Órgano de Justicia Laboral declara ‘Sin Lugar’ mi apelación

Yanelys Núñez  Leyva

Ilustración por Carlos

HAVANA TIMES — Fundamentada en el uso “inapropiado de la tecnología y la conexión a Internet con fines personales”[1] el acuerdo que ratifica la sanción disciplinaria impuesta por mi centro laboral hace poco más de un mes, me ha sido notificado el 15 de agosto de 2016, otorgándome diez días hábiles para una segunda reclamación, ahora con un nuevo destinatario, el Tribunal Municipal.

Aunque estaba casi segura de que el Órgano de Justicia Laboral (OJL) fallaría en mi contra –certeza basada en las buenas vibras de la Vista Oral – no estaba segura de querer seguir el proceso de demandas, pues creí que ellos por arte de magia crearían una ley específica para desestimar cualquiera de mis razones. Pero, por el contrario, siguieron aludiendo a la misma baba, y eso me ha insultado a tal punto que pienso proseguir mi solicitud, aunque tenga todas las cartas para perder.

¿Cómo puede ser posible que por revisar la página web de un artista cubano, con o sin un vínculo afectivo ‘x’ ya sea de amigo, pareja, progenitor o tutor[2], se me puede expulsar de mi trabajo y más aún cuando se tenía prevista para el segundo semestre del año en curso una expo personal suya en la galería Espacio Abierto perteneciente a la revista?

Además, ¿cómo puede no ser relevante para mi desempeño como promotora de la cultura tener la libertad de acceder a sitios digitales como Havana Times o Cubanet,  espacios con perfiles distintos a los que ostentan los oficiales, pero en los que se pueden encontrar de igual manera que en sus pares, artículos relacionados con el arte cubano a borbotones?

Y si estoy repitiendo los mismos argumentos que en diarios anteriores relacionados con este asunto es porque ellos, los funcionarios de conducta intachable, aún no los han respondido ni han tratado de entenderlos.

Pienso que permitir que una trabajadora adscrita al Ministerio de Cultura se ocupe de un proyecto como el Museo de la Disidencia en Cuba, expondría una imagen nueva del Organismo encargado de “dirigir, orientar, controlar y ejecutar en el ámbito de su competencia, la aplicación de la política cultural del Estado y el Gobierno de la República de Cuba”.[3] Sin embargo, anclados en estrategias de dirección obsoletas y caprichosas, lo único que logran es mantener en su justo sitio el rostro censurador que lo ha acompañado con mayor o menor vigor durante un largo periodo de tiempo.

Me resulta vergonzoso todo este asunto. ¿Cómo nos pueden dirigir personas con tan poca perspectiva y lucidez? ¿Cómo los supuestos intelectuales de este país –y me refiero con esto a los directivos de la revista, no ya a los funcionarios del Ministerio de Cultura – pueden prestarse para tamaña infamia? Ya les remorderá la conciencia. Yo trataré de seguir siendo una persona libre y feliz.
—–
[1] Tomado del Acuerdo del Órgano de Justicia Laboral  N. 4/16.

[2] Argumento que se maneja en el acuerdo. Ídem.

[3]Tomado del Acuerdo del Órgano de Justicia Laboral  N. 4/16.

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