Diario de un miércoles

Caridad

Una cola para entrar en un supermecado e intentar comprar alungos productos básicos.

HAVANA TIMES —No es Miércoles de Ceniza, ni estamos en la Tierra Baldía, aunque lo parezca, y el mes de abril está ya un poco lejos como para pensarlo el más terrible, teniendo en cuenta que los que se avecinan traen peor cara.

Es miércoles de comprar por número de cédula.

Hace mucho tiempo no logro conseguir unos cuantos productos de la cesta básica: jabón de lavar (he tenido mejor suerte con el detergente), jabón de baño, toallas sanitarias, champú, arroz, café… No soy exigente, mi canasta es más bien reducida, prefiero no gastar en lo que no estoy totalmente segura de necesitar; pero estoy segura de que para muchas otras personas el listado de productos “perdidos” es mayor que el mío.

Sucede que, para acceder a la mayoría de los productos básicos, hay que esperar al día de la semana en que a uno le “toca” comprar. Es por el terminal de cédula. En mi caso, ya que a inicios de año logré legalizarme, puedo ir de compras los miércoles.

Salgo del apartamento sobre las nueve de la mañana. Me niego a hacer la cola desde el amanecer en el mercal que está a dos cuadras; luego de muchas horas de espera bajo el sol, de maltrato por parte de los que custodian el sitio y sus vendedores, la gente a veces tiene la suerte de que, el día en que les “toca” comprar, surtan con leche, aceite y espaguetis o macarrones; hace mucho que ya no les veo vender pollo ni carne.

Mientras espero la camioneta, una muchacha que viene cargada con una bolsa me pregunta cómo salir de allí. Viene de lejos a comprar en este mercal, porque en el que le queda más cerca, los administradores obligan a que la compra supere los mil bolívares para darle el “derecho” a comprar una bolsa de leche.

Agarramos la misma camioneta, ya el pasaje está por los 15 bolívares, los fines de semana a 17. Las condiciones de la mayoría de este transporte privado es paupérrimo. Un olor nauseabundo se mete en mi nariz una vez que estoy dentro. Huele a azufre. La gente protesta al chofer por haber sacado la camioneta a la calle en esas condiciones (algún problema con la gasolina, el aceite y no sé qué más).

En cuanto llego a la parada del metro me bajo corriendo, casi vomito. Viajo al centro para intentar encontrar jabón o toallas sanitarias en alguna farmacia.

Tengo suerte, en la primera que entro están vendiendo champú. Compro el último, las demás personas en la cola lamentan su mala suerte y yo tengo que pagar los 67 Bolívares del champú, más 150 por un paquetico de toallas húmedas, que no necesito, pero obligan a comprar algunos de sus productos a todos los que quieran adquirir el champú… dicho sea de paso, esta farmacia no es del Gobierno.

Continúo la caminata por varias farmacias más, varias horas más, pero nada de jabones ni toallas sanitarias. Entro a un mercado con idea de comprar arroz, hace más de un mes que no logro encontrarme con él, parece que surten los días en que no me “toca” comprar. Lo mismo. Nada de arroz.

Mi cuñada me llama por teléfono, corre para el Macro de la Yaguara que están vendiendo detergente, harina pan y espaguetis. Con el precio de una barra de pan en 75 bolívares, más me vale asegurar la harina pan (para las consabidas arepas), así que corro para el dichoso Macro.

A la entrada me topo con un pequeño establecimiento de fotografía donde han colgado una foto hecha por mí y la exponen como suya. Quiero entrar y gritarles cuatro cosas o, mejor dicho, decirle algo cínico en voz baja, que es más de mi estilo; pero mi cuñada me apresura desde la cola (que por suerte no es bajo el sol, a lo que también me niego).

Transcurre la cola sin mayores conflictos. Pero sigue ausente el jabón de baño, las toallas sanitarias, no pienso en el café por ahora.

Me acerco al mercado que hasta hace un tiempo se llamaba Día a Día, el Gobierno lo expropió a los dueños, una de las excusas fue que escondían los productos para fomentar las colas; ahora es un PDVAL donde muchos productos no regulados tienen mucho más costo que en un mercado privado, pero se puede conseguir a veces algunos de los que no “aparecen”… si se logra sobrevivir la cola… endemoniada, sudorosa y con historiales de violencia.

Nunca disminuyeron las colas después de que estos abastos pasaron a manos del Estado, pero ahora, con el cierre de al menos tres mercados bicentenarios (también del Gobierno), las “sospechosas” colas han duplicado su grosor en los PDVAL.

Ni me molesto en preguntar si hay jabón de baño, es mejor apurarse en regresar a casa, porque los miércoles en la noche quitan el agua hasta el viernes, hay que recoger en los envases y bañarse a tiempo… aunque no haya jabón.

Pero no se asusten… en una pequeña bodega junto a mi edificio encuentro jabones a 50 bolívares, es más del doble de lo que debe costar en cualquier farmacia, pero ya lo había comprado en 70 y alguien los había conseguido en 100. Así que no titubeo y compro varios.

No es Miércoles de Ceniza.

 

Articulos recientes:

  • Mundo
  • Noticias

La policía belga arresta a 132 activistas contra el cambio climático durante un acto de desobediencia civil pacífica y más noticias internacionales

Presentamos las noticias internacionales en breve recopilada por Democracy Now el martes 7 de mayo de 2024.

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

Cubanos expulsados del ejército ruso sin dinero ni papeles

“No nos pagaron el salario completo ni nos dieron pasaporte [ruso]. Estamos ilegales. Nos estafaron,…

  • Entrevistas
  • Mundo
  • Nicaragua
  • Segmentos

Si la guerra en Gaza continua habrá protestas en septiembre

Nara Milanich, profesora en la Universidad de Columbia: “El antisemitismo es un caballo de troya,…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.