Con las manos llenas de cacao, Baracoa sueña con barras de chocolate

Yenisel Rodríguez

Panorama de Baracoa. Foto: Lázaro González

Baracoa es una exótica ciudad de la provincia de Guantánamo conocida como la capital del cacao y el chocolate en Cuba. Muchos son los hechos históricos que le asignan dicha condición exótica a la intrincada ciudad guantanamera.

Fue el primer lugar que piso el colonizador Cristóbal Colón al llegar a Cuba, por muchos años fue la gran exportadora de plátanos del Caribe, y como si no fuera poco, posee el patrimonio nacional en la producción de cacao y en la elaboración industrial del chocolate en todas sus modalidades.

Los medios de comunicación oficiales gustan mucho de resaltar el exotismo de la cuidad de Baracoa, les viene bien hablar de desembarcos europeos, chocolates y cucuruchos de coco, realidades culturales que perviven en Baracoa de modo muy diferente al que les dibujan los medios masivos de comunicación.

Una de las realidades que niegan dicho eslogan está relacionado con la precarización de la producción de cacao en la zona, y la inaccesibilidad crónica al consumo del chocolate que padecen los mayores productores de cacao del país.

La producción del chocolate doméstico ha desaparecido hasta en las fincas donde se produce directamente el cacao. En Baracoa tradicionalmente se consumía un chocolate espeso y fuerte conocido en la zona como “chorete.”

El chorote es una bebida de chocolate que lleva poca leche, mucho de maicena y algo de canela para sazonar. Era una bebida que se tomaba como desayuno, y como energizante para enfrentar fuertes jornadas de trabajo físico.

Pero no solo ha desaparecido el chorote. También en Baracoa se hace difícil el consumo de chocolate moderno. La mayor industria del chocolate y derivados del país está ubicada a unos pocos kilómetros de la ciudad de Baracoa. A ella llega el grano de cacao con un costo de comercialización muy bajo, mientras que los productos elaborados en la industria se comercializan a muy altos precios.

El árbol de cacao y sus frutas. Foto: Lázaro González

Entonces se pueden dar situaciones paradójicas en la que un visitante que llega a la ciudad de Baracoa ofrece a un habitante barras de chocolate comprados en La Habana, pero elaborados en la misma ciudad de Baracoa.

En Baracoa existe otra fuente inagotable de producción y comercialización agraria: el coco. Miles de matas abarrotadas de enormes cocos, con una excelente masa, se pueden encontrar en cualquier campo de la ciudad. En este caso lo que no ha funcionado ha sido la producción a gran escala del producto, pudiendo abastecer al resto del país con este nutritivo y saludable alimento.

En la zona existe una producción artesanal estable y de calidad, especializada en los famosos cucuruchos de coco endulzados con miel de abeja y surtidos con frutas tropicales. Debido a las propias características del proceso de elaboración de este producto, es que la industria ha logrado subsistir hasta nuestros días.

El azúcar, su ingrediente más costoso, ha pasado a ser un alimento algo perjudicial, condicionando un giro hacia gustos que exigen menos dulzor en los productos naturales. Esto ha favorecido la baja demanda de azúcar o su sustitución por miel en la elaboración de los cucuruchos.

La producción de plátano de fruta es historia del pasado para Baracoa. Y los desembarcos europeos ahora llegan en guaguas de turismo, dejando algunos dividendos económicos al pueblo debido a un turismo sumergido en la lógica barrila de la ciudad.

Nada, que el exotismo paradisíaco vuelve a refugiarse en los espacios virtuales de nuestros medios informativos y en los empañados lentes con que observan la realidad cubana nuestros periodistas estatales.

Mientras tanto los productores de cacao desayunan un gran pedazo de boniato con mojo, para dejar el poco de harina de trigo que poseen, y que sustituye a la maicena, para ofrecer a sus nietos una bebida parecida al chorote.

Mientras el nieto del campesino bebe a duras pena una especie de natilla insabora y amarga, falta de azúcar y leche, sueña con los chocolates de Nestlé o los chocolates de Baracoa, ambos lejos de él de igual manera.

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