No te voy a permitir

Verónica Vega

Foto: nelsonhortareporta.com

HAVANA TIMES – Un amigo me cuenta la forma en que estalló su padre cuando él le dijo: “A Oswaldo Payá lo mató el gobierno cubano”. La violencia que siguió a su afirmación, impidió todo intento de diálogo.  

El incidente doméstico sucedía al exabrupto de Juan Antonio Fernández Palacios, Representante Permanente de Cuba ante Naciones Unidas en Viena, al escuchar mencionar durante un foro el Premio “Oswaldo Payá” Libertad y Vida, recientemente entregado en Cuba.

El padre de mi amigo se hacía eco de la versión difundida oficialmente, la “justa indignación del diplomático ante las constantes provocaciones de una secta de conspiradores…” Reaccionaba exactamente como el funcionario: “No te voy a permitir que bajo mi techo ofendas a la revolución”.

El hijo pensaba: Sí… La revolución de prestigio intachable… De noble e impoluta trayectoria de justicia…

Adjetivos fastuosos que también él memorizó y citó una y otra vez en las clases de Historia y Educación Cívica como “muela”. La muela que asegura a los alumnos el aprobado y hasta el excelente.

Hubiera querido decirle a su padre, en un clima tranquilo, de respeto mutuo, que las personas (incluso los líderes políticos y especialmente los gobiernos), mienten manipulan, tuercen hechos y palabras en función de sus egoístas intereses. Así ha sido a lo largo del tiempo y de la historia de las sociedades creadas por el hombre. Así es la naturaleza humana: egoísta, avariciosa, inconsecuente. Y en los estratos sociales más altos es peor: el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.

Por eso en los juicios constitucionales todo acusado debe tener no solo un fiscal sino un abogado defensor. Por eso se investigan los hechos y se citan pruebas y testigos de ambas partes.

Que no se debería creer una sola versión y más una versión editada, donde el supuesto ofendido nunca deja hablar al ofensor. Y si habló (porque el incidente ocurrió en otro contexto), aquí nunca se difunde oficialmente esa parte del suceso.

Hubiera querido decirle que aparte de preferencias e ideologías, hay muchas zonas turbias en el supuesto accidente de la muerte de Oswaldo Payá, impulsor del Proyecto Varela, fundador del Movimiento Cristiano de Liberación.

Que los familiares no han podido ver siquiera el acta de defunción, uno de los pocos derechos legales que la revolución concede a sus ciudadanos. Que si el gobierno es tan inocente por qué no permite una investigación independiente sobre las circunstancias que rodearon el “accidente”.

Pero la exaltación del padre, su ira, su frustración al enfrentar un oponente político en su propio hijo, le impidió articular una defensa mínima.

Su padre vociferaba impidiendo desesperadamente una réplica. La TV transmitía su trascripción unilateral del estallido que intenta desesperadamente mantener un estado de sugestión cada vez más endeble.

“No te voy a permitir que te defiendas”, es la premisa subyacente en los arrebatos que palian la carencia de argumentos. Porque en mi violencia está mi supervivencia, porque en tu defensa está mi extinción.

 

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