Sobre la bibliografía para estudiar

Yanelys Nuñez Leyva

HAVANA TIMES, 1 feb — Hasta que salí del pre universitario no sabía de mi gran tenacidad, no había tenido oportunidad para valorarla.

Me costó mucho adaptarme al nivel de rigurosidad al que éramos sometidos los estudiantes en la universidad, que no hacía distinciones entre aquellos que venían de  la Vocacional Vladimir Illich Lenin y los de comunes preuniversitarios – el cual era mi caso- aún reconociendo las notables diferencias entre una modalidad y otra.

Sin embargo, la suerte estaba echada y solo la voluntad de permanecer en la especialidad de Historia del Arte hacía que me sacrificara doblemente, tratando de zanjar las lagunas de conocimientos que tenía. Aunque no todo dependía de mí.

Cuando ya estaba acostumbrada a la acogedora biblioteca de la Iglesia San Juan de Letrán, del Vedado, en la que pasaba horas leyendo a Arnold Hauser y su Historia Social de la Literatura y el Arte y a la enciclopedia Summa Artis, recibí la noticia de su cierre por remodelaciones.

Más tarde ocurriría lo mismo con la Biblioteca Nacional. A esto se unía la carencia de bibliografía impresa dentro de los almacenes de la  propia Facultad (me refiero a libros fundamentales para la carrera, los de Economía Política y Preparación para la Defensa estaban asegurados), lo que provocó que comenzaran a darnos textos digitales como único material de estudio.

Así, además de la escasez de bibliografía para consultar, se añadía algo más a la lista de necesidades: una computadora.

En verdad no puedo quejarme, gracias a un trabajo de albañilería realizado por mi papá, donde el pago fue un PC, pude sortear pronto (desde segundo año) el problema del acceso a la información. Ya puedo consultar los materiales que me dan en la facultad y los que resuelvo por otras fuentes.

Aún así, durante algún tiempo pensé que muchos no íbamos a poder estar a la altura de los exámenes ni al nivel de exigencia de los profesores, algo que se evidenciaba en las acentuadas ojeras y en el cansancio que se desprendía de nuestros ánimos.

Pero a todo se adapta uno, aunque la matrícula del grupo iniciara un proceso de decrecimiento, muchos seguimos esforzándonos en la búsqueda de ese ideal – por lo menos ese era el mío –de adquirir conocimiento.

Ya en quinto año de la carrera he logrado tener más confianza en mí misma por lo que el estudio se me hace más placentero, aunque sigo pasando trabajo para encontrar bibliografía, sobre todo impresa. Si de algo me alegro, es de haber hallado también a personas ajenas a mi ámbito de estudio que me guiaran en este difícil camino, ayudándome a mejorar como alumna y como ser humano.