HAVANA TIMES — Los vendedores de grabaciones musicales pirateadas han descubierto que los programas musicales trasmitidos por la televisión incrementan sus ventas. Algo inusual en una economía que ha precarizado el mercadeo por varia décadas.
Fuera de toda premeditación, el mercado informal cubano logra desencadenar lógicas de mercado sustentables y coherentes a corto plazo. El corto plazo responde al peligro que representa para el desarrollo económico de los pequeños negocios el monopolio comercial de la burocracia autoritaria y las mafias gerenciales aliadas a ésta.
Es conocida la ineficiencia del mercado discográfico cubano. Debido a varias razones, los productores discográficos cubanos no han sabido ni han podido explotar de manera eficiente el potencial comercial de la música cubana.
Tanto a escala internacional como desde el mercado interno las productoras nacionales no logran a entretejer un mercadeo dinámico y rentable. El limitado acceso a internet de los cubanos, descarta una supuesta competencia de las descargas virtuales de música.
Por eso comprar una grabación musical en soporte duro representa un acto de distinción social, un antojo y hasta un lujo en nuestro país. Los discos alcanzan precios prohibitivos para el trabajador cubano, y en muchos casos el diseño estético prioriza los intereses del consumidor foráneo, desconociendo el impacto que va generando el producto musical en el consumidor nacional.
De manera contrastante, el mercado discográfico informal alcanza la flexibilidad y agilidad comercial necesaria para captar la creciente demanda interna. Especialmente capta la demanda eventual que va generando el auge de programas musicales en la televisión nacional.
El contraste entre los altos costos de las producciones musicales, y las ventajas económicas de la piratería, no puede desvirtuar los logros alcanzados por el mercado discográfico informal en Cuba.
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