La salud en Cuba: más preguntas que respuestas

Verónica Fernandez

Médicos cubanas

Desde finales del pasado año comenzaron a dolerme dos muelas; inmediatamente acudí a la doctora en estomatología que me atiende con la cual ya he establecido una relación de amistad, no solo por el tiempo que hace que me viene tratando, sino porque además de ser muy buena profesionalmente, es una excelente persona.

En cuanto llegué a la clínica estomatológica de Cojimar, reparto en el que resido, ubicado al este de la bahía de la Habana, comencé a indagar por ella y me respondieron que hacía más de un mes que no estaba trabajando porque tenía a su papá muy enfermo, ella es la única hija y había tenido que pedir licencia sin sueldo para poderlo atender.

Esta noticia para mí fue terrible, pues ahora tenía que enfrentar una problemática más difícil aun que mis intensos dolores de muela.   Fuí hasta su casa, y la encontré en un estado de desesperación tal que me dio hasta pena llegar en un momento tan inoportuno, pues el padre está pasando por un estado de demencia senil avanzado.

No obstante, después de estabilizarse la situación y explicarle mi dolencia, me recomendó que fuera a ver a otra doctora de su parte esta tenía tanta experiencia como ella y estaba segura que esta otra persona me iba a atender muy bien porque es muy profesional.  Me fui de su casa lamentando su situación y la mía, pues ya sabía que por largo tiempo no iba a poder contar con mi doctora.  De hecho, no me quedó otra alternativa que acudir a esta nueva estomatóloga.

Llegué a mi casa aturdida por estos dolores y temerosa de que otra doctora pusiera sus manos en mi dentadura a pesar de las grandes recomendaciones.  No me considero una persona cobarde, pero en estos casos, cualquiera teme a lo desconocido.

Después de pasar una noche infernal, pues nada me aliviaba, me dirigí temprano en la mañana en busca de la nueva estomatóloga.  Me dijo que tenía que esperar un rato y que me iba a atender.  Al pasar más de dos horas, aun seguía esperando que me llamara y de pronto se abrió la puerta de la consulta y apareció ella que iba a merendar y cuando me vió, solo me dijo que se le había olvidado que yo estaba allí.  Mi cara era el reflejo del alma, pidiendo a gritos que me acabara de atender, pues ya no resistía más.

Al fin me senté en aquel sillón impactante y solo les puedo decir que lo que pasé allí, nadie es capaz de imaginárselo, pues la anestesia que me puso no me hizo absolutamente nada.  En fin, después de pasar toda aquella odisea, la doctora me comenta que hace mas un año a ellos no les dan ningún tipo de materiales para trabajar y lo que hacen es porque ellos mismos lo gestionan a través amistades o con otra institución que siempre les aportan algo.

Y me dijo más, me dijo que si ella espera a que le den materiales para atender a la población, nunca trabajaría y que sin embargo, le tenían que pagar, pues esas gestiones no son de ella, pero que ella no puede quedarse con las manos cruzadas y ver a la población llegar al consultorio reclamando atención.

Me dijo que el médico tiene que hacer su labor donde quiera que se encuentre, que por lo tanto no es ético sentarse en su puesto de trabajo sin hacer nada porque no le suministran los materiales y que todo el grupo que trabaja con ella piensa igual y es por esta razón que pueden atender a los pacientes.

Mientras escuchaba lo que la doctora en estomatología me estaba diciendo, me venían a la mente disímiles interrogantes: ¿Es posible continuar diciendo que somos una potencia médica? ¿Es que acaso, los dirigentes del Ministerio de Salud Publica desconocen lo que está sucediendo? ¿Cómo es posible que el pueblo cubano no pueda disfrutar de un servicio tan necesario para la salud humana? Si no tenemos los recursos necesarios en el país para la atención del pueblo, ¿por qué priorizamos otros países? Si no tenemos los materiales estomatológicos imprescindibles para la atención de la población, ¿por qué continuamos graduando todos los años tantos médicos?

En realidad, esta situación es bochornosa y desgraciadamente lamentable porque nos desprestigia en todos los aspectos.  No se puede promover como la mejor, con una atención primaria de salud que no está respaldada por una base material.

En nuestro sistema ningún doctor en medicina debe tener que ocuparse de buscar por si mismo materiales para atender a sus pacientes.

¿De qué valen tantas campañas contra el dengue, el cólera, la drogadicción, si lo primero que tenemos que tener funcionando como debe ser son nuestras propias instalaciones de salud?

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