Preparando para el ciclón Matthew

Rosa Martinez

Comprando víveres en la espera del huracán Matthew. Foto: veneceremos.cu

HAVANA TIMES — Históricamente octubre ha sido un mes de abundantes lluvias para Guantánamo, y agradecemos a Dios por eso, pero también ha sido fructífero en huracanes de gran intensidad y eso quisiéramos que cambiara.

El último fue Sandy, que a finales en 2012 azotó la región oriental, especialmente Santiago de Cuba, por donde pasó el centro, además de Holguín y Guantánamo.  Las pérdidas económicas en sentido general fueron millonarias, cientos de personas de las tres provincias quedaron sin hogar, aunque no desamparadas.

Es por eso, que cuando el jueves Matthew pasó de tormenta tropical a huracán categoría 1 y con grandes posibilidades de pasar por el extremo oriental del país, la gente comenzó a preocuparse y a tomar precauciones.

Lo primero es mantenerse informado por todos los medios posibles (al menos eso es lo que siempre he escuchado). Desafortunadamente casi nadie tiene Internet en sus casas, por lo que no pueden seguir los pronósticos online en sitios que son muy certeros y se mantienen actualizados durante las 24 horas del día, y no queda más remedio que seguir los reportes e informaciones que emite la televisión nacional.

Lo segundo, según todas las personas que entrevisté, es asegurar las propiedades, dígase techos de viviendas, electrodomésticos, materiales constructivos, talleres o negocios, así como animales y en fincas cosechar lo que se puede. Para un cubano promedio perder un colchón, un televisor o algún otro artículo puede ser una gran fatalidad, imagínense perder una casa.

Según Martha, una de los vecinos que interpelé para saber qué medidas tomaban para  esperar la llegada del fenómeno atmosférico, “hay que resguardar bien los bienes particulares,  porque el Estado se preocupa mucho de que no haya pérdida de vidas humanas, y para eso evacua a las personas cuyas moradas están en mal estado o en zonas con peligro de inundación y, por supuesto, la gente al final acaba sana y salva, pero ¿y los  bienes qué?”.

Huevos para Maathew. Foto: venceremos.cu

“El Estado se preocupa por proteger los recursos vitales para la economía y para la población, también por tener las menores pérdidas posibles en almacenes, tiendas, en la agricultura, y  por mantener el ganado en lugares altos. Pero es responsabilidad de cada cual asegurar sus pertenencias, porque la vida es lo más sagrado e importante que poseemos, pero nuestros bienes también lo son, porque todos sabemos lo que cuesta adquirir cualquier cosa aquí en Cuba”, dice.

Pedro Rafael, otro vecino de unos 70 años, dice que nada es más importante que los alimentos, y que cuando uno se enfrenta a una situación como esta, que no se sabe cuánto tiempo puede demorar ni los daños reales que pueda causar, lo mejor es tener a la mano la mayor cantidad de comida posible, para no tener que salir de casa en medio de la lluvia o de los vientos para buscar algo de comer, sin mencionar que después que pasa un ciclón no se encuentra en la calle nada. “Casi siempre es así”, asegura, y continúa en su búsqueda de alimentos que pueden durar varios días como viandas, galletas de sal, sirope, leche en polvo, azúcar y otros.

Pedro no sabe que hasta hoy sábado en la mañana, no había ningún establecimiento estatal vendiendo galletas de sal en moneda nacional (uno de los productos más demandados en este tipo de situaciones), tampoco había sirope. Desde hace dos días la población busca recursos de precios aceptables  y que se conserven durante varios días.

Indudablemente, el ser humano en si es lo más importante, en eso coinciden varias personas que como viven en hogares en pésimas condiciones dicen que se largarán si es necesario, sin importar los recursos que puedan dejar atrás, “a fin de cuentas de qué me sirve un refrigerador o un televisor si estoy muerta”, dice Adela, una negra de voz ronca y andar pesado.

“Yo siempre tengo una bolsa con todos mis medicamentos y un pomo con agua, si llega lo peor cojo mi jaba y voy tumbando”, Dice Abilio, un señor obeso, diabético, hipertenso y con no sé cuántas enfermedades crónicas más, pero que a pesar de mostrar poco interés por lo material pedía asistencia a dos sobrinos para que le ayudaran a amarrar el techo.

Un niño de 10 años a quien le pregunté cómo se preparaban en su casa para enfrentar a Mathew me dijo que todos estaban calmados, pues la casa es de placa y no hay nada que temer, pero que él esperaba que el ciclón estuviera varios días para no ir a la escuela. Yo recé para que Dios no escuchara su deseo.

Muchas providencias toman los guantanameros por la llegada de un huracán, el primer instinto es asegurar las cubiertas, así como puertas y ventanas, pues el 70 por ciento o más de las viviendas de la provincia están en mal estado y nadie quiere perder ni siquiera una aguja. Alguien amarra unas tejas de fibro por un lado, otro pone sacos llenos de arena por el otro. Una señora pide a algunos amigos que tumben el techo de zinc del traspatio hasta que pase el evento, para no perderlas, como le ocurrió con Sandy.

Algunos corren  para los supermercados, placitas o tiendas recaudadoras de divisas a comprar comida para garantizar la alimentación, principalmente de los niños y los ancianos. Pocos encuentran lo que buscan, la mayoría debe conformarse  con lo que hay, a fin de cuentas no es momento de hacer elecciones.

La gente hierve litros y litros de agua o la almacenan sin hervir en lugares seguros para garantizar el líquido. La mayoría compra carbón o luz brillante por si hay apagón, también velas.

Unos pocos limpian los tragantes, porque sus casas se inundan a penas caen tres gotas de agua. Otros se deciden a tumbar los gajos de plantas que habían estado molestando durante mucho tiempo, pero nadie tenía tiempo de podar.

El típico calmo antes de la llegada de un huracán. Foto: venceremos.cu

Las autoridades locales dan instrucciones por los medios masivos, instruyen a la población a estar seguros. Piden cumplir con las medidas preventivas conocidas, pero a veces olvidadas, como no tocar cables caídos, no cruzar ríos crecidos, no salir de los hogares mientras pasa el huracán, abandonar viviendas con peligro de derrumbe o en mal estado constructivo, y muchas otras que todos deberían seguir.

Acaban de dar la última información sobre Mathew en la emisión del noticiero del mediodía. Los guantanameros teníamos la esperanza de que el fenómeno iría más al oeste (preferiríamos, claro, que no pasara por ninguna provincia), pero los pronósticos nuevamente nos apuntan directamente.

No queda otra opción, la gente, según sus posibilidades y experiencias personales, trata de protegerse y de tener a mano los recursos más imperiosos, y en última instancia reza a Dios, a la Virgen, a Obatalá o a quien sea para que no suceda lo de Sandy.

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