A mis años te digo…
Alfredo Fernández
“Desde aquí todo se ve pequeño, las horas pasan y abajo las cosas se vuelven lejanas, a veces creo que no volveré a caminar por las calles. Lo que más me duele es no trabajar con las muchachas, ya les dije que se buscaran a otro”, dijo el guitarrista Sarvelio Fuentes, hombre de 86 años, que hace cinco meses no baja del noveno piso donde vive en Centro Habana por encontrarse roto el ascensor. Así el excelente dúo trovadoresco cubano “Voces del Caney” se ha visto privado de su acompañante musical.
Aceras demasiados altas impiden a Livina Pelegrín de 87 años, en el municipio santiaguero de Palma Soriano acceder por sus propias piernas a los altos contenes de cada calle.
Lo difícil del transporte publico y una pensión de 230.00$ no permiten a Daisy Martín de 78 años llegar tres veces por semana a la sala de rehabilitación del policlínico La Rampa, en el Vedado habanero, por esto, se ha demorado lo que parecía una inminente rehabilitación de una hemiplejia cerebral.
Agotadoras colas para la obtención de un pasaje en la lista de espera imposibilitan a Teresa, camagüeyana de 72 años residente en La Habana reunirse con su familia con relativa frecuencia en el municipio de Esmeralda en Camagüey.
Flavio Correa en Santiago de Cuba, tiene que recurrir a sus vecinos a diario para solucionar problemas que 87 años y su soledad le impiden hacerlo por si solo.
Vicente Alemán de 84 años, cada día en Centro Habana abandona sus sabanas a las 4.00am a fin de comprar 10 ó 12 periódicos para revender, como paliativo a su insuficiente economía.
Los hechos anteriores se repiten en todo el país, resulta que en Cuba la esperanza de vida al nacer es de privilegios a nivel mundial, 76 años las mujeres y 74 los hombres. Ahora, pero si leemos lo anterior, también tenemos una preocupante situación de infraestructura de la vejez, sí, Cuba ha logrado elevar su esperanza de vida a niveles del primer mundo. Sin embargo, lo preocupante es que en el país aún no exista una cultura de la vejez. En Cuba se ve ridículo que dos ancianos caminen por las calles tomados de las manos o que bailen en una fiesta, y será todo un escándalo si se besan en público.
Los prejuicios se extienden al estado, aquí los adultos mayores carecen de las prebendas de algunos países desarrollados como pueden ser: el pago de mitad de precio en el transporte público y centros de cultura y recreación. Por otra parte los programas del estado destinados a su ayuda no han funcionado como se esperaban, muchos ancianos carecen de cuidado, tampoco existen proyectos de eliminación de barreras arquitectónicas.
Se hace urgente hacer visibles iniciativas sociales que viabilicen la existencia de los ancianos en un país que para el 2020 contará con una población entre las 10 más viejas del planeta.