Entrevista al filósofo cubano Alexis Jardines

Por Alfredo Fernández Rodríguez

HAVANA TIMES – Alexis Jardines. Graduado de Filosofía por la Universidad Estatal de San Petersburgo (1983) y doctorado en el 2001 por la Universidad de La Habana, institución de la cual es Profesor Titular. Alexis, con actitud estoica, ha sabido resistir el ostracismo a que es arrojado quien no repite lo que se le autorizó a decir.

En estos momentos trabaja como profesor en una Sede Universitaria Municipal (SUM), por mucho el último reducto académico cubano.  Allí es mi colega de trabajo y amigo, condición que me permitió realizarle esta entrevista.

En el panorama académico cubano la filosofía ha sido la especialidad de destino más oscuro, ha quedado restringida al marxismo y su visión histórico materialista desde casi el triunfo de la Revolución.

El pensamiento metafísico en Cuba hace ya cinco décadas sufre una cruzada sólo superada por la ocurrida en los países pertenecientes al extinto bloque socialista.  Aun esto, la diosa de la sabiduría Minerva encontró una hendija en el imperio materialista de las ideas en Cuba y disfrazada de pequeño Quijote tropical nos trajo al profesor Jardines. Hoy le realizó algunas preguntas en una calurosa tarde de Mayo.

HT: Alexis, eres el único intelectual que en Cuba escribe de filosofía, sin embargo, fuera de un pequeño circulo de admiradores, amigos y alumnos del curso en turno, tu libros son desconocidos o cuando menos ignorados por los lectores ¿A qué, crees que se deba esto?

Alexis Jardines: Un colega y amigo de la Universidad Complutense Ignacio Gómez de Liaño, uno de los profesores más competentes que conozco me dijo, a raíz de la publicación de mi primer libro en Madrid, que yo era un escritor de minorías. Quedé perplejo con tan severa observación, ¿qué quería decir con eso, que yo no vendía?

Poco a poco me fui percatando de la justeza de su juicio. Por lo general escribo sobre temas densos y para gente que sabe o tiene conocimiento previo del asunto, no obstante, me esfuerzo tenazmente en llevar el contenido a la forma más inteligible posible, sin caer en vulgarizaciones, claro es.

Si unes todo ello a la lamentable pérdida de la cultura filosófica en Cuba desde hace medio siglo y al predominio casi absoluto de la crítica y de la historiografía entre la intelectualidad cubana, tendrás una respuesta aproximada a tu pregunta.

En cualquier caso, me atrevería a decir que soy ignorado por los medios y por el gran público, pero no por los lectores avezados.  Las tiradas de mis libros son muy pequeñas, oscilan entre 1000 y 1500 ejemplares que se agotan inmediatamente. Así es que si mis lectores son pocos, al menos deben figurar entre lo más selecto.

Por otra parte, en toda la Isla hay una sola editorial que cuenta con una redacción de filosofía, de modo que ya hoy se me viene haciendo imposible publicar. Ni siquiera hay una revista especializada en temas filosóficos, a pesar de haber tenido Cuba, en los años 40 y 50 del siglo XX, la mejor revista de filosofía de toda Hispanoamérica.

HT: En el año 1989 escribiste Réquiem, un polémico ensayo donde ponías al descubierto la verdadera naturaleza del marxismo soviético y del supuesto pensamiento filosófico de Marx, Engels y Lenin. A pesar de haber sido retirado de las librerías se alcanzan a vender miles de ejemplares en menos de un mes con el consiguiente revuelo académico intelectual. Según supe, por esto se pidió tú separación de la Universidad de La Habana (medida que nunca se materializaría), lugar donde trabajabas como profesor. ¿Qué te decidió a escribir un ensayo que pareciera hecho para el 2010 cubano?

Alexis Jardines: Eran otros tiempos, de Requiem se editaron 2000 ejemplares. La inmensa mayoría de ellos fue arrasada en cuestión de 15 días. Pero, lo curioso es que la propia Universidad compró buena parte de los ejemplares que se vendían en la librería de L y 27 con el propósito de destruirlos (los fondos de la Unión de Jóvenes Comunistas de la UH se destinaron a ese fin).

Alfredo Fernandez y Alexis Jardines

El propósito del texto, que se sale de los marcos de lo que escribo comúnmente, fue saldar mis cuentas con la tradición marxista de pensamiento, pero, sobre todo, con el marxismo soviético, que parte del supuesto de que pensar creadoramente es un atributo exclusivo de los padres fundadores (Marx, Engels y Lenin).

Yo tengo pensamiento propio y el marxismo como filosofía es una farsa. Ahora bien, el de corte soviético es una farsa que asfixia. De modo que, para dedicarme  a escribir mis propios libros, publiqué lo que consideraba un Requiem por esa camisa de fuerza que era preciso abandonar y que carecía de lo que, según Einstein, debe tener toda teoría si en realidad lo es: una justificación exterior y un acabamiento interno.

HT: Alexis, promueves las “Correlaciones acto-virtuales” como eje central de tú sistema filosófico, a modo de superación de los sistemas de Edmund Husserl y Henry Bergson ¿Cómo ha sido la acogida de este pensamiento tan diferente entre tus colegas?

Alexis Jardines: Permíteme una pequeña rectificación. Los conceptos de lo actual y lo virtual son los herederos, como los presento y desarrollo yo, de toda la tradición metafísica occidental. Lo que sucede con Husserl y Bergson es que son los primeros filósofos que tomaron conciencia de la importancia de dichos conceptos.

De hecho, hasta estos pensadores tales términos y muy especialmente como conceptos correlacionados simplemente no figuran en la historia de la filosofía o, para no ser absoluto, en ninguno de los sistemas filosóficos importantes. Tanto el acto y la potencia aristotélicos como lo ideal y lo material, así como también posibilidad y realidad o esencia y existencia quedan subsumidos, todos, en las sola idea de las correlaciones o configuraciones acto-virtuales. Sin ellas, simplemente, no se puede pensar el estado actual de la cultura.

En cuanto a la acogida de tal planteo es un asunto de tiempo. Podría parecer, sin duda a causa de una reflexión superficial, que el filósofo es una especie en extinción. En cambio, la única razón por la cual hay pocos filósofos en el mundo es que el mundo ha decidido ponerse a filosofar. No sé si alguien más ha reparado en esto, pero estamos en presencia de un nuevo tipo de saber que va más allá de los saberes perfomativo y paralógico que describe Lyotard en su célebre manifiesto postmoderno porque desdibuja, cada vez más, las líneas divisorias entre los saberes particulares y la filosofía.

A la inversa de Richard Rorty, creo entrever un mundo panepistemológico en el que un saber, que pretende hegelianamente saberse a sí mismo, da cuentas de que el mundo es su cristalización, como se sigue de la fenomenología de Husserl, no a la inversa. Si yo estoy en lo cierto, a mis colegas y no solo a ellos?  les tomará todavía algún tiempo hacerse a la idea de que tanto la historia como el mundo objetivo existen en-y-por la Cultura. De modo que el hombre no es un resultado, sino un prius absoluto.

Esto vale tanto como decir que no provenimos del Big Bang ni de especie protohumana alguna que, en mis términos, no son sino conocimiento estructurado en realidad. Pongamos por caso el ancestro africano. Lo construimos virtualmente en el plano lógico-discursivo a partir de una situación de mestizaje genético que constamos de manera actual con la tecnología apropiada.

Luego exigimos, por hipótesis, que ese constructo teórico sea la causa de un fenómeno biológico, vital. La pregunta sería ¿cómo una teoría pudo transmutarse y producir seres humanos?  O, de un modo más específico: ¿cómo pueden los individuos vivos ser producto de la evolución de las especies (clases, géneros) cuya naturaleza es taxonómico-conceptual?

El gran dilema de la teoría de la evolución, en cualquiera de sus variantes, es que por principio evolucionan las especies no los individuos pero, las especies no tienen genes. Como ves, sin una comprensión de la naturaleza acto-virtual de la realidad no hay modo de arreglárselas con las fisuras epistemológicas que vienen socavando la estructura de plausibilidad (Berger) de la Ciencia.

HT: En tú libro Filosofía Cubana Ensayo de historia intelectual afirmas: “Lo que se hace actualmente en Cuba, a título de filosofía, no es ni filosófico ni es cubano.”  Suponiendo  que tengas razón, te pregunto: ¿Qué posibilidades le ves al pensamiento cubano de retomar el olvidado camino de la creatividad en el campo de la ideas?

Alexis Jardines: Muchas, siempre y cuando se respete el principio básico de todo filosofar, que ya desde Schelling y Hegel se reconocía claramente en la libertad del pensamiento. Obviamente, no solo se trata de libertad epistémica, sino también política. Por otra parte, hay que infundirles confianza a nuestros futuros filósofos en el hecho de que pueden y deben pensar con cabeza propia.

En este sentido, el marxismo (tanto el espectral y doctrinario soviético como el decrépito marxismo occidental) constituyen un verdadero obstáculo. Parafraseando a Ortega y Gasset cuya influencia, ha sido en nuestro proceso de constitución cultural más definitoria que la de legiones enteras de marxistas podría decir que lo que tiene de bueno el marxismo cubano es lo que tiene de cubano, no lo que tiene de marxista. En mi caso particular no sitúo a Marx por encima de ningún auténtico filósofo, pero tampoco lo excomulgo. Reconozco su esfuerzo como lo hago con un Freud o un Lévi-Strauss, ni más ni menos.

HT: Alexis, entonces, al igual que Jorge Mañach ¿Crees qué es posible hacer filosofía a 78º Fahrenheit?

Alexis Jardines: Mañach, antes bien, lo ponía en duda. En cambio, para mí el calor no ha sido un problema con el que no pueda lidiar. La dificultad real la constituyó el idioma y creo, en lo esencial, haberla superado. Yo me eduqué filosóficamente en idioma ruso. Sabía, por ejemplo, que el alemán era idóneo para la filosofía, como mismo el inglés me parecía poco apto. Pero, pensar en español de momento me resultaba exótico. No teníamos tradición de pensamiento filosófico en nuestra lengua.

El ya aludido José Ortega y Gasset, nuestro más alto exponente, murió considerándose y obviamente exageraba un periodista más que un pensador.  Así es que me plantee la quijotesca tarea, que en buena medida era también la suya, de enseñar a la filosofía a hablar en español. Hoy te puedo decir que el español es maravilloso y que desde él se puede y se debe pensar la filosofía tanto o más que desde cualquier otro idioma. Mi respuesta es: sí.

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