios de factibilidad, análisis de las repercusiones socioeconómicas y pruebas piloto sobre el terreno.

Los cubanos estaban acostumbrados a cambios más rápidos. En 1968, en una sola campaña se estatizaron todos los pequeños negocios y en un día de 1993 se legalizó el dólar, el trabajo por cuenta propia y la inversión extranjera.

De todas formas quise saber más sobre las razones de la lentitud así que fui directo a la fuente, me acerqué al vicepresidente Marino Murillo y le pregunté: ¿por qué no avanzan más rápido en los llamados “ajustes del modelo”?.

Fue muy concreto: “tenemos un déficit de liquidez de divisas que hace más trabajosa cualquier transformación, la crisis mundial dificulta los créditos y también nos falta prepararnos mentalmente para los cambios”.

Un banquero extranjero me explicó que no tendrían liquidez mientras la Salud y la Educación fueran gratuitas. De inmediato dos de sus empleadas cubanas le respondieron, con cierta pasión, que aquí la gente nunca aceptaría la privatización de esos sectores.

El gobierno trata de reducir costos limitando, por ejemplo, el acceso desproporcionado a la enseñanza superior. Una académica me explicó que reducir plazas es fácil, “se complica porque hay que hacerlo sin cerrarle la puerta a los más humildes”.

Saladrigas asegura que hay que dejar libres a los mercados porque ellos se auto regulan pero lo cierto es que no fueron capaces de hacerlo en EE.UU. ni en Europa, donde los gobiernos han tenido que intervenir para rescatarlos y contener la crisis.

Cuando hablo con la gente común la mayoría sueña con un mejor ingreso familiar pero sin perder sus beneficios sociales. Es una combinación difícil porque si se le pagase mejores salarios a los médicos y maestros los costos de esos sectores se dispararían.

Evidentemente ninguna reforma resulta sencilla cuando se anda escaso de financiamiento pero cada líder vietnamita que visita Cuba les recuerda que para impulsar la Doi Moi (la renovación) lo más importante es el cambio de mentalidad.

Una política más decidida y trasparente con los dirigentes que roban, con los negligentes y, en particular, con aquellos que ya probaron repetidamente su incapacidad, daría los recursos y crearía las condiciones para impulsar nuevos cambios en beneficio de la gente.
—–
*Publicado con la autorización de BBC Mundo.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

15 años de prisión a la joven que transmitió las protestas

Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

“Distorsiones” de moda en Cuba

Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.