Contaminación sonora, una epidemia cubana

Ivett de las Mercedes

Bocina en una guagua (autobus).

HAVANA TIMES – En Cuba el ruido se ha convertido en un agravante para la salud. Para muchos este fenómeno deviene en una ausencia total de consideración y respeto por el otro. Amelia Jiménez es víctima de la contaminación sonora en una de las incontables urbanizaciones habaneras.

HT: ¿Qué puede decirme de esta situación que afecta el día a día de las personas en Cuba?

Amalia Jiménez: Tiempo atrás imaginaba que el ruido era exclusivo de los conglomerados de edificios y barrios marginales. Pero he podido constatar que se extiende a Miramar, el Vedado y zonas exclusivas de Playa. Vivo en un bloque de edificios que originalmente fue zona de vivienda para militares, en Marianao.  Aquí el bombardeo sonoro comienza antes del amanecer: los dueños de automóviles y camiones se toman su tiempo para calentar los motores y el ruido que provocan te despiertan en un puro nervio.

Tengo dos nietos pequeños de dos y cuatro años y no hay amanecer que no despierten sobresaltados. Súmese a esto los vecinos que antes de la seis de la mañana ya comienzan a mover o tirar los cacharos dentro de sus casas; y el tráfico en la calle con su habitual contaminación. Qué decir de los gritos, las conversaciones de balcón a balcón, los vendedores de flores, de pan y yogur.

HT: Y excesiva amplificación de la música…

AJ: No todos saben que el oído solo soporta un número limitado de decibeles. Porque si esto fuera de dominio público general, habría más gente preocupada. Se dice que los cubanos son instruidos, yo me pregunto cómo es posible que se ignoren los efectos agresivos del ruido en el cuerpo humano, cuando el ruido se ha utilizado a lo largo de la historia como instrumento de tortura. ¿Qué se esconde realmente dentro de ese vecino que pone la música a todo volumen, incluso hasta el amanecer, sin tener en cuenta los niños pequeños, los que tienen que ir a la escuela y los ancianos de su propio edificio? ¿Cómo es posible que alguien viva tan ajeno a los demás que no pueda comprender el daño que inflige con semejante acto de barbarie? Esto no es ficción, en ocasiones son las cinco de la madrugada y la música acompañada de gritos y cantos no cesa.

HT: Se puede denunciar, existe el Decreto 141/1988 que regula estas infracciones.

AJ: Nadie hace nada, creo que es por temor a las represalias, este tema no se toca ni en las reuniones de rendición de cuentas. Es una situación contradictoria. El cubano siempre se ha destacado por su solidaridad, por su sensibilidad ante las injusticias, por la buena vecindad.

HT: Muchos creen que este fenómeno está asociado a la juventud ¿Cómo lo ve usted?

AJ: Generalmente los jóvenes participan en mayoría, pero no creo que sea exclusivo. Creo que este fenómeno está asociado a la imagen, que durante mucho tiempo, se quiso vender de Cuba como un paraíso de gente alegre, bullanguera y amante de la música. Los mismos establecimientos del Estado tuvieron que ver con ello.

HT: ¿Puede abundar en este tema?

AJ: No soy socióloga, pero fui maestra y estoy habituada a observar y a sacar mis propias conclusiones. La Habana se ha convertido en un espacio sonoro altamente contaminante. Usted camina por Obispo y la música se hace protagonista de cada esquina. Emerge de los bares y restaurantes colmados de turistas, ahora acompañada por gente bailando fuera de los recintos. Esto sucede también en el resto de los restaurantes, cafeterías y heladerías, no se puede conversar, los trabajadores dan por sentado que todos disfrutan de la música alta y que todos comparten las mismas preferencias musicales.

Musica en una feria de la Habana..

HT: ¿Por qué este afán del cubano por compartir su gusto musical?

AJ: Yo no diría que es un afán por compartir, esto va más allá. Uno se pregunta por qué hay personas que montan el ómnibus y quieren imponer a los pasajeros su música, sin importarle el estrés que ocasiona en un ambiente cerrado donde nadie va cómodo, donde además se soporta la música también impuesta y a todo volumen por el chofer. Yo quisiera saber quién le dijo al Ministerio de Transporte que es saludable escuchar música en un ómnibus abarrotado por personas estresadas, que tuvieron que luchar codo contra codo para subir, después de haber esperado posiblemente horas bajo el sol. Es poco inteligente tomar decisiones por otros cuando no se tiene una experiencia directa.

HT: Me han contado que en la década de los setenta ya los ómnibus eran inundados por pasajeros que agredían al resto con la música a todo volumen. ¿Serian estos años los precursores de esta situación?

AJ: Es posible que en esa época se estuviera incubando el virus de esta enfermedad que hoy padecemos. Desde entonces el oyente público ha variado de instrumentos. Recuerdo aquellos radios Selena de baterías, las enormes grabadoras de casetes que eran cargadas en los hombros, como si fuera imprescindible llevar la música a todos partes. Ahora el celular es la tortura del pasajero. El caso es que el cubano ha perdido el sentido de la civilidad. Lo cierto es que los pregones, los gritos, los bocinazos, los agónicos quejidos de los tubos de escape y la amplificación incontrolable de la música es hoy por hoy una epidemia.

HT: En otra pregunta adelantaba algo: ¿conoce los riesgos que implica esta contaminación a la salud?

AJ: Primero está el estrés, el daño psicológico y nervioso es inmenso, además afecta la concentración, es imposible estar centrado en una labor con una música estridente. No sé cómo se las arreglan los traductores, escritores y pintores que viven en mi zona, no puedo imaginar a qué hora podrán realizar su labor. También está el dañó al corazón, imagínate en un P14, o en un P12 a la hora pico, la frecuencia respiratoria se dispara, tienes palpitaciones y sudoraciones. La incomodidad que genera esta situación que está fuera de tu alcance resolver, puede provocar incluso úlceras, y diabetes; y por supuesto también está la pérdida de audición.

HT: ¿Cuál cree que es la solución?

AJ: Información y educación, los medios y las instituciones de salud y de orden público no pueden cansarse de combatir una situación que de cierta manera han provocado. En una sociedad hay normas sociales y jurídicas que tienen que ser cumplidas, no conozco a nadie que haya sido multado por esta situación sin embargo existen las leyes. Puedo asegurarle que en estos momentos nadie en Cuba está a salvo de la contaminación sonora. Estoy convencida que el mucho ruido es sinónimo de falta de educación y preocupación por el otro, es una pena que esto ocurra en un país que ha dado al mundo tantos hombres y mujeres ilustres.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

En la Atenas de Cuba “todo se hace a pie”

Ni la figura de los "azules", inspectores encargados de interceptar a los vehículos y embarcar…

  • Cancion del Dia
  • Cuba
  • Noticias

Esperanza Spalding – Canción del día

La artista destacada de hoy es Esperanza Spalding con la canción Afro Blue de Mongo…

  • Mundo
  • Noticias

Rusia ataca el “castillo de Harry Potter” en Ucrania y mata a cinco personas y más noticias internacionales

Presentamos las noticias internacionales en breve recopilada por Democracy Now el martes 30 de abril de 2024.

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.