Rápido control de la situación en Venezuela

Caridad

HAVANA TIMES – Como debe ser, el presidente Nicolás fue protegido eficazmente por el cuerpo de seguridad, que demostró un excepcional profesionalismo.

Podría dejar solo esta frase, acompañando las fotos que encontré en Facebook sobre el incidente. En ellas constatarán el enorme peligro al que se vio expuesto el insigne gobernante obrero.

Es de valorar también la extraordinaria labor de los órganos de inteligencia, que en menos de un día hallaron a los autores de tan horrendo crimen. Creo que ni cuando asesinaron a Kennedy encontraron tan pronto al infeliz que les sirvió como chivo expiatorio.

Es como si más de la mitad de las personas que quedamos en Venezuela estuviésemos viendo una película de terror en la que participan el Gobierno y un pequeño por ciento de los venezolanos: los que estamos fuera del filme sabemos quién es el asesino, dónde está acechando y gritamos desesperados a las víctimas, míralo ahí, o mejor, ¡no seas tonto, te está mintiendo, no le sigas!

Por supuesto, como es una proyección, la víctima nunca va a escucharnos. Lo peor es que, como en el clásico de terror japonés, (El aro) el asesino sale a través de la pantalla del televisor y viene por nosotros. Eso uno no se lo espera, así que, aunque sepamos que es el asesino, como quiera nos va a joder.

Hablo con el asesino de la película, le digo, mira, a Kennedy, no necesitaron tucanes asesinos ni drones con C4 para sacarlo del juego. Podría hacer una lista interminable de presidentes asesinados. Pero el asesino es presidente de un país y los presidentes no andan dirigiendo la palabra a mujeres de zapatos rotos.

Nos está asesinando quien quiere denunciar un magnicidio frustrado.

De Venezuela sigue escapando la gente joven y no tan joven, escuchas sus palabras del otro lado del teléfono, cuando te cuentan que trabajan casi todas las horas del día y de la noche por salarios miserables, pero al menos están comiendo bien.

Todas las semanas sé de alguien que muere, porque estaba enfermo y no consiguió los medicamentos, o tuvo un accidente intentando llegar a su trabajo en uno de esos camiones que ahora sirven de transporte público sin tener un mínimo de condiciones para ello.

Todos los meses constato que sigo bajando de peso. ¡Qué bien!, me digo, puedo comer todo lo que quiera sin tener que preocuparme por engordar. Pero obviamente no puedo hacerlo…y empiezo a romperme la cabeza sobre cómo voy a vestirme, porque la ropa cada vez me queda más grande y no soy buena con la costuraría.

El nivel de desesperanza entre la gente va en aumento. Creo que el nivel de rabia también se incrementa proporcionalmente. Y eso Nicolás lo sabe, por muy bruto que aparente ser.

Un gobierno sicópata sabe cómo hacer para aparentar ser víctima cuando en realidad ya tiene cronometrado el momento en que vamos a morir.

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