La niña del pozo o la milagrosa

By Ivett de las Mercedes

Sulay Enamorado y sus hijas.

HAVANA TIMES — Todos la conocen en la provincia de Artemisa y quizás en todo Pinar del Río: Sulay Enamorado Izaguirre tiene 36 años, pero cuando solo tenía cuatro cayó dentro de un pozo de 300 pies de profundidad y 40 centímetros de diámetro.

HT: Caerse en un pozo con esa profundidad es un acontecimiento que no se olvida. ¿Cuándo sucedió?

Sulay Enamorado: Fue el 20 de marzo de 1985. Mi abuela trabajaba en la extinta cooperativa Comandante Pinares, actualmente Cooperativa de Crédito y Servicios Antonio Maceo, ubicada en la entrada de Candelaria. La mayoría de las mujeres iban a trabajar con sus hijos, porque no había cuidadoras de niños en aquel tiempo. Vivíamos lejos de la cooperativa. El pozo ese día estaba sin cubierta, en un descuido caí dentro. Cuenta mi abuela que a la hora de la merienda comenzaron a buscarme por todos los sitios, hasta que por último pensaron en el pozo, aún sin tener seguridad. Comenzaron entonces a llamar a los bomberos.

HT: ¿Recuerdas el momento de la caída?

SE: No recuerdo con exactitud cuándo caí ni cómo, sí que había agua, pero no me cubría el cuerpo. Cuando me vi en esa oscuridad comencé a llorar, gritar y llamar a mi abuela. Sentí mucha frialdad y se fue acentuando a medida que pasaba el tiempo. Por momentos me quedaba dormida. Estuve más de diez horas dentro.

Sulay saliendo del pozo.

HT: ¿Qué piensas de las maniobras que realizaron los bomberos para salvarte la vida?

SE: Los bomberos fueron valientes y precisos. Había muchas personas observando y mientras se circulaba la noticia más llegaban. La policía realizó  el acordonamiento del lugar, también llegó el carro fúnebre y algunos técnicos de Criminalística; no pensaban que estuviera con vida.

Los bomberos pidieron un espejo, con el reflejo del sol pudieron visualizar mi abrigo rojo. Lanzaron una soga con un gancho en la punta que, después de varios intentos, penetró en el dobladillo de mi pantalón. Me sacaron con las piernas hacia arriba. Dicen que moví la cabeza y todos gritaron: ¡está viva!

En el policlínico me acostaron en una camilla, retiraron la ropa mojada y me suministraron oxígeno. Con varias lámparas comenzaron a regular mi temperatura, porque estaba muy fría. Tenía hematomas en los brazos, leves heridas en las manos y algunos golpes en la espalda. No tuve fractura. Pedí leche, porque tenía mucho apetito. Después me trasladaron para el hospital docente de San Cristóbal en la provincia de Artemisa. Hablé de un sapo que estuvo acompañándome dentro del pozo todo el tiempo. Estuve pocos días en el hospital.

Con los bomberos que la rescataron.

HT: Los fenómenos físicos jugaron un papel muy importante. ¿Piensas que eso te benefició?

SE: Si, en aquel tiempo había mucha sequía, apenas llovía, eso produjo una disminución del nivel del manto freático, también había aire a esa profundidad y eso actuó sobre mi cuerpo, la ropa se infló y ocupamos el diámetro del túnel y eso me ayudó a disminuir la velocidad y a no cambiar de posición al descender, la ventilación me mantuvo con vida. En otra temporada la corriente de aire no hubiera existido y mi caída hubiera sido fatal.

HT: Pero mucha gente cree que fue un milagro

SE: Tuve mucha suerte, no he conocido a nadie en Cuba que se haya salvado al caer en un pozo. Pienso que la mano de Dios estuvo conmigo en todo momento. Pude haber tenido una hipoglicemia o haberme muerto de frialdad. Le agradezco y le estaré siempre agradecida a la Revolución y a los bomberos de Pinar del Río, supieron actuar con serenidad, perseverancia e inteligencia y también a mis familiares, doctores, enfermeras y vecinos.

El pozo actualmente.

HT: ¿Les has contado a tus hijas?

SE: No le hablo de eso, es una historia muy triste a pesar de tener un final feliz, pensar que les pueda suceder algo así a ellas me aterra. Sé que conocen lo que sucedió, porque han venido a entrevistarme algunos periodistas y ellas han estado presente, también me hicieron un documental y hay un libro que se llama  Desafío al peligro, de Roberto Valdés Martínez, sobre los rescates y salvamentos que han hecho los bomberos cubanos. Tuve la suerte de salir con vida, pero hubiera podido no ser así y eso es un recuerdo doloroso para cualquier familia.

HT: ¿En qué trabajas?

SE: En una tabaquería. Disfruto lo que hago y me siento a gusto con mis compañeros de trabajo. Allí también me dicen la milagrosa, la niña del pozo o la de los dos cumpleaños, y de cierta forma me he convertido en una mujer inolvidable.

 

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