Señales en clave morse

Caridad

Mientras tuve alguna que otra relación erótica con una cubana, pasé más trabajo que una oriental para llegar a la Habana con 5 pesos (MN). No tener casa ni dinero para alquilarla suele complicar las relaciones de las personas heterosexuales, pero para ser sincera la de dos mujeres las hace demasiado divertida.

Si no se puede ir a la casa de ninguna de las dos, hay que pedir favores a los amigos, alquilar en un campismo, pintar maromas en el malecón (evadiendo a los uniformados).

Pero quizá a mí no me bastó esa clase de experiencias, resulta demasiado divertido intentar pasar la noche en la playa y que un uniformado te lo impida. Me moría de la risa cada vez que intentaba besar un seno de mi amante y uno de los inservibles bombillos del malecón recobraba vida de repente.

Alucinaba de felicidad cuando, a punto de un orgasmo, el amigo que nos había prestado la sala de su apartamento nos pedía permiso para entrar a tomar un poco de agua.

Con el tiempo esas cosas dejan de resultar estimulantes y uno, al borde de los 40, va necesitando emociones más fuertes. Entonces, sin sospechar de la trampa que me estaba tendiendo mi aburrida mente, fui a enamorarme de una mujer que no vive en Cuba.

¡Asunto resuelto! – me diría cualquiera que todavía crea en el mito del No-cubano que puede resolver todos los problemas del Sí-cubano.

En este caso la diversión en grande sí está garantizada, cuando hay amor todo es mucho más excitante.

Las llamadas a y desde Cuba son incosteables, el correo no está a la mano todo lo que uno quisiera, por suerte existe el celular, pero un mensaje al exterior me cuesta 1 cuc. No me queda más remedio que enviar señales en clave morse.

Ni me pregunten cómo lo logramos, pero lo hacemos y resulta muy gratificante cuando no entiende mis palabras en forma de timbrazos.

Mi novia quiere venir a vivir conmigo, por estos tiempos mi familia anda intentando olvidar esa cosa a la que llaman Homofobia; y a ella no le importa la gran aventura de intentar vivir con 400 pesos (MN) al mes, (por supuesto que no se me iba a ocurrir enamorarme de alguien con los bolsillos ni siquiera a medio llenar).

Pero eso volvería muy aburrida mi existencia, vivir al lado de la persona con quien uno necesita estar carece de diversión. Así que agradezco muchísimo que en mi país, ese que llaman “el pueblo más culto.” no quieran legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo (solo a través del matrimonio podría ella residenciarse aquí).

Mi familia, con quienes compartiríamos el techo mi novia y yo, está contenta con la relación. Pero no quieren herir la sensibilidad de un pueblo, que tiene miedo a un amor distinto.

Ese pretexto me viene de maravillas para ver hasta dónde me dura esta relación tan divertida. Y rezo para que, de aquí a 20 años, aparezca un nuevo pretexto para impedir que tengamos ese derecho.

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