Un cubano: ¿Fracasado o triunfador?

Yusimí Rodríguez

Bernardo en Barcelona, en un parque diseñado por Antonio Gaudí.

HAVANA TIMES, 23 agosto — Muchos cubanos quisieran que un extranjero les pusiese una carta de invitación.  Es una de las pocas vías para abandonar el país, temporal o definitivamente.

Bernardo no sólo tenía amigos dispuestos a ponerle la carta, sino además a costearle el viaje y ayudarlo a establecerse en España.  Pero a diferencia de muchos cubanos, no sentía la necesidad de hacerlo.  Tenía un buen salario, una moto; su trabajo le daba la posibilidad de viajar al extranjero periódicamente.  Había además otra razón de peso para no irse de Cuba: una relación de varios años y un hijo que no era suyo, pero prácticamente había criado.  ¿Qué podría llevarlo a abandonar el país, en el año 2004?

Bernardo: “Profesionalmente sentía que había llegado a mi techo.  Era técnico en computación, instalaba unos grandes servidores.  Ese trabajo lo realizaban solo tres o cuatro personas en todo el país.  Una era yo.  Lo que me quedaba aquí era ocupar un cargo directivo, trabajar tras un buró, engordar la barriga… Quería probarme desde el punto de vista profesional y personal, ver lo que podría ser mi vida fuera de aquí, a pesar de que, a través de las conversaciones con aquellos amigos, tenía una idea de cómo era vivir en España.”

HT: ¿Y su relación?

Bernardo: “La idea original era reunirnos afuera, aunque estábamos conscientes de que podía no ocurrir.  Fue un riesgo que decidí correr y ella me apoyó.”

Un curso lo llevó a Italia.  En el aeropuerto de Barajas no tomó el avión de regreso a Cuba.  Llamó a un amigo de Barcelona y le explicó la situación.  Este le dio las instrucciones para ir a su casa.  Bernardo tomó un ómnibus en Madrid a las seis de la tarde y llegó a Barcelona a la una de la mañana.  Allí lo esperaba su amigo, y así comenzó su aventura en España, aunque en ese momento no estaba seguro aún de que se quedaría.  Pero aún antes de decidirse apareció una oferta de empleo en un negocio de informática, gracias a sus conocimientos.  El salario que le ofreció el dueño fue el empujón final para quedarse. 

Después de ese primer empleo, formó una sociedad con un alemán, en la que aquel ponía el capital, y él, el conocimiento. 

Bernardo: Tuve que estudiar muchísimo, a pesar de lo bien preparado que creía estar.  Y lo estaba de hecho, pero tuve que estudiar.   Allí el límite lo pone el dinero.   Tienes que ser capaz de proporcionarle al cliente el servicio que solicite, cualquier invento, por absurdo que parezca, siempre que pueda costearlo.  Eso implicaba un nivel de preparación alto.

Su salario le permitió viajar por toda España, ir a Portugal y a Francia, aprender a navegar veleros.   Una de sus experiencias más interesantes fue hacer el Camino de Santiago en bicicleta con un grupo de amigos. 

Pero no es por teléfono o correo electrónico que sostengo este diálogo con Bernardo; tampoco durante una visita suya a la Isla.  Tras permanecer cuatro años y medio en España, decidió regresar a Cuba para quedarse.

HT: ¿Por qué?

Bernardo: “Miré hacia el futuro y me vi siendo un simple currante, como ellos llaman a los esclavos del siglo XXI, a los cuarenta, a los cincuenta y a los sesenta años.  Aquello es una sociedad de consumo y uno puede obtener cosas materiales fácilmente: por ejemplo, estos televisores modernos de pantalla plana, de cualquier tamaño, un carro,  o irse de vacaciones a cualquier lugar.   Por esas cosas hay que pagar un precio, que consiste en trabajar muchísimo para costear todo esto, o endeudarte, como hace mucha gente.  Eso no me pareció atractivo.  Valoro otras pequeñas cosas como el tiempo, las amistades…  cosas que no requieren dinero ni estar en una sociedad de consumo, ir al cine, a un concierto, actividades culturales…

Bernardo en El Camino de Santiago.

Allí nunca fui a un teatro; puedo contar con los dedos de una mano las veces que fui a un concierto.  También fui poco al cine y solo ponían los últimos estrenos del cine americano.  Si hubiese visto la posibilidad de trabajar durante diez o tal vez quince años, y al cabo de ese tiempo ser un tipo con solvencia económica y darme el lujo de escoger el trabajo y hacerlo cuando quisiera, quizás me hubiese quedado.  Pero esa posibilidad allí no existe.”

HT: ¿Y aquí, Bernardo?

Bernardo: ¿Quieres que establezca una comparación?

HT: Es algo que usted puede hacer, a diferencia de mí y de la mayoría de los cubanos.

Bernardo: Lo de aquí es bastante triste, porque aquí se puede vivir trabajando poco, o sin trabajar.  Eso no es saludable para el país.  No podemos aspirar a tener una vida como la de aquella gente, si no trabajamos.

HT: ¿O sea que la gente aquí podría tener ese nivel de vida si trabajara?

Bernardo: Obviamente, si aquí llegara el capitalismo la gente tal vez no tendría ese nivel de vida, pero sí uno parecido.

HT: ¿Quiere decir que para que las personas trabajen debe venir el capitalismo?

Bernardo: No es que tenga que venir el capitalismo.  Es que el capitalismo implica que aquellos que no tienen recursos, están obligados a vender lo único que tienen para sobrevivir: su fuerza de trabajo.  Quien la compra quiere sacar ganancia, por tanto tratará de hacerte trabajar al máximo y pagarte lo menos posible.  Para que esto suceda, la gente debe sentir la necesidad real de trabajar, porque tienen que pagar seguro médico, no pueden ir al dentista sin dinero, los sacan de sus casas si no pagan…  El socialismo no impone estas condiciones.

HT: Acaba de reconocer que para el país no es saludable que la gente no necesite realmente trabajar para vivir.  ¿Entonces el socialismo no puede conducir a la eficiencia, o al menos el que existe en Cuba?

Bernardo: Lo que quiero decir es que las fórmulas que hasta ahora se han aplicado en el socialismo no han resuelto el problema.  No se resolvió en ningún país de la Europa del Este, pero por ejemplo están las variantes de China y Viet Nam, que están aplicando un socialismo suit generis.  Tampoco creo que sus fórmulas sean las que necesitamos aquí, pero para ellos funcionan.

HT: ¿A qué le llama funcionar? Tengo entendido que en China muchísima gente pasa necesidades.

Bernardo: Hay que tener en cuenta la población que existe en China.  Es complicado satisfacer las demandas de los once millones de personas que somos aquí; satisfacer las de mil millones de personas, es imposible.  En China no se podía aplicar un socialismo como el de Europa del Este o el nuestro.  Esa gente pasa trabajo en el socialismo, pero en el capitalismo, pasarían mucho más.

Creo que el socialismo implica una voluntad del Estado de resolver los problemas de las personas y que a la hora de acordar leyes se priorice lo social por encima de lo económico.  Es por eso que no funciona muchas veces el socialismo, porque se descuida la parte económica…

Cuando pensamos en el capitalismo, pensamos que en Cuba podría ser como Estados Unidos, España, Inglaterra, y no es así.  A Cuba le tocará el capitalismo de los países del Sur.  Este es un país subdesarrollado…  Tal vez nos estamos desviando del tema.

Lo que me ofrecía el capitalismo no me interesaba.  No es que me interese más o menos lo que me ofrece el socialismo.  Es simplemente que estoy donde me toca estar, en mi país, donde no soy extranjero y no hay un tipo que va a tener prioridad por encima de mí.

HT: ¿No siente que los extranjeros tienen prioridad por encima de usted, aquí?

Bernardo: En algún momento puede ser que sí, pero no en sentido general.  Puedo recibir atención médica gratis en el Médico de la Familia y ellos tienen que pagar.  Voy al Museo Nacional de Bellas Artes y pago en moneda nacional, ellos deben pagar en divisa.  Es cierto que han existido medidas que han favorecido a los extranjeros y discriminado a los cubanos, como muchas de las cosas que se han hecho mal y se siguen haciendo mal.

Bernardo navegando en un velero.

Pero en sentido general es algo tan simple como no sentirte extranjero ni ajeno al lugar en donde estás.  Lo que pasa con el emigrante es que en cuanto se va, empieza a dejar de ser del lugar de donde partió, y nunca llegará a ser, por muchos años que viva allí, del lugar a donde fue.  No quería ese sentimiento de pérdida para mi vida.”

HT: ¿Cómo fue el regreso a Cuba?

Bernardo: Estuvo bien…pero tuve que pasar por todo este trámite en emigración para poder quedarme.  Es decir, poder estar en mi país fue algo complicado.  Cuando llegas aquí te dicen que no te puedes quedar, puedes estar tres meses aproximadamente, como si no pertenecieras aquí.

Te dicen incluso que te pagan el billete, que te llevan al aeropuerto, pero debes estar listo para viajar.  Hay cierta presión, algo parecido a cuando uno está preso en cierta forma o en libertad condicional, y debe presentarse cada cierto tiempo en la estación de policía.  Te dan fecha para que vueles.

Simplemente, no iba.  Al día siguiente decía que no me había presentado en el aeropuerto y empezaba todo el proceso otra vez.  Después de estar un mes en esa historia dijeron que mi caso había sido analizado y habían decidido que podía vivir en el país.”

HT: ¿Eso le ocurre a cualquier ciudadano en el mundo que desee regresar a su país después de emigrar?

Bernardo: No.  En el mundo, ningún ciudadano que regrese a su país tiene que pasar por este tipo de proceso, porque ese es el lugar donde debe estar, a donde pertenece.  Supuestamente es el único sitio de donde no lo pueden botar.  Me pueden botar de España, de Estados Unidos, de Inglaterra, pero no me pueden botar de Cuba.”

HT: Teoricamente.

Bernardo: Exacto.

HT: Bueno, Bernardo, ahora está aquí, pero ya no tiene moto ni aquel empleo donde ganaba un buen salario.  En fin, no tiene nada de lo que tenía antes de irse, ni lo que dejó en España.  ¿No siente que fracasó?

Bernardo: No. Primero, considero que he hecho lo que he querido.  Cuando quise irme, me fui, y cuando decidí regresar, regresé.  No he fracasado porque estoy donde quiero estar.  No tengo que rendirle cuentas a nadie de la forma en que he llevado mi vida, ni demostrar nada.  Sé que salí y me gané bien la vida afuera y pudiera volver a hacerlo, porque estoy preparado para vivir afuera.  Puedo estar al nivel de los profesionales de afuera.  Más bien creo que he triunfado.”

HT: ¿No lamenta haber perdido esa relación que dejó aquí?

Bernardo: “Fue una relación muy linda y me aportó mucho.  Pero terminó como terminan millones de relaciones de gente que está aquí, gente que no se ha ido.  Pasan diez, quince, veinte años juntos, y un día se acaba.”

HT: Hace un rato me decía que estando en España vio su futuro allí y no le gustó.  ¿Qué le depara el futuro aquí?

Bernardo: No lo sé.  Pero te repito, estoy donde debo estar.  Me puede ir jodidamente mal en Cuba, pero quiero paz de espíritu y aquí la tengo.

Todo el tiempo que viví en España me acostaba sacando cuentas de lo que tenía que pagar: el alquiler, la comida, lo que debía guardar si me dolía una muela.  Aquí no necesito hacer nada de eso.

Lo que puedo decirles a quienes tengan intenciones de salir de Cuba es que se les solucionarán los problemas que tenían aquí, pero empezarán a tener los problemas de allá.  Los problemas no desaparecen, solo cambian.”

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