Vista oral para el Museo de la Disidencia en Cuba

Yanelys Núñez Leyva

HAVANA TIMES — Antes de asistir a la vista oral, también llamada vista pública, pensaba que allí se dialogaría sobre la sanción impuesta por mi centro laboral hace poco más de un mes, creía que lograría entender los argumentos legales, institucionales que dieron pie a todo este enredo. Pero no ocurrió así, más bien todo se ha oscurecido en mayor medida dentro de mi cabeza.

El día en cuestión, jueves 28 de julio, me encontraba un tanto nerviosa, pues nunca había estado en un proceso como ese, no sabía si tenía que defenderme desde la razón judicial, dominando de memoria leyes específicas pertinentes para el caso.

Además, estaba el tema de la incomodidad, estaría rodeada por la mayoría de mis colegas de trabajo enfrentándome directamente a mis jefes, provocando una inevitable tensión entre todas las partes.

Como apoyo moral había invitado a pocas personas, mi familia más cercana no asistiría, pues al estar muy afectadas y confundidas con todo esto, preferí no pedírselo. Así que solo nos encontrábamos, una buena amiga, Irina Echarry y Luis Manuel Otero, co- autor del proyecto del Museo de la Disidencia en Cuba, y por demás, mi pareja.

Pero desde el inicio, la presidenta del Órgano de Justicia Laboral (OJL), me informó que ellos no podían entrar, y asumí que era en cumplimiento de la ley. Tampoco se podía filmar ni grabar la reunión.

Lo primero que el OJL advirtió fue sobre los “cacareos”. Todas las personas tenían el derecho de opinar libremente, pero sin momentos de réplicas tempestuosas que según ellos no conducían a ningún sitio.

Durante la sesión, los integrantes del OJL, funcionarios todos del Ministerio de Cultura, me interrogaron sobre distintos asuntos, entre ellos ¿por qué en la revista desconocían de este proyecto mío? También, si creía que podría desarrollar el Museo de la Disidencia… vinculada a la institución? Además de las razones por las que le había dado promoción al museo y a todo el problema de la sanción disciplinaria en medios no oficiales, como Cubanet, Havana Times y Diario de Cuba.

Narrar las respuestas que di o valorar los comentarios realizados por los directivos de la revista y las personas del OJL no me parece productivo para este diario, pues muchos elementos planteados se quedaron en el plano de la ambigüedad, la parcialidad, la subjetividad, la ignorancia y la suposición, algo que me molestó escuchar y que ahora me sería más oneroso transcribir.

Lo que sí me gustaría llamar la atención -y que quiero constituya un mensaje directo para las buenas personas del OJL que deben decidir si mi reclamación tiene lugar o no -, es sobre algo vinculado a la naturaleza del arte y que Luri M. Lotman desarrolló por allá por la década del 90.

Según su parecer, el arte da el recorrido de caminos no recorridos, o sea, de lo que no ocurrió… Y la historia de lo no ocurrido es una historia grande y muy importante. Y el arte es siempre una posibilidad de vivir lo no vivido, de volver atrás, de volver a resolver y a hacer de una nueva manera. Es la experiencia de lo que no ocurrió o  de lo que puede ocurrir.[1]

Con este pasaje de Lotman, y tratando de zanjar cualquier tipo de cuestionamiento sobre si el Museo de la Disidencia en Cuba es una obra de arte o no, algo que se llegó a manifestar en la vista pública por parte del OJL, incentivo a los decisores y censores a repensar la posibilidades y potencialidades reales de este proyecto para una sociedad donde ellos solo son una parte.

Ilustración por Carlos

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