El encuentro con mi amigo Harry

Veronica Fernandez

Ayer recibí la llamada de mi amigo Harry. Después de saludarnos afectuosamente, insistió en encontrarse conmigo en el lugar, el día y la hora que yo dispusiera. Me percaté que estaba ansioso por hacerme algún comentario importante y que me había escogido en su extensa lista de amistades.

Como les había expresado en otro trabajo anterior, Harry y yo nos conocemos desde la época de estudiantes universitarios, donde fructificó una bella amistad que se ha mantenido hasta nuestros días. Entre nosotros no existe secreto, pero también hay respeto y confiabilidad.

Pensé que cuando Harry me quiere ver en persona es porque quiere abrirse conmigo una vez más y algo le está preocupando. Esto era obvio, pues lo conozco muy bien y estoy segura que no haría esto para cualquier nimiedad.

En efecto, llego el momento del encuentro y hasta me puse un poco nerviosa al pensar cual sería la causa de la cita, pues hay múltiples problemas en nuestra sociedad y hoy puedes estar relativamente bien y mañana se te puede caer el mundo encima.

Nos sentamos a charlar y tomar un café en una de las cafeterías que están en la Terminal de ómnibus de la Habana, lugar seleccionado por mí al estar muy cercano a mi trabajo. Harry venía con cara de tristeza y no era para menos, después de comentarme lo que sucedía.

Comenzó diciéndome que desde el pasado año esta planteando en todas las reuniones que hacen en su trabajo de la situación que presentan las computadoras y los equipos informáticos en general por la escasez de piezas de repuesto y la no utilización de los aires acondicionados, pues estos equipamientos necesitan de climatización y más aún en Cuba donde nuestro clima es tan húmedo y extremadamente caluroso.

La mayoría de las personas entienden y saben que esto es una total realidad, pero desgraciadamente hay directivos que lo que les interesa es cumplir a cabalidad con las ordenes y orientaciones superiores sin importales absolutamente nada de lo que pueda pasar.

Hace alrededor de un mes, con la entrada del verano, se volvieron a activar estas medidas del ahorro de electricidad y no encender los aires acondicionados en los centros de trabajo. Harry volvió a insistir en el asunto y hace una semana definitivamente sucedió lo que el estaba alertando desde hace tiempo.

De las seis computadoras que quedaban, ahora solo quedan tres y en la medida que avance el verano se quedará su trabajo, al igual que otros centros, con ninguna y menos aun se podrá trabajar.

Por otra parte, ya no existen lugares que vendan a organismos del estado, ningún tipo de accesorio o computadoras. En fin, la situación se hace cada vez más difícil, pero este no es el final del asunto, hay más.

Todos conocemos del famoso proceso de idoneidad y la reducción de plantilla en las diferentes instituciones, organismos o empresas del estado cubano que ha conllevado y conllevara a que más de un millón de personas sean retiradas de sus puestos laborales y Harry será uno de los que caerá en ese saco del deshecho. Es increíble, pero cierto.

Con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta que casi no podía hablar, Harry me comenta todo lo que estaba aconteciendo con su persona. Jamás pensé yo que la noticia fuera del tal envergadura, pues conociéndolo como lo conozco, de excelente trabajador, cumplidor con sus tareas, sumamente responsable en su vida profesional como informático, le llegara suceder esto.

Desgraciadamente, en este proceso de reducción de plantilla laboral, no solo se va el que tiene de hecho que irse porque no rinde o no trabaja. También se va el que no cae bien a la administración porque manifiesta la verdad y esta verdad no siempre es del agrado de los superiores, por lo que quitan cada pieza que les estorbe en su camino para ellos cumplir con los de arriba y seguir adelante. Son personas que no llevan ni un mínimo de sensibilidad, más bien se comportan como robots.

¿A quién le importan estas medidas? ¿A quien le importa la situación económica de cada persona? ¿A quien le importa si durante más de 20 años Harry se esforzó y fue vanguardia nacional en varias ocasiones por los meritos alcanzados en su trabajo? ¿A quien le importa las medallas que se ganó, los diplomas y reconocimientos otorgados?

¿A quién le importa si su salario es el único que entra en su casa para mantener una familia y cuyos padres ya rebasan los 80 años? ¿A quien le importa que se quede en la calle esta persona que ha dedicado su vida al estudio y al trabajo y no se ha ido del país?

Esto, deja mucho que desear en una sociedad supuestamente donde el ser humano siempre ha sido valorado y según la filosofía marxista que me enseñaron en la universidad de la Habana, nunca despojado de su trabajo ni de sus bienes.

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