Una mujer valiente

Por Ivett de las Mercedes

Luanda.  Ilustración por Carlos

HAVANA TIMES – Todavía la sociedad cubana tiene muchos recelos respecto al tema de la homosexualidad, aunque a manera personal, muchos se convencen de que cada cual debe tener la libertad de elegir con quien desea estar, los valores humanos no se definen por una preferencia sexual. 

Aún se comenta sobre Luanda Pérez Hernández (56 años), una mujer que decidió luchar por la felicidad a pesar de los prejuicios de una generación machista y homofóbica. Trabajar en la iglesia católica fue su refugio el tiempo que estuvo casada. Vive en un pueblito de la provincia de Artemisa.

HT: ¿Cuándo comenzaste a trabajar en la iglesia católica?

Luanda Pérez: A los 34 años.Trabajaba todos los días como secretaria del cura. Allí se hacían varias actividades comunitarias: se donaba ropa y comida a los familiares de los presos, a los ancianos y los más pobres. Era un trabajo que disfrutaba mucho, también porque estaba fuera de casa la mayoría del tiempo, mi matrimonio no iba bien.

HT: ¿Te casaste muy joven?

LP: Mi hermana mayor me obligó a casarme con Reinaldo a los 19 años. Ella estaba viendo en mí comportamientos diferentes. Estudié Contabilidad, mi tutora en aquel entonces se llamaba Mercedes, nunca la he olvidado. Todos comentaban que era lesbiana. Mi familia siempre ha vivido preocupada por lo que diga la sociedad; eran los años 70, existían muchos prejuicios y sobre todo homofobia.

Mi hermana se dio cuenta de mi interés por Mercedes y me dijo que eso era inmoral, asqueroso, lo peor que podía sentir un ser humano.  Entonces pensé que mis padres no merecían ese dolor, me avergoncé tanto que guardé por muchos años ese deseo, tampoco yo tenía criterio propio. Enseguida prepararon el casamiento. Nunca más supe de Mercedes, alguien me dijo que se había ido para los Estados Unidos.

HT: Tu vida transcurrió entonces al lado de una persona que nunca te interesó. ¿Conociste a otra mujer?

La iglesia de Candelaria

LP: En la iglesia existía una computadora, materiales y recursos para ayudar a las personas que lo necesitaban. Una muchacha del pueblo me fue a ver para que la ayudara en un proyecto de grado. Yo tenía 43 años. Ella iba todos los días a buscar información. Los fines de semana coincidíamos en algún lugar del pueblo hasta que fue tomando espacio en mi vida y comencé a pensar en ella, también me di cuenta que ella sentía lo mismo. Comenzamos una relación oculta.

Cuando llegaba a casa en la noche mi esposo ni me preguntaba dónde estaba, pero aun así me dolía mentirle, además iba en contra de mis principios. En la iglesia dejé de comulgar, sabía que estaba en pecado. Un día me confesé con el cura y le conté todo lo que sentía, él me dijo que quedaba excomulgada, pero yo misma lo estaba hacía un tiempo atrás. Le entregué todas las llaves, éel insistió que me quedara, al final era su secretaria, me visitó en varias ocasiones porque me necesitaba. Nosotros teníamos una relación muy bonita, siempre le di apoyo, inclusive me quedaba con él en el hospital cuando debía hacerse alguna prueba o ingresaba. Tiempo después él pidió la liberación y se fue para La Habana, fue una persona especial.

HT: ¿Le contaste lo que sentías a tu esposo?

LP: Nuestros problemas de comunicación eran constantes, la relación ya iba mal hacía tiempo. Sí lo quise, fueron 25 años de convivencia, es el padre de mis dos hijos, pero nunca lo amé ni lo deseé.  Traté en varias ocasiones de rescatar la relación. Cuando le dije que quería divorciarme él sufrió mucho, le oculté que existía Lilliam. Al día siguiente me dio la llave de la casa. Cuando pasó una semana vino a decirme que tenía derecho a la convivencia, se había documentado con un abogado.

HT: ¿Tu familia estuvo al tanto de todo?

LP: No tuve el apoyo de mi familia, mi niña tenía ocho años, me volví como loca, todos en el pueblo sabían de mi relación. Fueron días terribles. Me asesoré con un abogado y me dijo que él tenía derecho a convivir conmigo, yo no quería eso, tampoco quería litigio delante de mis hijos. Decidí entonces donarle la mitad de la casa. Fui muy lastimada y censurada principalmente por mi familia, yo era para ellos una vergüenza. Mi hermano llegó a decir que prefería que tuviera cáncer antes de saber de esa inmoralidad.

HT: ¿Te has arrepentido alguna vez de esa decisión?

LP: No me arrepiento, lo que siento es que haya sido con Lilliam, debí haber sido más selectiva. La relación fue hermosa al principio, pero luego no tuve su apoyo y me batí sola con la sociedad. Mis hijos sí me consolaron en todo momento.

HT: ¿Que sucedió con tu hermana?

LP: Cuando lo supo mantuvo silencio. No la culpo, porque sé que tuvo una influencia muy marcada por mi familia. Sufrí mucho, adelgacé, se me comenzó a caer el pelo. Estuvimos dos años sin vernos. Me pide perdón todo el tiempo. La niña también sufrió, era la única que me daba fuerzas para continuar, tuvo problemas en la escuela, un niño le tiró una piedra por la espalda y le gritó que yo no servía. Tuve que ir a ver al director y la maestra, ella no tenía que pagar las consecuencias de lo que su madre había decidido.

HT: ¿Tuviste problemas económicos cuando te viste sola?

Junto al mar.

LP: Cuando dejé la iglesia me quedé sin trabajo. No teníamos dinero. Vendí mi ropa y otras veces la cambiaba por comida para mis hijos. Comencé a trabajar en una empresa de cultivos varios, un poco lejos de casa, entonces la niña se quedaba sin almorzar todos los días en la escuela, no tenía a nadie que me ayudara. Le pedí de favor a un compañero que me resolviera un trabajo en el pueblo y gracias a Dios pude comenzar en uno a unas cuadras de la escuela. Allí también conocí personas magníficas que me acogieron como soy, me ayudaron tanto emocional como económicamente.

HT: ¿Has vuelto a visitar la iglesia?

LP: Si, sigo con Dios en mi corazón y trato de leer la palabra de Dios y vivir en armonía con él, Dios es amor y donde hay amor esta él. No me prostituyo, no consumo drogas, no hago daño, ayudo a todos por igual. Mi orgullo son mis dos hijos, son mi razón de vivir y entienden de mi vida.  He ido a la iglesia cuando he sentido el deseo, me arrodillo al santísimo, pero un poco alejada, si es posible me siento en el último banco, Dios es para todos, no solo para los elegidos. Trato de olvidar el pasado pero vivo con mucho rencor y dolor dentro, no sé perdonar.

HT: ¿Qué piensas de todo lo que has vivido?

LP: Sé que pasé por momentos muy duros, tristes, desoladores, pero Dios te da la oportunidad de vivir solo una vez, es más importante ser feliz siendo uno mismo que viviendo a escondidas inventando ser quien no eres.  Han pasado 14 años y vivo orgullosa de mis hijos, de mi nueva pareja, de mi trabajo, de mi casa. No le temo a nada. Las personas me respetan porque ven mis valores y sentimientos. Nunca he tenido problemas con la justicia, ni con los vecinos. Tengo una preferencia sexual diferente, eso no implica que tenga una enfermedad contagiosa, poseo suficientes fuerzas para seguir por la vida, sabía que en algún momento iba a encontrar la felicidad.

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